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Morante sonríe con los ‘santacolomas’ de Ana Romero

El maestro de La Puebla corta la única oreja en Calatayud en una tarde en la que Tomás Campos mostró su gran concepto del toreo y Diego Urdiales resolvió con su madura torería

La preciosa plaza de toros de Calatayud acogió la vuelta de los toros en Aragón tras la pandemia. Una de las regiones que más le ha costado la reactivación taurina. Tras el gran ambiente de este domingo, queda ahora la esperanza de la celebración del Pilar de Zaragoza.

Morante sonreía en el patio de cuadrillas, en el paseíllo y en el callejón antes de la salida de su primer toro de Ana Romero. El coleccionista Ángel Sonseca me recuerda aquel artículo publicado en El Ruedo en 1957 por Ramos de Castro que se titulaba: «¡Pero si parese que va a una fiesta!». Aquel artículo hacía referencia a mi tío abuelo Manolo Bienvenida que en el año 1935 sonreía al coger la muleta y la espada para enfrentarse a un cornalón cinqueño de Albaserrada. Dice el artículo, rescatado por el libro ‘El Cartel Taurino, la Sociedad y los Toros’, que Manolo Bienvenida se echó de rodillas para empezar la faena y recibió un tabacazo. También cuenta, que la misma sonrisa no perdió en la tarde de su reaparición en la misma plaza de Aranjuez dónde había sido el percance. La alegría en el toreo ha sido siempre símbolo de torería. Morante está contento porque, aunque no le salió su gran apuesta de El Puerto, sigue abanderando la temporada con su compromiso.

El coso de Margarita tiene más de 100 años de historia. Muy cuidado, de preciosa construcción. Se permitió sacar a la venta en torno a un 40% de las localidades (unas 3.500 entradas), aforo que se cubrió al completo.

Morante cuajó con el capote al primer toro de la tarde, un astado cornicorto y algo cuesta arriba que humilló de salida. El maestro de La Puebla dirigió la lidia, se entretuvo en un ceñido quite por chicuelinas y se fajó en una faena con un punto de tensión por la viveza del toro. El viento se presentó con guasa para descomponer la obra. Morante aguantó miradas y parones muy cerca a base de determinación. Empleó el valor que atesora para hacer el toreo puro, sin escatimar en esfuerzos. Le achuchó en dos ocasiones con peligro. Morante resolvió airoso, andando hacia delante, entremezclando la gracia con la fusta que elimina las aviesas ideas. Magnífico final a dos manos. El estoconazo recibiendo abrochó la entregada actuación que le valió un trofeo.

Muy pocas opciones encontró en el seco pozo del cárdeno claro que hizo cuarto. Quizá el toro más amplio del envío de Ana Romero. En el capote se frenó, en el caballo se empleó, midió mucho en banderillas pero resultó reservón y bronco en la muleta. Morante lo intentó por los dos pitones, sin aburrirse. Se dobló con mucha torería, con la montera calada, creando una estampa de otra época.

Tomás Campos aprovechó la oportunidad para confirmar su buen corte de torero ante las cámaras del Canal Toros de Movistar Plus y de todos los aficionados que acudieron a la plaza. Le faltó profundidad en la embestida al tercero. El viento también complicó las cosas. Campos dio el pecho en los cites y se fue detrás de los muletazos con aire clásico. La espada no refrendó la imagen dada. Silencio tras aviso.

Muy buen compás tuvo el saludo capotero al sexto, el mejor toro de la tarde, que embebió en los vuelos de su capote en un saludo de una reunión exquisita. El toro tuvo la virtud de Santa Coloma de definirse desde salida. Humillación, ritmo y transmisión fueron sus principales virtudes. Campos se entregó en un maravilloso inicio de faena por alto y se entretuvo en dibujar naturales llenos de sentimiento. La faena resultó en ocasiones tropezada o embarullada, pero de pronto surgían muletazos largos y cadenciosos como lágrimas de oro en la arena. Cuando el toro hizo amago de rajarse, Campos se fue a por la espada con buen criterio. La tizona le jugó una mala pasada. Vuelta al ruedo tras aviso.

En un año clave para Diego Urdiales fue una delicia verle desempolvar su experiencia con todo tipo de toros y ponerlo al servicio del buen toreo en esta tarde de Calatayud. El riojano levantó un monumento a la verónica en su primer toro. Fue ganando terreno hacia la boca de riego ofreciendo la parte baja de su capote, enganchando delante para dormirlo detrás, echando la pata palante sin exageraciones. Saludo largo, lleno de compenetración con un toro de vibrante embestida que fue de más a menos. Aquella obra se la brindó al empresario y torero retirado Ignacio Ríos, organizador del festejo. El toro desarrolló durante los tercios anteriores y llegó a la muleta con complicaciones que resolvió con honradez y torería Urdiales. Rememorando batallas de otros momentos de su carrera pero con el poso añadido de su madura torería. No manejó con contundencia la espada por lo que todo quedó en una ovación.

Nada pudo hacer ante el complicado quinto al que le faltó raza para aguantar la lidia con acometividad.

 

FICHA DEL FESTEJO

Domingo 22 de agosto de 2021. Plaza de toros de Calatayud (Zaragoza). 6 Toros 6, de Ganadería Ana Romero para Morante de la Puebla, oreja y ovación; Diego Urdiales, ovación y ovación Tomás Campos, silencio tras dos avisos y vuelta al ruedo tras aviso.

Incidencias: Los subalterno Sergio Aguilar y Manuel Izquierdo saludaron tras protagonizar un gran tercio de banderillas. Este festejo supuso la vuelta de las corridas de toros a Aragón tras la crisis del Covid-19.

 

 

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