Jorge Martínez regresaba a Madrid esta tarde después de que en San Isidro el palco le dejara compuesto y sin oreja. Pues bien, se repitió la historia. Volvieron a gustar las maneras del murciano, que pegó naturales a cámara lenta al enclasado tercero. Naturales caros. Las tres tandas finales. Hundió el acero y se pidió con fuerza el trofeo. Un clamor. El palco, oídos sordos, se la volvió a birlar. Era mayoritario y, por tanto, justa. ¿La única duda? Si ese debe ser el listón de Madrid. Un listón que sube y baja. No uniforme. Y, desde luego, puestos a que desciende, que sea con los novilleros que buscan abrirse paso antes que con las figuras. Diego García y Yon Lamothe, que se presentó en Las Ventas con el peor lote de una novillada de Valdellán remendada con los de López Gibaja tras un baile matinal de corrales mal presagio para la tarde, no lograron lucirse en una tercera de la Feria de Otoño, que se recordará por esos naturales al ralentí de Jorge Martínez.
Bajo, mejor hecho, aunque zancudito, el tercero fue un novillo estrecho de sienes, que repitió sin clase en el percal de Jorge Martínez. Empujó en varas y se desplazó en banderillas. Comenzó el trasteo toreando a dos manos, que remató con un precioso cambio de mano por bajo, templado, que acusó el novillo. Más allá del tercio, se puso con la diestra. Otro cambio de mano larguísimo, encendió al tendido. Tuvo fijeza y voluntad de perseguir por abajo la muleta el de Valdellán, muy medido, eso sí, de motor, pero con notable clase.
Martínez le cogió el pulso con la zurda y le pegó tres tandas con la zurda magníficas. Con una suavidad exquisita, sin tirones, echando los vuelos y enganchando las embestidas al ralentí. Difícil torearlo más despacio. Muy firme y muy templado, al ritmo de la ‘mexicana’ embestida del novillo, que sólo tuvo ese lunar de no haber tenido una brizna más de casta. De poder. Dejó una estocada desprendida, de efecto fulminante y el tendido se tiñó de blanco. Petición mayoritaria que el palco no atendió. Llovía sobre mojado, porque en San Isidro ya le negó el presidente otro merecido trofeo. Bronca enorme al palco tras la vuelta al ruedo del murciano.
El sexto, de López Gibaja, pareció lastimarse una mano en el primer tercio y se le vio muy mermado. Sin embargo, el palco incomprensiblemente lo mantuvo hasta el tercio de banderilleras. Su reemplazó tuvo menos fuerza y, tras buenos lances a la verónica de Jorge Martínez, también volvió a corrales. El tris, igualmente de López Gibaja, fue un castaño basto de hechuras, grande y largo, cornicorto y muy abierto de cuerna, amplio de sienes. Repitió con celo en el saludo a la verónica de Martínez, pero fue otro novillo muy endeble que, esta vez, sí pasó el corte. Rebrincado tras el paso por el peto y en banderillas, llegó a la franela del murciano con poca vida. Embestidas deslucidas y sin transmisión alguna, a pesar del empeño del joven novillero, que no pudo más que justificarse con oficio. Lo mató de estocada corta al segundo intento y cinco descabellos.
Largo y ensillado, con alzada, pero fino y sin excesivo cuerpo, el calcetero y coletero segundo barbeó de salida y amagó incluso con saltar al callejón. Lo recogió Diego García que pudo pegar varias verónicas estimables de buen trazo. Cumplió en varas el de Valdellán y dejó un templado quite por delantales Jorge Martínez. Buena la media. Embistió con transmisión en estos primeros compases. Esperó en banderillas. El de San Sebastián de los Reyes se lo sacó a los medios y, ahí, planteó una faena basada en la mano izquierda. Mejor el novillo por ese pitón. Hubo naturales sueltos de buen trazo, pero no terminó de romper la faena. En dos ocasiones, cuando parecía prender la mecha, el novillo perdió las manos. Destacó una de esas tandas con la zurda, en la que cosió un templado cambio de mano y el de pecho. Lo mató de estocada corta, algo perpendicular y caída.
Muy despegado de tierra, alto y largo, con cuajo, estrecho de sienes, pero muy astifino, el quinto fue el primero de los dos remiendos de López Gibaja. Un animal que empujó en el peto y se movió mucho en los primeros tercios. Replicó por chicuelinas el madrileño, las verónicas y buena media de Martínez, al que el novillo lanzó varios metros en ese remate, por fortuna sin herirlo. Comenzó Diego Garcia con toreros y poderosos doblones, apretando al animal en ese inicio para domeñar la embestida de un animal encastado, que fue a media altura. Sin bien terminó descolgando más el novillo y Diego Garcia pudo correr la mano. Hubo muletazos de buen trazo, si bien el conjunto no tomó vuelo. Además, pasó un denario con la espada, incluso escuchó dos avisos.
Rompió plaza un ‘Valdellán‘ escurrido y sin llenar, abierto de pitones, casi playero, y cornicorto, con hocico de rata, que embistió sin excesivo celo en el percal del debutante Yon Lamothe. Fue un animal que se movió mucho en los primeros tercios, pero al que faltó entrega. Se quedó corto en los quites por chicuelinas del galo y verónicas de Diego Garcia. No mejoró en la muleta de Lamothe, que trató de prolongar sus embestidas, pero fue un animal que, pese a mantener esa movilidad, embistió sin clase, a arreones y sin profundidad. Por ello, no hubo lustre en el trasteo. Lo mató de estocada corta caída.
Un precioso berrendo en cárdeno, lucero y calcetero, muy ofensivo, astifino desde la mazorca, de pitón negro, lleno e imponente con más cuajo que sus hermanos de Valdellán, salió en cuarto lugar. Se quedó corto y echó las manos por delante en el percal de Lamothe en el recibo de capa. Se dejó pegar en varas y convirtió el tercio de banderillas en trámite. El francés se puso con la diestra sin preámbulos, pero el novillo del hierro leonés estaba muy vacío. A su parco recorrido sumó una descarada falta de entrega, acrecentada en el último tercio, saliendo en la mayoría de los muletazos desentendido, muy complicado ligarle. Lamothe, sin suerte en el lote, lo ‘despenó’ de estocada corta y estocada.
Plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Más de media entrada. Novillos de Valdellán y López Gibaja (5º, 6º, 6º bis y 6º tris), muy desiguales de presentación. El 1º, con movilidad, pero sin entrega, embistió a arreones; el 2º, con transmisión, pero medido motor; como el 3º, buen novillo, con clase, pero al que también faltó esa brizna más de fuerzas y casta; el 4º, de escaso recorrido, nunca humilló y salió desentendido de cada pase; el 5º, encastado y con movilidad, pero siempre a media altura, le costó humillar; y el 6º, endeble y sin fuerza, deslucido.
Yon Lamothe (de verde hoja y oro), que se presentó en Madrid, silencio en ambos.
Diego García (de blanco y oro), palmas y silencio tras dos avisos.
Jorge Martínez (de malva y oro), vuelta al ruedo tras mayoritaria petición y ovación tras aviso.