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Sevilla, al detalle: Ovación con saludos para Escribano con el último Miura, que se vino a menos

Sexto toro: Nº 52. ‘AMARGOSO’. Cárdeno oscuro. 550 kg. 02/18.

Portando el hambre de quien nada tiene, ahí volvió a ir Escribano con el capote entre las manos: toriles. El público con él, él con el público, según salió de regate el último de los de Miura, le aguantó las vueltas su torero, que cuando lo tuvo en cite le firmó correcta la suerte, y luego le sopló un nuevo ramillete de verónicas, una de ellas mirando al tendido, poniéndolo en pie una vez más. Cierto caos en el camino a la jurisdicción del del castoreño, con amago de huir hacia la puerta contraria incluido. No obstante, derramó el ejemplar del centenario hierro un gran tercio de picar, respondiendo con creces desde la amplia distancia en que se le situó, empujando bravo de riñones en ambos encuentros. Dejó otro buen tercio de banderillas Escribano, llegando al graderío con la facilidad que siempre aparenta. Brindis al público muleta en mano, arropado por el toque de clarín largo que todos los años dice adiós a esta feria que se nos va. Quiso emprender con este último del serial mismos caminos que en su anterior faenar, que tan bien le funcionaron. Dio distancia esperando desde los medios con la muleta cargada sobre la diestra, mostrando el toro virtud en lo pronto y lo lejano, pero dejando claro lo corto de sus caminos en las inercias. Cuando estas se agotaron, se agudizó dicha carencia de recorridos, siendo ahora menos fijo al cite el animal, que volvió a regatear por momentos tal y como lo hizo al cruzar el chiquero. Disposición no faltó en la labor de Escribano, que aunque varios lances arrancó más no logró encontrar con un toro que derivó en reservón, al que mató de estocada arriba. Saludó una ovación.

Quinto toro: Nº 8. ‘TORREALTA’. Cárdeno. 625 kg. 02/18.

Posiblemente igual de sólido que los cimientos de la Muralla de la Macarena era el tronco del quinto miureño que saltó al albero, de cuajo inmenso, casi de buey. 625 kilos pesaba, nada menos. No tuvo capote de salidas, acusando desde ya cierto ataque por kilos. Aunque algo de pelea ofreció en el peto, no se mostró especialmente ágil el de los rizos, dejándose ver de igual manera ahora en banderillas, escaso de fuerzas y codicia además. Se terminó de apagar por completo a la hora de asomarle Ferrera la muleta, a lo que los tendidos clamaron por enganchar al animal a una carreta, que ya está cerca El Rocío. Lo vio pasar en varias intentonas el torero de Extremadura, pero viendo que nada tenía entre manos y que el personal iba perdiendo la paciencia tuvo que abreviar. Mató de estocada arriba y terminó pronto con el suplicio. Pitos al toro en el arrastre. Silencio.

Cuarto toro: Nº 63. ‘CHORICERO’. Cárdeno calzao. 553 kg. 03/19.

Valor es poco, ahí se fue Manuel Escribano, a portagayola, para recibir a un Miura, el que salía en cuarto lugar. Si no había nubes en el Cielo hoy, el de Gerena se las inventó para rozarlas con su capote, encajando el aparecer de la fiera firme como una estaca hasta tenerlo a dos palmos, ejecutando la suerte en orden y recetándole al hilo verónicas que fueron arropadas por ‘oles’ de los jondos, de los caros. En prontitud destacaba el cornúpeta, de severa alzada y largura, que así lució en lo que su varilarguero le echó el palo, primero más próximo, luego más largo, agarrando bien ambos castigos. Entre ello y el tercio de palos que vimos, la lidia al completo había sido hasta el momento un auténtico compendio de tauromaquia. No se habla así a la ligera, que a pesar del momentáneo desencuentro entre toro y torero, los tres pares fueron de quilates, sobre todo el último, al sesgo por los más inhóspitos adentros, oliendo los pitones la taleguilla de Escribano, que clavó en todo lo alto aun acorralado por las espadas, saliendo ileso. El par de la Feria. El torero tomó aire, cogió los trastos y se fue a esperarlo a los medios del redondel dorado. No se decidía en principio a arrancarse el animal, pero cuando lo hizo, aún el diestro de rayas hacia afuera, algo más próximo al burladero donde se hallaba cerrado… menudo torrente. Inmenso en acudires era el cárdeno, que sólo veía y quería muleta, desviviéndose en sus latires por tomarla baja la cara, lleno el tranco de empuje y entrega. Manuel Escribano así lo vio y así buscó lucirlo, exitoso en su componer, sumergiendo la mano pleno en muñeca, templando y sosteniendo los posibles tropiezos del toro, que tanto era y tanto quería que a veces besaba suelo sin mayor estrépito que el del aviso. Madurez y plenitud en las manos portadoras de la franela y bravura barroca en cantidades dieron motivos de sobra a los tendidos para ofrecerse en pie. Mató sin embargo Escribano delantero y de bajonazo, rodando el toro pronto y reduciéndose su trofeo a una sola oreja a pesar de la excesiva y fuerte petición de la segunda. Correcto el palco por ahí, que no por la parte del pañuelo azul que nunca asomó para el que servidor considera el toro de la feria.

