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El Litri: la personalidad hecha torero (biografía)

Lo mejor que se puede decir de El Litri es que no se parecía a nadie. Por su hieratismo, su valor sereno y su quietud angustiosa, la personalidad de este hombre aparentemente frágil no admitía comparación.

Su carrera como novillero fue meteórica. En dos años haciendo pareja con Julio Aparicio, lideraron el escalafón, llenaron plazas y tuvieron más fuerza que las figuras del toreo. A los 20 años, el 12 de octubre de 1950, tomó la alternativa en Valencia de manos de Cagancho, con Julio Aparicio de testigo y toros de Urquijo.

La confirmación del doctorado tuvo lugar el 17 de mayo de 1951, con Pepe Luis Vázquez, antonio Bienvenida y toros de Bohórquez, cortando una oreja. Ese mismo año se había presentado en la Maestranza cortando dos orejas a una corrida de Carlos Núñez.

Se retiró por primera vez a los dos años, justo en la cumbre de su carrera, dándole la alternativa a Pedrés también en Valencia. Hasta 1967 volvería a los ruedos varias veces, siempre ocupando un lugar estelar en el escalafón, pues sus triunfos en las plazas más importantes del orbe taurino fueron continuos. 20 años después, el 26 de septiembre de 1987, reapareció por última vez en la plaza de Nîmes junto a su compadre Paco Camino, para la doble alternativa de sus respectivos hijos.

Miembro señero de una larga dinastía de matadores (aparte de su hijo, su abuelo, su padre y su hermanastro fueron toreros) destacó por su valor impávido y por su personalidad arrolladora. Popularizó el «litrazo», con el que se dejaba llegar a los toros desde lejos sacándole la muleta para el pase natural en el último instante, y su entrega sin límites tuvo siempre como respuesta el cariño incondicional de los públicos.

Pero además de su categoría como torero, El Litri será siempre recordado por su magnífico carácter: afable, sencillo y humilde, se granjeó el cariño de todos los que le conocieron. Las reuniones en su finca de «Peñalosa» eran una maravilla, y en ellas El Litri ejercía como perfecto anfitrión y sensacional cocinero, pues la gastronomía era una de sus debilidades. Por su generosidad y por su bondad, Miguel Báez dejó huella en todos los que alguna vez tuvieron la suerte de cruzar siquiera dos palabras con él. Desde TORETEATE le mandamos un fuerte abrazo a su hijo Miguel y por extensión a toda su familia.

Descanse en paz.

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