Lo que hoy es una fecha emblemática en el calendario taurino, en otros tiempos no era sino el prólogo del verdadero plato fuerte de los toros en Sevilla, la Feria de Abril. En la década de los 80, el Domingo de Resurrección se situó al mismo nivel de las citas más señaladas de farolillos gracias a Curro Romero. Ni el Faraón, ni los toros de Torrealta, fallaron durante muchos años.
Porque Curro iniciaba su clásico repóquer de tardes en ese Domingo de Resurrección que marca el fin del rito religioso, la Semana Santa, y el comienzo de ese otro rito, que es el taurino. En realidad, con Curro se recuperaba el brillo que alcanzó la fecha en cuestión a principios de siglo, cuando eran habituales Gallito, Belmonte o Rafael El Gallo.
Con la muerte de José en Talavera, el lustre se mantiene con Chicuelo a principios de la década de los veinte, si bien no todos los carteles tenían el relumbrón anterior, e incluso en alguna ocasión se ocupó la fecha con una novillada. Este declive es más patente en la década de los cuarenta, en la que ni Manolete ni Pepe Luis Vázquez abren la temporada, y sí toreros en su mayoría de nivel medio.
Tras la muerte de Manolete, el Domingo de Resurrección vuelve a cobrar relevancia, pero lejos del nivel de principios de siglo, y ya en la década de los 60, ni Puerta, ni Camino, ni Ordóñez, ni El Viti, ni El Cordobés abren la temporada sevillana. Curro Romero torea su primera tarde en la, hoy, señaladísima fecha, en la temporada de 1969; y hasta los años ochenta concede incluso varias alternativas, pero las grandes figuras de la época siguen sin comparecer.
Con el mito del «currismo» creciendo, es a partir de 1981 cuando la fecha vuelve a coger fuerza. Manolo Vázquez, en presencia del Faraón de Camas, le da la alternativa a su sobrino Pepe Luis, y a partir de ese año ya todo es diferente. Siempre junto a Curro, en el 82 actúan Paula y Manzanares; en el 83, Manolo Vázquez y Juan Mora, que tomaba la alternativa; en el 84 le acompaña Paquirri por primera vez antes de morir en Pozoblanco; en el 85, Paula y el toricantano Lucio Sandín; y desde 1986, con Espartaco en primera figura del toreo, Curro y el de Espartinas comparten cartel hasta 1995 excepto una temporada, en la que el Faraón alterna con José Antonio Campuzano y Pepe Luis Vázquez.
Durante esos años además, una ganadería se hizo habitual el Domingo de Resurrección, propiciando grandes tardes no sólo a Curro Romero, sino también a otros toreros. Y es que, desde la alternativa de Sandín con Curro y Paula en 1985, los toros de Torrealta fueron fijos de la mano de Curro Romero hasta la temporada de 1999, y luego varios años más. Con ellos por ejemplo, Espartaco salió por la Puerta del Príncipe en 1989; y José Tomás haría lo propio, por primera vez en su carrera, en la temporada de 2001. En total, la divisa de Torrealta lidió 18 corridas abriendo temporada en Sevilla, más que ninguna otra.
Eran años, eso sí, en los que el abanico de hierros contratado para la Feria de Sevilla era más amplio, y no se repetían ganaderías como se hace ahora en detrimento de otros nombres con prestigio y toros más que sobrados para estar en un ciclo de la relevancia del de Sevilla. Y no sólo hablamos de la propia ganadería de Torrealta, sino también de otras como La Quinta, Alcurrucén, Algarra, Adolfo Martín, etc.
Retirado Espartaco por su grave lesión de rodilla, Curro Romero continúa presente en los carteles de apertura de temporada hasta su adiós en 2002, alternando con las figuras de la nueva generación, desde Ponce a El Juli pasando por Joselito o José Tomás. En total, a lo largo de su carrera, fueron 24 las veces que abrió la temporada sevillana. Después, las máximas figuras de cada momento han competido por entrar en una corrida que, como hemos visto, no siempre fue la preferida de los mejores.