Manzanares sonríe, Aguado torea

La sonrisa delataba a José María Manzanares cuando paseaba las dos orejas del quinto. La presión que le atenaza, reconocida por él mismo, cuando torea en su plaza y ante su gente, desaparecía por fin tras el estoconazo al cuarto toro de su particular Feria de Hogueras. Una faena de menos a más, con un par de series al natural de nivel -ese fue el mejor pitón del astado- y coronada con un estoconazo monumental, esa espada suya de nuevo a modo de llave para descerrajar puertas grandes, fueron suficientes para que el rostro de Josemari cambiara como de la noche al día.

Fue el día de reservado a los artistas, en el que Pablo Aguado se presentaba como matador en Alicante y en el que toreó de fábula al tercero. Fiel a su concepto y dueño del don del temple, su faena resultó sabrosa por variada y sentida. De la cadencia y el compás en redondo se pasaba acto seguido a la bella improvisación en los remates, a esa manera de entrar y de salir de la cara del toro… la torería en definitiva. Qué bien estuvo el sevillano, como mal anduvo con los aceros.

Morante pasó de puntillas con un lote infumable. En su primero, ni se puso. Dos broncas como dos soles que tan en desuso están, que bienvenidas sean para que no se pierdan.

A la corrida de Álvaro Núñez, remendada con dos toros de El Pilar, le faltó cuajo y remate, además de otras cosas. Pese a ello lidió dos buenos toros, tercero y quinto. Como es un pedazo de ganadero y como criar bravo es más difícil que el Hércules de esta bendita tierra regrese a Primera, tendrá días mejores que el de hoy, seguro.

Así te hemos contado la tarde toro a toro:

SEXTO: El capote de Aguado afloró al ralentí con el castaño de El Pilar que cerró plaza. Salió picado de chiqueros y tres lances cadenciosos, a cámara lenta, preñados de temple, fueron una delicia. Iván García anduvo impecable en la lidia, pero ni por esas. La faena de muleta tuvo cosas muy buenas pero con tan poco oponente, es imposible. Muerto en vida estaba el astado de la divisa charra. Demasiado se prodigó Pablo con él para tan escasa recompensa. A toro parado, se atascó la espada.

QUINTO: Se reunió Manzanares de capa con el bonito castaño bociblanco que hizo quinto. Muy bien en la brega Daniel Duarte. Brindó el matador el último toro de su particular feria al público. Con su tendencia a rajarse, fue bueno. Con recorrido y un gran pitón izquierdo, desplazándose y colocando la cara con buen estilo. Por ahí se prodigó Manzanares en dos series más extensas de lo habitual en su repertorio y metió a la gente en la cuestión. La parte final, exigiendo más al toro y alternando los derechazos con algún molinete y un trincherazo para abrochar la serie, fue muy celebrada. Esta vez sí, la espada infalible como aliada y llave de puertas grandes, estuvo del lado del alicantino. Dos orejas.

CUARTO: acapachado de cara el colorado ojo de perdiz que hizo cuarto, muy en Cuvillo. Embistió a saltos en el capote de vueltas verdes de Morante, que hizo un esfuerzo en vano. La lidia comandada por Lili fue una capea, con carrerita incluída del matador tras un desarme. Un sindios. El cigarrero inició el trasteo apoyado en las tablas y la gente medio se animó. Un espejismo. Acto seguido el toro volvió a rebrincarse embistiendo por dentro y tras una nueva fatiguita con el funo apretando hacia adentro, José Antonio tomó la espada de verdad y se eternizó con ella. Esta vez sí, la bronca fue de las que se recuerdan.

TERCERO: zancudo y estrecho el tercero, no pudo brillar con él de capa Pablo Aguado, que debutaba en Alicante como matador y brindó a Manzanares en extenso parlamento y cariñoso abrazo. En la muleta resultó franco, alegre y repetidor el de Álvaro Núñez. Buen toro, con el que afloró la mejor versión de un Aguado que le hizo brujerías. En el toreo fundamental en redondo, en la improvisación en el remate por abajo genuflexo y a dos manos, en la trincherilla y el del desdén… Bien el sevillano con un toro a menos que buscó tablas y al que acabó pinchando hasta en dos ocasiones antes de enterrar la espada.

SEGUNDO: Manzanares sujetó de capa a un colorado chorreado de El Pilar al que después toreó francamente bien a la verónica. Empujó en varas el de la divisa salmantina, que llegó a la muleta medido en su fortaleza. Josemari dejó un par de naturales de categoría y poco más. No acabó de acoplarse con la desigual embestida de un toro que parecía pedir sitio entre muletazo entre muletazo. Enterró la espada al segundo intento y fue ovacionado por sus paisanos.

PRIMERO: La corrida original traída por Álvaro Núñez acabó remendada con dos toros de El Pilar. El jabonero abreplaza, lavadito de cara y de escasa romana, lució hierro y divisa del ganadero debutante. Se venció por el pitón derecho en los lances de recibo y Morante no pudo brillar de capa. Juan José Trujillo se encargó de ponerlo en suerte en el caballo, del que salió suelto y desentendido. El de la Puebla salió con la espada de matar y lo estoqueó tras dos muletazos por alto. Visto y no visto. La gente se enfadó, pero no crean que demasiado. Fue una bronca muy torera.