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Sólo la vuelta de Gonzalo Caballero

Gonzalo Caballero regresó a Madrid después de dos años, después de dos actuaciones por esta plaza en la que pasó por el hule. De forma muy grave ambas, por cierto. La vuelta de Caballero a Las Ventas fue el retorno del héroe al lugar donde quisieron destruirlo. Allí donde se encuentra la gloria en contadas ocasiones, el dolor en unas cuantas y el sinsabor en la mayoría. La ovación reconoció el esfuerzo de la recuperación y de la espera. Saludó el madrileño emocionado al finalizar el paseíllo. Fue una tarde de vuelta a la vida torera pero que en general careció de contenido.

Quizá lo más reseñable fuera su faena al sexto, el único de El Torero que permitió el lucimiento real. El resto de la corrida fue de buscarles las vueltas, de aguantar el tirón, de problemas sin grandes soluciones. Ese axiblanco, bragado, que hizo sexto obedeció sin excelencia. Caballero estuvo dispuesto, en tandas ligadas que resolvió con forzados de pecho. El toro pasaba a gusto sin exigencia por lo que Caballero lo pasó tanto con la izquierda como con la derecha a media altura. Con la espada no lo vio claro.

Con el pavo que hizo tercero, corniveleto, con apariencia de uro, se mostró muy decidido con el capote. El toro perdió las manos durante el tercio de varas por lo que se quedó poco picado. Caballero lo acusaría después: El inicio de faena ganando terreno encontró eco en los tendidos. Por el derecho el toro le hizo dos feos seguidos, quedándose en la cadera. No regresó a ese pitón en todo el trasteo. Tampoco se desplazaba con generosidad por el izquierdo pero Caballero buscó la colocación con buena actitud. Se rajó el toro con descaro, sin entrega ni posibilidad de descubrirla.

El armónico quinto no pudo desarrollar la buena calidad apuntada por su evidente falta de fuerza. Antes de volver a los corrales, Daniel Luque le enjaretó un acompasado saludo capotero, con templadas verónicas a cada cual mejor. La media abrochada en la cintura fue colosal. La clase se fue diluyendo en caídas por lo que el capote verde lo mandó de vuelta. Sucedió uno de los instantes de mayor contenido de la tarde, aunque pueda parecer sorprendente.

La magia de Florito no surgió como en anteriores tardes en las que su sola presencia hipnotizaba al toro con una docilidad que le llevaba a acompañar a los bueyes hasta los corrales. El quinto de El Torero, que se había empleado más que todos sus hermanos en el capote de Daniel Luque, no cogió la senda del chiquero. Remoloneó, se desvinculó de la manda, se quedó con gesto altivo pidiendo guerra. No quería entrar, hasta en tres ocasiones sacó sus bueyes Florito. A base de paciencia, fundamentada en la doma de sus bueyes tanto tiempo, logró acercar al toro a la bocana del toril. Allí entraron los ocho bueyes y se quedó el toro buscando pelea por encima de la tablas. Florito se despojó de su chaquetilla corta y enganchó la embestida con el forro blanco de una de sus mangas. La ovación resultó la más rotunda de la tarde.

Con el viejo y corraleado sobrero de Montealto demostró cómo el oficio y la capacidad te permite que no te llegué jamás el agua al cuello. Fue un toro con buena hechura que desconcertó con amagos. Tuvo obediencia, humillación, buena voluntad. Todo se acabó en cuanto Luque lo pudo. Se tornó desagradecido, protestón.

Nada fácil se lo había puesto al sevillano el bronco segundo al que Caricol le hizo todo perfecto durante la lidia capotera. El buen trato no sirvió para que rompiera de verdad. Sólo le salvó la movilidad. El toro de El Torero tenía un embroque emocionante pero un viaje descompuesto, a topetazos, a base de hachazos. No hubo forma de meterlo en el canasto.

Antonio Ferrera concluyó sin fortuna el primero de sus dos compromisos en la feria (compareció previamente en la Goyesca del Dos de Mayo). Seria actuación la del veterano matador extremeño que se impuso a un primero que mantuvo desde su salida hasta que dobló su montado gesto, desagradable para estar delante. Dobló tres veces las manos en los primeros compases de la faena y se acabó la conexión con el tendido. La faena tampoco cogió vuelo por la falta de raza del animal. Ferrera abrevió con el correoso cuarto, que se movió con genio y dureza. Parte del público no entendió la decisión del matador, que sin duda hizo lo correcto tratándose de un toro con semejante condición.

RESEÑA

Monumental de las Ventas. Jueves, 12 de mayo de 2022. Quinta de la Feria de San Isidro. Tres cuartos de entrada. Toros de El Torero, desigual de presentación aunque todo ella de gran seriedad. Correosa en su conjunto. Un sobrero de Montealto 5ºbis, hondo de buena expresión que se desfondó pronto de defendiéndose.

Antonio Ferrera, de verde esperanza y oro. Estocada baja (silencio). En el cuarto, estocada baja (silencio).

Daniel Luque, de blanco y oro. Estocada desprendida y un golpe de descabello (silencio). En el quinto, pinchazo y estocada desprendida (silencio).

Gonzalo Caballero, de azul cielo y oro. Pinchazo y estocada corta (silencio). En el sexto, pinchazo hondo y dos descabellos (palmas de despedida).

Incidencias: Saludó Raúl Ruiz tras parear al tercero de la tarde. José Chacón y Fernando Sánchez también tuvieron que saludar tras parear al cuarto.

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