Daniel Luque triunfa en Morón

Tarde de toros en Morón. Huele a Sevilla en los tendidos. Hoy es Domingo de Ramos, casi nada. Sones de palio en el tendido alto. Hay muchas ganas, y se nota. 6 toros, 6 hierros. A ver qué depara la suerte.

Sale el primero, de Osborne. Negro burraco, bajito y bien presentado. Rompió el burladero de salida. Advirtió su condición de mirón en el capote, cruzándose de cuando en cuando. Toro noble, de todas maneras, quizás algo soso. Se dejó sin más en el caballo. Quitaron Luque y Marín por chicuelinas. En la muleta, no dio mucha opción, embestidas humillando pero desacompasadas, lo que resta enormemente en transmisión. Remató el de Gerena con una gran estocada. Faena de firmeza. Ovación con saludos.

De Pallarés el segundo, para Ginés Marín. Toro cárdeno claro, acapachado, bonito y con trapío. Poco se dejó en el capote, y algo peleó en el caballo. En la muleta fue un toro trabajoso, y a pesar de no poder lucirse mucho con él, el de Badajoz mostró detalles de técnica que le sirvieron para llegar en algunos momentos al público. Otra muy buena estocada. Ovación con saludos.

El tercero era de Partido de Resina. Un «pablorromero» precioso de hechuras, algo cuesta arriba, fuerte. El cárdeno no lo puso fácil en ningún momento, y dejó tintes de pelea en el caballo, a pesar del único puyazo. Gran labor de la cuadrilla, gran brega y buenos pares de banderillas ante un toro que más que embestir arrollaba, con la cabeza alta en todo momento. Hubo momentos en los que Luque lo consiguió meter en verea, y llegado el tercio final el toro no regaló absolutamente nada. Dos pinchazos y una gran estocada para dar rúbrica a la faena. Silencio.

Salió un negro entrepelado de Miura en cuarto lugar, de hechuras casi decimonónicas, fino de cabos y caja. No se deja en el capote, y arrea en el caballo, posiblemente el que más de toda la tarde. Lidia absolutamente caótica, que acusó una mala colocación de la cuadrilla. Pitos en la grada. La faena tuvo pasajes de cercanía, pero no mucho relumbrón. Epílogo por arriesgadas manoletinas, finalizó con una estocada a la primera que hizo guardia. Oreja del público.

El quinto, de Murube, fue un toro alto y ancho de manos, acapachado. No se dejó de capote, y cumple en el caballo. Luque lo entendió en la muleta, sacándole todo lo que tenía muy ordenadamente, y dejando los momentos más destacados de la tarde. Perfecto binomio entre cercanía y arte. Disfrutó el público, que tras ver la faena rematada con una estocada algo tendida, que sirvió para rodar al toro, pidió las dos orejas, que fueron concedidas finalmente.

El último toro fue un colorado de Juan Pedro, en el tipo de la casa. Salió impetuosamente, pero se fue apagando a medida que fue avanzando su lidia. Embistió en la seda, dando Ginés el mejor recibo capotero de la tarde. Se dejó sin pena ni gloria en el caballo. La acusada falta de raza del toro hizo imposible una faena que llegase a los tendidos. Lo intentó el extremeño, pero el burel no quiso saber nada. Pinchazo y estocada, el público pidió la oreja, que no fue otorgada por el presidente.

Si alguien se llevó el gato al agua, fue Daniel Luque, quien se mostró muy firme en el cómputo de la tarde a pesar de las complicaciones que los astados le plantearon. Menos suerte tuvo Ginés Marín con su lote, ante el que poco más que ganas pudo mostrar. Tarde de toros marcada en gran parte por el escaso juego de los animales. No obstante, gran recibimiento del público, lo que denota interés por la diversidad de encastes, por los toreros jóvenes, y sobre todo, por la Fiesta, a pesar del delicado momento que todos estamos pasando en los tiempos que corren. Flotaron estos versos en mi cabeza en lugar del humo del incienso que arde tan ausente y tan presente en un día como hoy:

Sevilla hoy es sueño de olivo
De palma sin mano cerrada,
Sus hijos aun siendo cautivos
Hoy rinden a ella plegaria;

Que vuelva, Sevilla, que vuelva,
Que acabe esta noche callada,
Que salga el Sol en tu Cielo,
Azul como la Inmaculada.

Ricardo Pineda

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