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La bendita locura de Urdiales y un ‘Rufián’ para montar una ganadería

Pareció que estaba fuera de lugar, un loco, pero la realidad es que Diego Urdiales fue el más cuerdo, el más natural, el más puro, entre la locura ensordecedora de peñas y charangas. Su faena al cuarto, elegante y sin mácula, sin forzar nada con un toro bastito y sin clase, fue lo mejor de la octava de San Fermín. No le echaron cuentas desde el tendido, ese silencio indiferente del toro de la merienda. Antes, el azar del presidente-concejal de turno había decidido dejarle sin oreja de otra faena que rezumó gusto. Con el capote, a ese primero, lo bordó. El mejor toreo de capa de la feria. El otro protagonista de la tarde fue «Rufián«, un excelente quinto de ‘Jandilla‘, a más, que lo quiso todo por abajo e hizo el avión. Bravura para montar una ganadería con el que Talavante volvió a demostrar signos de mejoría, en esa lucha interna que mantiene en los últimos meses, por recuperar su altísimo nivel antes de la retirada. Pudo cortar orejas, pero lo pinchó y dio una vuelta al ruedo. Ginés Marín, con el peor lote de un encierro variado de la divisa gaditana, no tuvo suerte, pero dejó una estocada de libro al sexto.

Más ofensivo, con longitud de pitón, amplio y abierto de cuna, este toro castaño, lleno y con cuajo, más bastito y alto, el cuarto salió suelto en los primeros compases de su lidia. Urdiales lo recibió a la verónica y se dejó pegar sin empujar en varas. Por definir, antes de quedarse solo con el de Arnedo. Urdiales construyó una faena larga, de tandas igualmente con mucha duración, en la que se le vio muy cómodo, fácil y sin forzar nada en la cara del toro, con un animal que no tenía clase ni humillación, que le costaba desplazarse a partir del tercer muletazo y soltaba la cara. Los mejores pasajes de una faena pulcra, elegante y llena de naturalidad llegaron con la izquierda, pero la gente, a la merienda, no le echó cuentas. Más de media estocada fue bastante para que doblara. Incomprendido.

Fuerte, con pecho, ensillado y algo zancudo, acodado de pitones y estrecho de sienes, rompió plaza el único astado con el hierro de Vegahermosa, que tomó con clase el capote de Urdiales en el recibo. Saludo largo y excelso del riojano a la verónica, meciendo muy despacio el percal en cada templado lance, ganando terreno, hasta rematar en los medios. El mejor toreo de capa de lo que va de feria. Preciosas también las chicuelinas de mano baja en el galleo posterior que abrochó con una larga muy campera. Talavante, en el quite, por gaoneras.

El toro tuvo mucha nobleza y recorrido, pero se lastimó la mano derecha en el final del tercio de banderillas. Urdiales trató de no exigirlo, acompañando sus embestidas con temple, para asentarlo. Se siguió doliendo el toro, pese a lo cual, su bravura le motivó a perseguir con clase la muleta. Corrió la mano con limpieza y ligazón, porque el toro, pese a esa evidente lesión, respondió, y lo hizo, por abajo. Buen trato y elegancia del torero de Arnedo, que cerró a dos manos. La estocada, contraria, suficiente. Se le pidió un trofeo de manera mayoritaria, pero el presidente-concejal de turno no se la concedió.

Salió con pies el quinto, bajo y con cuello, tocadito de pitones, que repitió sin demasiado celo en el saludo de Talavante. Empujó fijo en el primer puyazo, largo. Más concisa su pelea en el segundo. Ginés no perdonó en quites, por chicuelinas. Brindó al público y Talavante, tras probarlo con ambas manos, se decidió por la zurda. Sin embargo, es con la diestra, en la cuarta tanda, cuando logró acoplarse más al astado. Mayor reunión y empaque desde ese momento. Con fijeza, el toro lo quiso todo por abajo, con transmisión y profundidad, haciendo el avión. Fue a más. Excelente toro. Terminó con manoletinas. Se tiró detrás de la espada y el ‘Jandilla‘ echó la cara arriba trompicándolo sin consecuencias. No hizo efecto la tizona y marró varias veces con el verduguillo perdiendo premio. Vuelta al ruedo para él y ovacionado en el arrastre el toro.

Más bajo, algo montado, pero bien hecho y cerrando la cara, serio por delante, el segundo enseñaba las palas, dejó estirarse a Talavante en el recibo de capa. Blandeó lo suyo y claudicó en el segundo paso por el peto, pese a ello, tuvo ritmo y alegría en el tranco, Talavante también lo percibió y brindó al público. El inicio de faena, explosivo, con una arrucina en los medios citando de frente, muy muy ajustada, para continuar de rodillas, aunque se tuvo que incorporar a mitad de tanda, porque la codicia del toro va a más. Acto seguido, directo a torear con la zurda, tiene ritmo y celo el toro, algo rebrincadito, por esa medida fortaleza. Naturales de buen trazo y actitud del pacense que lo toreó con buen embroque, pero es cierto que faltó acople y rotundidad al conjunto. No terminó de mantener el listón elevado de ese inicio tan intenso. Acabó por bernadinas. Pinchó dos veces antes de una estocada.

Abría más la cara el tercero, bajo y de lomo recto, serio, pero armónico y proporcionado. No terminó de emplearse en el capote de Ginés Marín. Marcó querencias y, en el caballo, cumplió sin alardes. Buen tercer par de Viotti. Comenzó con la diestra más allá de las dos rayas. Se abría mucho el toro, amagando con rajarse, Ginés consiguió retenerlo intentando evitar la tendencia a puntear a muleta del ‘Jandilla‘. Hubo un cambio de mano larguísimo, casi circular, marca de la casa, antes de probarlo con la zurda, donde el animal, manejable y con bondad, pareció tener menos recorrido. Le faltó poder y entrega, pese a lo cual, el extremeño, muy firme, ligó las tandas. Largos, de pitón a rabo, los de pecho. Finalizó por manoletinas, antes de una estocada algo tendida y desprendida. Se pidió el trofeo, pero el palco de nuevo tampoco la valoró.

Bajo y de lomo recto, de buenas hechuras, cornidelantero, abriendo la cara, pero armónico, cerró plaza un ‘Jandilla‘ que repitió con temple en el capote de Ginés Marín de salida. Se dolió en varas y echó la cara arriba en banderillas. Buena lidia de Rafael Viotti. Toro tardo, cada vez más agarrado al piso, escarbando mucho. No es nada sencillo ligarle los muletazos. Ginés insistió por ambos pitones, pero cada vez más agrio, fue imposible. Buena estocada.

RESEÑA
                                              hierro vegahermosahierro jandilla
Plaza de toros de Pamplona España. Octava de la Feria de San Fermín. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Vegahermosa (1º) y Jandilla, . El 1º, con clase y humilladora embestida, a pesar de lastimarse la mano derecha; el 2º, medido de motor, rebrincado y codicioso; el 3º, manejable y con bondad, pero le faltó poder y entrega; el 4º, deslucido y sin clase, le costaba a partir del tercer muletazo; el 5º, excelente toro, con fijeza y profundidad, humillador, lo quiso todo por abajo y fue a más, ovacionado en el arrastre; y el 6º, agarrado al piso y cada vez más agrio y a la defensiva.
Diego Urdiales, (de azul noche y oro), ovación tras aviso y silencio tras aviso.
Alejandro Talavante, (de marino y oro), silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
Ginés Marín, (de corinto y oro), ovación tras aviso y petición y silencio.
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