Tercer toro: Nº 61. ‘CHARRANO’. Cárdeno girón. 616 kg. 02/19.

Abierto de cara, con dos boas como marfiles, alto de techos y más claro de pieles salió entre asombros el tercer Miura, aplaudido en su semblante. Por bajo lo recibió en su capa Ferrera, tragando en orden las vueltas en busca de la continuidad que logró sin rebosarle. Recibió arriba los puyazos en la pelea del peto, contundente en su entrar y posterior estar inerte, en ambos encuentros. A pesar de lo pragmático del hacer en palos de la cuadrilla de Ferrera, por lo difícil de su labor reconoció Sevilla en ovación de nuevo a Alberto Carrero y también a João Ferreira. A pesar de un inicio sobre los pies, en el que pareció haber qué sacar en los adentros del de la divisa loreña, su matador tuvo que plantarse zapatillas en albero para buscarle tras las sienes un aquel, que parecía no llegar. Si disposición no faltó, sí que lo hizo la entraña del astado, que poco más que tirones sueltos, cortos trazos y macheteos varios tuvo a pesar de la búsqueda incansable de Antonio Ferrera, que terminó por declararse insolvente en semejante escenario. No pudo tardar en desenfundar el estoque, el que terminó por clavar un punto tendido en el rincón tras un primer pinchazo en el que le crujió el alma por la boca al de la ‘A’ con asas. Silencio.

Segundo toro: Nº 56. ‘YEGÜERIZO’. Negro mulato. 505 kg.

Nada más que miedo nos dijo al adentro la estampa del segundo de la tarde, hecho como un tigre, con cornamenta y presencia decimonónica, aquella que sin ser destartalada infunde más de lo que calla. No quiso capote en el salir. Al caballo acudió discreto pero entero, peleando por encima de donde se le colocó puya, más bien trasera y caída. El quite de Ferrera fue eso, un quite, lo que es sacar al animal del caballo y hasta luego. Se hizo grande Manuel Escribano con los palos en la mano, que a pesar de quedarse sin toro por momentos se mostró solvente y atrevido en los tres pares: dos al sesgo desde la lejanía, cerrando con un par a la calafia que le brindó el calor del público. Un trago no, unos cuantos, fue el animal en la muleta. Con un cuello que más parecía un muelle, sin un ápice de humillación en un embestir de vueltas catedráticas, parecía que con sus perchas quisiera colgar en los aires la pañosa de Escribano, o a su mismo lidiador. No se turbó el de Gerena, que anduvo monstruosamente sereno con un gato con espadas por garras, al cual ganó en tiempos cerrándole el hacer con una estocada delantera, tendida y caída que puso con los morros de la bestia en el pecho. Sacó el verduguillo, lo cuadró aun con la cara por las nubes y acertó al segundo golpe. Silencio.

Primer toro: Nº 58. ‘TRIGUERO’. Negro entrepelao. 590 kg

Con el capote azul recibió brevemente Antonio Ferrera al primer Miura de la tarde, cuajado e íntegro de caja y pitones, zancudo de patas. Lo que es un Miura, vaya. Se mostró reservón en los lances de recibo, pasando muy escueto, por lo que breve fue el capoteo. La puesta de largo en varas hizo que derramase seria codicia el de Zahariche, cuyo tranco al entrar imponía millones. Supo estar a la altura su varilarguero, que toreó al cite y agarró los puyazos arriba. Gran tercio, por exposición y sitio en los garapullos vimos, a cargo de los hombres de plata como viene acostumbrando Ferrera en estos últimos tiempos. Saludaron sendas ovaciones Ángel Otero y Alberto Carrero. Brindó al Cielo Antonio Ferrera previo a comenzar con la muleta en la mano. Lo probó sobre los adentros el extremeño, que se decidió a pegarle un tirón rumbo a los medios tras ver que lo poco del pasar que ofrecía su oponente. Sobre ambas manos lo probó sin mayor lujo de detalle que medias arrancadas y aguas vacías en codicia, de lo que pudo sacar el diestro una única tanda que fue por su mérito jaleada en los tendidos. Pero no dio para más. Mató un punto tendido y atrás, pero efectivo sin embargo. Silencio.

 

RESEÑA

hierro-eduardo-miura

Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería de SevillaEspaña. Última de la Feria de Abril. Tres cuartos de entrada. Toros de Miura,

Antonio Ferrera (de coral y oro con remates negros), silencio, silencio y silencio.

Manuel Escribano (de verde botella y oro), silencio, oreja con petición de la segunda y ovación con saludos.

Incidencias: Se desmonteraron Ángel Otero y Alberto Carrero tras banderillear al primero; Alberto Carrero y João Ferreira en el tercero.

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