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Hablando en plata: Crónica de Cuadrillas de la 2ª de Abono en la Maestranza

Ricardo Pineda

Oro parece, plata sí es. Y azabache. Callan sus nombres sobre el albero, pero nunca sus manos. Picadores y banderilleros.

No todo son los oros. La plata reviste coronas, varales y altares, como poco, en la ciudad de Sevilla. También pinta el río cuando se le antoja a la Señá Santa Ana. Asimismo, viste a los toreros que se mueven tras la sombra de su matador. Banderilleros. Quedó aún el oro en tantos casos para los del castoreño, habiendo sido los picadores dueños de los carteles por tantos años en una Tauromaquia que nuestros ojos no verán sino a través de la letra.

Seis espadas, seis cuadrillas, en este caso dos banderilleros y un picador por coleta, por eso del overbooking en el paseíllo y porque solo tienen que dar muerte a un toro. Al hacer falta tres hombres en el tercio de banderillas, el primero de la cuadrilla que sigue suple el puesto del tercero en cada uno de los seis turnos. Todos banderillean, unos cuantos bregan. Pintoresca y entretenida danza.

Hoy la tarde lució en aires como si de Tancredo se tratase, lo cual no planteó en la lidia más complicaciones que las que cada uno de los bien presentados morlacos de Virgen María y Santa Ana presentasen.

El pragmatismo en el buen hacer reinó sobre la tarde, con lidias ordenadas y sin claro exceso de capotazos. Sólo en el tercio de varas del quinto toro, el cual picaba José María Díaz, el caos llamó a la puerta, con el corcel revolcado por los alberos en el primer encuentro, encelado el toro con él. El picador salió ileso, pero se vivieron angustiosos momentos, en los que incluso aparece la figura de un monosabio intentando sacar a la bestia de los cuellos del equino que yacía en el suelo, cogiéndole por la cola. Con ya unos pocos capotazos en lo alto, el astado consideró oportuno liberar al del peto de su cárcel de barrotes de marfil. El caballo tuvo que retirarse a las cuadras tras la conmoción, y José María Díaz dio la cara en el segundo puyazo, lo que levantó palmas en los tendidos. Los demás tercios de varas transcurrieron con normalidad, no causando mermas justificadas posteriormente en el último acto de las lidias.

Los de plata estuvieron finos con los garapullos en líneas generales, clavando reunido y asomándose al balcón en su mayoría. Destacaron Chacón y Viotti, poniendo cada uno un par. Se lucieron aunque algo más sufridamente Juan Cañaveral (que se asomó tanto que se acunó con la panza sobre los pitones del burel, que no le prendió de milagro) y Julio López, que salía a buscar a su contrincante, padeciendo luego el hilo que le hacía, saliendo airosamente en ambos sesgos, cumpliendo.

A pesar de ciertas lagunas, tarde entretenida, toros de variado juego (sirviendo con creces la mitad, para que luego digan) y toreros de vuelta en su Plaza. Dios les siga repartiendo suerte, porque todos ellos tienen algo que decir. No va a ser menos su plata, a la altura de las circunstancias. Descansen mañana y pasado, que esto está ya aquí. Hasta el miércoles.

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