Un poderoso Juli malogra con la tizona la faena más relevante en un festejo condicionado por el manso comportamiento de los toros. Se colgó el ‘No hay billetes’
Olivenza inauguró con un lleno de «no hay billetes» las corridas de toros del circuito de las ferias. El resultado en la taquilla de Valdemorillo y de esas placitas de Andalucía que ya han dado festejos, los carteles de Sevilla, las especulaciones de Madrid y el ambientazo que acogió este sábado la plaza de toros pacense colma de esperanza esta nueva temporada 2022. La terna saludó una fortísima ovación al concluir el paseíllo.
Las 25 primaveras de Morante como matador de toros van a estar llenas de compromisos por toda la geografía española. El doblete de Olivenza estuvo condicionado por un lote a contraestilo. El que abrió la tarde, de Zalduendo -montadito siempre-, echó las manos por delante de salida. El cigarrero trató de encelarlo pero la condición desentendida se evidenció en el tercio de varas. El caballo de reserva, en la querencia, tuvo que intervenir. El Lili no pudo ordenar una lidia ingobernable por la falta de fijeza. Morante abrevió con buen criterio y lo despenó con una estocada habilidosa, tras pasarlo sin lograr sujetarlo.
Ya de salida se protestó el cuarto, aunque su presencia tampoco es que fuera muy inferior a la de sus hermanos. Lo que no pudo disimular fue la falta de fuerza, ya que perdió en varias ocasiones las manos. La crispación fue creciendo hasta que asomó el pañuelo del color de las vueltas del capote de Morante, es decir, verde. Morante -como director de lidia- consiguió con su capote desde el callejón meterlo por chiqueros. El sobrero -del mismo hierro- tampoco le permitió lucimiento. Mucha disposición del genio de la Puebla, que no lo pudo torear como quería porque se quedaba por debajo. Recibió dos puyazos, uno en cada caballo, pero pese a ello, apostó por el toro en la muleta y se lo sacó a los medios. La sosa embestida no aburrió a Morante, que lo intentó por activa y por pasiva. Desde arriba al principio, más arrebatado después. Siempre en torero. La ovación compensó el esfuerzo.
Tras triunfar como ganadero 24 horas antes sobre el mismo albero, El Juli recibió con su habitual superioridad al segundo. El castañito, tocado arriba de pitones, se dejó en los primeros compases tanto en el saludo como en el quite por chicuelinas. Ya en la muleta, esa nobleza fue un punto descompuesta tras el embroque. Juli aplicó su ciencia y su paciencia para limpiarle los muletazos por ambos pitones. En un momento dado la banda dejó de sonar, pero una mirada fulminante de la figura madrileña les invitó a proseguir. En el tramo final de la faena, El Juli le exigió más al toro, terminando muy cerca de él para rematar con algunos circulares y unas ceñidas luquesinas. Consiguió la primera y, a la postre, última oreja de la tarde.
Completamente decidido recibió El Juli al quinto. Un magnífico saludo con lances que se convirtieron en delantales hasta un inoportuno volatín del animal en el remate al clavar los pitones en el albero pacense. Barroso le recetó un soberbio puyazo. El toro desplegó el poder que le había faltado a sus hermanos, resultó exigente e informal en sus embestidas pero tuvo algo hasta entonces ausente durante toda la tarde: la raza. El Juli se fajó con él de principio a fin, muy poderoso. Protestó el toro en los tercios finales, llegándole a poner los pitones en el pecho en un estremecedor brinco. No se amilanó El Juli, que con redondos volvió a llevarlo y traerlo por donde quiso hasta dejarlo completamente dominado. La espada no puso el broche esperado a su comprometida -e inteligente- actuación.
Una presencia más cuajada tuvo el tercero. Emilio de Justo, que en un mes se encontrará con la afición de Madrid el Domingo de Ramos para su gesto en solitario, lo recibió genuflexo. En banderillas saludó Manuel Gómez tras asomarse al balcón en sus dos turnos. De Justo se impuso con unos primeros muletazos doblándose y, sobre todo, tragando con firmeza las ocasiones en las que le midió el toro. Con la derecha rompió el toro con buen son, a lo que respondió el torero con temple. En cuanto se sintió podido cantó la gallina. Una vez rajado, el extremeño lo cambió de terrenos con insistencia. Se extendió en demasía al final, tratando de sacar faena donde ya no había. La huida constante del oponente deslució la labor. Se empeñó en matarlo en la suerte natural pese a la evidente mansedumbre de su oponente, por lo que hasta el tercer intento no logró enterrar el acero. Saludó una rotunda ovación.
El sexto, que se había pegado dos tremendas volteretas, perdió las manos al llegar al peto, por lo que fue devuelto. El sobrero tampoco hizo honor a su ganadero, Alberto Baillères, que falleció hace un mes, por lo que los toros lucieron la divisa negra. Otro manso de libro que fue el mejor estoqueado de la tarde por Emilio de Justo, que porfió aun a sabiendas de que el pozo estaba seco y terminó doblándose con torería.
Sábado 5 de marzo de 2022. Plaza de toros de Olivenza (Badajoz). Tercera de feria. Toros de Zalduendo, justitos de presentación y de escaso juego. A excepción del 5º, humillador y exigente aunque carente de ritmo. El 4º y el 6º fueron devueltos. Morante de la Puebla, de chocolate y oro. Estocada habilidosa (palmas). En el cuarto, metisaca, estocada caída y descabello (saludos). El Juli, de catafalco y oro. Estocada corta (oreja). En el quinto, dos pinchazos, estocada y descabello (saludos). Emilio de Justo, de azul pavo y oro. Dos pinchazos y estocada (saludos). En el sexto, gran estocada (palmas de despedida). Incidencias: Lleno de «no hay billetes». Los toros de Zalduendo lucieron la divisa negra en homenaje a Alberto Baillères. La terna tuvo que salir a saludar tras el paseíllo. Manuel Gómez saludó en el segundo toro de la tarde.