Resultó emocionante volver a ver Las Ventas lleno hasta la bandera. La actuación de El Juli ha sido la tarde más importante de su vida en Madrid. La plaza que más le ha medido y exigido. La afición que tantos palos le ha dado esperando ver su plenitud. El lugar donde siempre ha proyectado sus sueños. Casi todos cumplidos en esta tarde, en la que sólo la espada se interpuso entre su entrega y el triunfo. Entró por fin y para siempre en el corazón de Madrid.
El Juli salió enchufado desde el principio, el despacioso saludo vino sucedido de un quite en el que descubrió la magnífica humillación del toro de La Quinta que hizo segundo. Qué forma de torear con el capote, tan suave y sutil. La larga cordobesa andando dio lugar a una preciosa imagen enroscándose el toro en la cintura. Cumplió el toro en el caballo. El tercio de banderillas fue un trámite aunque estuvo marcado por la medida lidia de José María Soler. El Juli se dobló con el toro en redondo, empujando mucho la embestida, sintiendo cada muletazo. El toro -‘apablorromerado’- cogió ritmo en series de gran trazo. Erguido, sin abrir demasiado el compás, cargando el peso en la pierna de salida logró excelsos muletazos. Midió los tiempos para dosificar la noble embestida. Faena magistral. La última tanda, después de un largo paseo, tuvo el temple de todo el conjunto. Hubo un natural absolutamente cumbre, andando, después de un cambio de mano, en el mismo aire de la larga que comentábamos anteriormente. Embraguetada la figura madrileña de principio a fin, sin la crispación de otras ocasiones. Terminó por bajo a dos manos, que tanto gusta en Madrid, y cobró una estocada en lo alto. Estuvo perfecto con el toro. La petición se acabó cuando la oreja fue concedida. Orejón. Trofeo y medio ante un toro pronto, noble y enclasado al que sólo le faltó un punto más de chispa para que la faena hubiera alcanzado la dimensión del segundo trofeo.
Completó su lote un toro que enseñaba las palas. Embistió con rectitud en el capote. Cuando cogió la muleta nadie había visto el toro: se frenaba, amagaba, se venía por dentro. Salió El Juli más lidiador, de apostar sin locuras, con conocimiento. A base de valor e inteligencia fue estructurando una faena de un mérito incuestionable. Rebuscando en el fondo del santacoloma de acero que no regalaba nada. Fue empujando la embestida, de uno en uno, cruzándose al pitón contrario sin trampa ni cartón. Los muletazos fueron ganando profundidad. No tuvo una concesión para la galería, tampoco un gesto del inmenso esfuerzo que hizo. El toro terminó rendido a la superioridad de El Juli. Una faena de tensión, de mérito, de sorpresa. La colocación perfecta, la muleta rastrera, el toque autoritario, la entrega en cada muletazo vaciando la embestida al final de los finales. Otra obra cumbre. Los pinchazos fueron como jarros de agua fría sobre todos los aficionados aún sobrecogidos por lo vivido.
La corrida de La Quinta lidió un lote complicado para Morante, que no lo vio claro ni con la seca embestida del primero -muy sangrado en el caballo- ni con los hachazos violentos del cuarto. El sevillano dejó algunas verónicas de su personal tauromaquia con ese segundo pero no encontró el modo de lidiarlo después, una vez orientado. Abrevió con buen criterio.
El lote de Pablo Aguado resultó medio. Sin grandes virtudes pero tampoco tuvo grandes complicaciones. Trató con suavidad al primero de su lote aunque le faltó apretarse con él. La faena se fue diluyendo, entre la falta de ajuste y la falta de convencimiento del sevillano. En el sexto su actitud fue parecida, bien es verdad que a este toro le faltó humillación y terminó pegando arreones, pero no consiguió redondear nada de lo apuntado.
Monumental de las Ventas. Miércoles, 11 de mayo de 2022. Cuarta de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de La Quinta, bien presentada de interesante juego. Importante el 2º, exigente aunque con fondo de bravo.
Morante de la Puebla, de gris perla y azabache. Estocada (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y estocada perpendicular (pitos).
Julián López ‘El Juli’, de azul marino y oro. Estocada (oreja). En el quinto, pinchazo, pinchazo hondo y un descabello (vuelta al ruedo).
Pablo Aguado, de aguamarina y oro. Estocada habilidosa (silencio). En el sexto, tres pinchazos y estocada baja atravesada (silencio).
Incidencias: Iván García saludó tras parear al tercero de la tarde.