spot_img
spot_img

García Pulido, oreja de un extraordinario novillo de Montealto en la segunda de la Comunidad de Madrid

Guillermo García Pulido paseó una oreja esta tarde en la segunda de la Feria de la Comunidad de Madrid. El novillero toledano supo entenderse y encauzar la encastada y codiciosa embestida de un excelente novillo de Montealto, bravo de verdad, para después de una contundente estocada pasear un trofeo de importancia. Álvaro Seseña, que dejó algún destello con la mano izquierda, y Víctor Cerrato, que dio una vuelta al ruedo como botín a un voltereta al enterrar una buena estocada, se presentaron en Las Ventas, que registró alrededor de media entrada.

Con el hierro de Montealto, el segundo fue un precioso novillo sardo, con 520 kilos, el de mayor peso de la tarde, muy rematado y con cuajo, cornidelantero, con expresión torera, que repitió de salida en el percal de Guillermo García Pulido. Empujó de bravo, metiendo los riñones, fijo, en una larguísima primera vara. Más desigual, repuchándose un poquito, el segundo encuentro. Sangró lo suyo y hubo que llegarle mucho en banderillas.

Fue prometedor el inicio de faena, con el de Montealto queriendo comerse la muleta, hasta sacárselo a los medios. Allí, corrió la mano en tandas, bien ligadas, resistiendo el torrente de casta del animal de Agustín Montes que, codicioso, lo quiso todo por abajo. No era sencillo, pero cuando el toledano lograba acoplarse a la bravura del burel, la intensidad del trasteo y el trazo de los muletazos, crecía exponencialmente. Fue siempre a más en su embestida, llena de profundidad y transmisión, a pesar del transcurso de la faena. Las bernadinas finales, angostas, y a las que ciñó una arrucina ajustadísima terminaron de calentar al tendido. Quedó el importante sardo colocado en suerte y García Pulido enterró el acero en lo alto para hacer que el novillo, bravo de verdad, se fuera a los medios a morir. Oreja para García Pulido tras una faena en la que estuvo a la altura de un novillo, extraordinario, que fue ovacionado en el arrastre con fuerza.

El quinto, de El Retamar, fue el novillo más suelto de carnes del envío. Menos lleno, aunque bien presentado, con las puntas enfrentadas al torero, el animal blandeó en los primeros compases de su lidia. Medido el castigo y administrado con mesura por la cuadrilla de García Pulido que, tras un tercio con exposición de Antonio Molina, brindó al respetable. Con el quicio de la Puerta Grande entre abierta, comenzó toreando a dos manos hasta sacarlo más allá de la doble línea de cal. Ahí, trató de buscarle las vueltas a un novillo sosote y que no descolgó jamás en las telas. Siempre la cabeza a media altura en una embestida sin pimienta por mucho que el toledano quiso en todo momento. Nunca tomó vuelo el trasteo, además, esta vez, la tizona no viajó certera marrando una y otra vez.

Abrió plaza un novillo colorado ojo de perdiz de Guerrero y Carpintero, proporcionado y lleno, bien hecho, fuerte, con las puntas hacia delante, astifino desde la mazorca, que, aunque salió suelto y a su aire, permitió estirarse a la verónica a Álvaro Seseña. Derribó en la primera vara en un primer tercio en el que cumplió. Bien banderilleado por Candelas e Ignacio Martín, solventes. Seseña armó su trasteo más allá de las dos rayas, tras un comienzo con pases de rodilla genuflexa. Pudo correr la mano delante de un utrero manejable, que dejó estar, pero al que faltaron finales, pues salía desentendido en buena parte de los muletazos. El debutante, quizás, pecó de acortar las distancias y el colorado pareció ahogado, hasta el punto de pararse completamente, sin apenas movilidad, cuando el de Aranjuez le presentó la muleta con la zurda. Tras cinco pinchazos, la espada le hizo guardia.

