Fue la reivindicación perfecta. Los toreros saliendo en hombros de un coso a reventar con 20.000 personas dentro y otra marea humana, aún mayor, en las calles, esperándoles fuera. Sobrecogedor. Si los toros no interesan… Que nos expliquen esta imagen. Para los que silencian el festejo, no hay instantánea que demuestre que el tradicional encierro, identidad de San Fermín por supuesto, es el preámbulo para la corrida de toros. El evento estrella de una Tauromaquia en la que caben todos los espectáculos, pero donde lo que sucede en la plaza es matriz. Tardes como la de hoy lo atestiguan.
Celebró esta Monumental de Pamplona su Centenario anunciando un cartel de lujo, rematado al máximo. Y sus protagonistas respondieron. Del Alfa al Omega. De Pablo Hermoso reivindicando su feudo delante de sus paisanos desorejando a un gran toro de Carmen Lorenzo a un Roca Rey, que exhibió galones en su regreso a Iruña tras aquella dichosa lesión en el hombro prepandemia, cortando tres orejas en una tarde de figura: cuajando al exigente y al de clase de una corrida destacada y con buen fondo de Núñez del Cuvillo. Pasando por El Juli, que les acompañó en hombros en la enésima elegía de capacidad y hambre de triunfo. Morante debió acompañarlos, pues firmó dos faenas -sobre todo, la segunda- plenas de toreo caro, añejo, reunido, preñado en guiños a mil y una Tauromaquias.
Centenario redondo en la Monumental de Pamplona. Pablo Hermoso, El Juli y Roca Rey abren la Puerta Grande. Actuación rotunda del peruano, que corta tres orejas. Maestría de El Juli y Pablo Hermoso y torerísima tarde de Morante ante una buena corrida de Cuvillo y Carmen Lorenzo. pic.twitter.com/9WWVW0iaAy
— Toros (@toros) July 7, 2022
El altote cuarto fue un astado vareado y musculado, de pelo jabonero, más estrecho de sienes, pero astifino desde la mazorca, que enseñaba las palas. Lo recibió a pies juntos con el toro echando las manos por delante. Empujó en varas. Brindó al público Roca Rey y comenzó con tres cambiados por la espalda de rodillas. Impávido, clavadas las rodillas al suelo, volcánico inicio.
Lo exigió por abajo de verdad desde esa primera tanda al Cuvillo, que tenía recorrido y más humillación que los dos anteriores. Transmisión, pero con una brizna de violencia. Toro exigente, con poder, que, mejoró a medida que se fue atemperando con el paso de la faena. Fundamentalmente, porque lo sometió el peruano -lleno de convencimiento- con una seguridad y un aplomo que asustan. Faena de poder. Terminó metido entre los pitones, a pesar del vendaval creciente. Formó un lío. Epílogo por manoletinas y espadazo en el sitio, que necesitó del descabello. Pese a ello, dos orejas sin discusión.
Cerró plaza un astado bajo y armónico, de morrillo ensortijado, lleno y con cuajo, rondando los 600 kilos, muy serio, enseñando las puntas. Mostró cierta debilidad de remos de salida, por lo que Roca Rey, que lo saludó con una tijerilla, optó por no lucirse de capa. Sin embargo, tuvo buena lidia de Chacón y el animal se vino arriba.
Como al segundo de Morante, sólo le faltó una pizca más de fuerza, porque el toro tenía una clase inmensa. Embestida almibarada, por abajo, colocando la cara y con profundidad. Roca Rey lo entendió y no dio un tirón brusco. Echando los vuelos y enganchando las embestidas con mucha suavidad. Puro temple. Varias tandas al ralentí por ambos pitones antes de un final muy encajado, toreando de rodillas, igual de despacio, en redondo. El pinchazo previo a la estocada hizo que sólo paseara una oreja más.
Más despegado del suelo y bastito, el segundo para el toreo a pie fue un castaño, amplio de sienes y más ofensivo, que embistió con genio y frenándose en el capote de El Juli, al que llegó a desarmar. El quite, por chicuelinas, con una larga campera para rematarlo. Cumplió en varas y se movió en banderillas. Brindó El Juli al público y comenzó por alto. El animal pasaba, pero le falta entrega y sobre todo, celo en las telas, saliendo algo desentendido de cada muletazo. A su aire, en la primera mitad del trasteo, estuvo inteligente el madrileño, que lo sometió y apretó mucho en la segunda mitad de un trasteo, que cerró por manoletinas. La estocada puso en su mano un trofeo.