El cuarto llevaba el pial de Ángel Luis Peña y Seseña lo esperó en chiqueros para pegarle la larga cambiada. Libró el trance, pero quedó desarmado pues la capa quedó colgando del pitón derecho de un novillo largo, bajo, de buenas hechuras, con la cara bien colocada, enseñando las puntas. Siguió después con tres faroles también de hinojos para luego rubricar el saludo a pies juntos. Se dejó pegar en varas y echó la cara arriba en banderillas el novillo, que midió en los primeros tercios, siempre andandito. Comenzó con dos cambiados por la espalda el trasteo, que tuvo sus momentos álgidos toreando con la zurda. Tuvo nobleza y obediente embestida el utrero, que permitió a Seseña dos tandas de naturales limpias, despaciosas, de buen trazo. Por abajo. Volvió a la diestra y, con el novillo mucho más aplomado ya, metido él entre los pitones de nuevo, el diapasón de su labor no alcanzó las mismas cotas. Otra vez la espada anduvo sin filo: tres pinchazos y estocada.

Largo y hondo, voluminoso para ser utrero, bajo y de lomo recto, el tercero fue un novillo de Villanueva, más agradable por delante y estrecho de sienes, que repitió de salida sin demasiada entrega en el percal del otro debutante de la tarde, Víctor Cerrato. Hizo buena pelea en el caballo y se arrancó con alegría en el segundo tercio. Se desmonteraron con él, dos banderilleros de la elite como José Chacón y Vicente Herrera. Tuvo propicia condición en la muleta de Víctor Cerrato, pues el novillo la tomó con celo y prontitud. Hubo dos tandas de mayor rotundidad por el pitón derecho, el mejor del animal, pero no terminó de mantener esa misma intensidad el de Leganés en las posteriores. Tras pinchazo y estocada, saludó desde el tercio.

Cerró plaza un castaño bastote y feo de hechuras, de Zacarías Moreno, lavado de cara, con caja pero sin cuello, casi playero de cuerna de tan abierto, al que cabían muchos kilos. Echó las manos por delante en el recibo de Víctor Cerrato y luego cumplió en los dos puyazos que recibió. El madrileño se lo sacó a los medios en los compases iniciales de una labor muleteril en la que no hubo brillo. Sin descolgar en la pañosa, siempre engallado, el utrero embistió siempre a arreones, muy irregulares sus acometidas. Cerrato lo probó por ambos pitones y, más pronto que tarde, fue por la espada.

Costoso para cuadrarlo, se tiró detrás de la espada. Lo encunó y cayó con violencia tras girar sobre el lomo del animal. Por fortuna, salió de una pieza. La estocada, arriba, unido a la espectacularidad de la voltereta hizo que los muchos no habituales de los tendidos -bastante entrada regalada por los Ayuntamientos– pidieran incomprensiblemente el trofeo. El palco, con criterio, no la otorgó y Cerrato se pegó una vuelta al ruedo que ya pareció excesivo botín.

RESEÑA

Plaza de toros de Las Ventas, en MadridEspaña. Segunda de la Feria de la Comunidad. Alrededor de media entrada. Novillos, por este orden, de las ganaderías madrileñas de Guerrero y Carpintero, Montealto, Villanueva, Ángel Luis Peña, El Retamar y Zacarías Moreno, desiguales, pero bien presentados. El 1º, manejable, le faltaron finales y terminó apagándose pronto; el 2º, extraordinario, bravo en varas, fue pronto y codicioso en la muleta, donde lo quiso todo por abajo, a más, tuvo mucha transmisión; el 3º, noble y repetidor en la muleta; el 4º, noble, dejó estar, aunque terminó viniéndose a menos; el 5º, deslucido, soso y sin entrega alguna; y el 6º, de feas hechuras y estilo, embistió a arreones y defendiéndose.

Álvaro Seseña (de marino y oro), que se presentó en Madrid, silencio y silencio tras aviso.

Guillermo García Pulido (de malva y oro), oreja y silencio tras aviso.

Víctor Cerrato (de sangre de toro y azabache), que se presentó en Madrid, ovación y vuelta al ruedo tras sorprendente petición.

Incidencias: En banderillas, se desmonteraron José Chacón y Vicente Herrera, en el tercero.

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

RELACIONADO

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img