Algo más bajo y proporcionado que varios de sus hermanos, pero muy serio, abriendo la cara mucho, el sexto repitió en el percal de El Juli, que se estiró a la verónica en el recibo. Se dejó pegar en el peto y humilló en los engaños. Sin embargo, luego, en la muleta de El Juli fue un astado más deslucido en la primera mitad del trasteo, porque tendió a soltar la cara. Inteligente, el de Vellila no lo exprimió en ese tramo inicial para después apretarlo más. Ahí, aunque sacó fondo el toro, le faltó transmisión. Contundente con la espada, algo desprendida, cayó sin puntilla y se aseguró la Puerta Grande con otra oreja.
Muy serio, otro de los ejemplares ofensivos del envío de Cuvillo, el veleto quinto, con cuello, enseñaba las palas, muy alto de agujas y rematado. Un tío. Pudo dibujar algún lance a la verónica de buen trazo, aunque sin ligarle porque el toro salió suelto. Se dolió y trató de quitar la vara al sentirla. Humilló con clase en esos primeros tercios y Morante, que lo vio especialmente tras un buen quite a la verónica, brindó al público.
El comienzo, con muletazos de rodilla genuflexa, francamente bueno. Añejo y muy torero. Lo toreó después con suavidad por ambos pitones en una faena larga, en la que ligó las tandas reunido, alargando cada embestida con dulzura y mucha plasticidad, de un ‘Cuvillo‘ que tuvo clase y humilladora embestida, templada, sólo le faltó una ‘chispa’ más de poder. Buen toro. Se le vio muy a gusto al sevillano con él. Lo mató recibiendo y, aunque la estocada quedó caída, afloraron los pañuelos y el sevillano cortó su oreja.
Serio, pero armónico, el primero de Cuvillo para la lidia ordinaria fue un precioso melocotón bien hecho y que abría la cara, al que Morante, con un originalísimo terno rojo y blanco en hilo blanco, paró en un recibo a favor del toro. Ayudándolo a embestir, porque venía vencido, sobre todo, por el izquierdo. Se le vino al pecho al de La Puebla al salir del primer puyazo. Cada vez más corto el toro en su recorrido. Morante comenzó con la diestra sin exigir al toro que, sin demasiada entrega, tomó mejor la muleta. Por ese pitón, creció la faena tras probarlo por el izquierdo, de peor condición. Toreó reunido y con mucho ajuste, dando algo de sitio al animal, que respondió mejor con ese espacio. Tras un epílogo a dos manos, por alto, dejó una estocada corta desprendida, fulminante. Era de premio y se le pidió la oreja, sobre todo, en los tendidos de sombra. Menos cuentas le echaron en el sol, que no terminaron de verlo.
Rompió plaza un toro hondo, largo y con cuajo, de Carmen Lorenzo, que tuvo fijeza y codicia en las monturas de Pablo Hermoso, que le dio celo en un palmo de terreno de salida con ‘Regalíz‘. Los mejores pasajes de su labor llegaron sobre ‘Berlín‘, bordando el toreo de costado, cambiando la pista por los adentros de manera ajustadísima. Auténticos muletazos a caballo. Muy templados también jinete y caballo realizando la ‘hermosean’. Al ralentí. Se dejó llegar mucho el toro con ‘Índico’, quebrando en la cara. Tuvo duración y ritmo, pese a su volumen el astado, buen toro, y el de Estella lo cuajó de principio a final con unas banderillas cortas, clavando en una moneda, como el resto de las farpas. Rejonazo en lo alto y dos orejas.
Plaza de toros de Pamplona.Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Carmen Lorenzo, para rejones, y Núñez del Cuvillo, para la lidia a pie, bien presentados y muy serios, aunque varios de ellos, armónicos y proporcionados. Tuvieron en común la virtud de sacar el buen fondo en el último tercio. Destacaron los lidiados en 5º y 7º lugar, de enorme clase ambos, embestida muy dulce y por abajo, sólo les faltó a ambos, una pizca más de fuerza. Más encastado y exigente, con mucha transmisión, el 4º. Justo lo que le faltó al humillador 6º. Con movilidad, pero poca entrega, 2º y 3º. Excelente, por fijeza, ritmo y duración, el de rejones.
Pablo Hermoso de Mendoza, dos orejas.
Morante de la Puebla (de rojo y blanco e hilo blanco), ovación y oreja tras aviso.
El Juli (de marino y oro), oreja en ambos.
Roca Rey (de blanco y oro), dos orejas y oreja.