El único representante en activo de la familia de San Bernardo analiza la figura de su tío abuelo de quien se cumplen hoy 100 años de su nacimiento y su temporada
Se cumplen 100 años del nacimiento de un torero genial e irrepetible. Su sobrino nieto Manolo, nieto del Brujo de San Bernardo, lleva el bastión de su apellido con orgullo por los ruedos. Es novillero con picadores. Hablar con Manolo Vázquez de la figura de su tío abuelo es todo un privilegio: “Consiguió el estatus de máxima figura del toreo. Un icono del toreo en Sevilla. Pepe Luis es el nombre propio de la sevillanía. El torero de Sevilla en el que todo el mundo se fija y venera”.
Una claridad de ideas que entiende que las comparaciones están ahí, con lo difícil que es torear: “Todo el mundo quiere ver a mi abuelo o a mi tío al verme torear. Por suerte es el toreo que a mí me gusta pero es imposible que les vean a ellos. Intento hacerlo a mi manera. Los genes son los genes pero con diferencias. Mi abuelo Manolo ha sido más torero de Madrid que de Sevilla. Cada uno tiene su forma de entender la sevillanía, que diría que es un pellizco distinto que marca un concepto del toreo”.
Sus recuerdos de su abuelo se funden con la multitud de anécdotas que le han contado desde su infancia. Su espejo, su referente. “Mi abuelo al que conocí hasta los 5 años decía que yo iba a ser torero. Mi abuela siempre ha sido muy especial. Muchas veces nos hablaba de la raza de mí abuelo, nos contaba las anécdotas con mucha normalidad”.
El toreo está viviendo una evolución hacia lo clásico. Una regresión a lo puro. Los públicos perciben el toreo de siempre de una forma impresionante. Así lo vive Manolo Vázquez: “Existe esa corriente y ese interés por parte de la afición. Morante ha estado muy ligado a mis inicios, le admiro mucho. También a Pablo Aguado y a Juan Ortega. Son los tres más cercanos a mi concepto en este momento”.
Manolo Vázquez debutó con picadores en 2018, en una corrida mixta, junto a su tío Pepe Luis Vázquez Silva y con Javier Conde. Desde entonces ha despertado la ilusión de los aficionados clásicos de Sevilla que sueñan con esas formas de sencillez y naturalidad. “Mi tío me ayuda mucho, me acompaña, hemos toreado mucho en el campo juntos. Si no me puede acompañar, le cuento todos los tentaderos. Hablamos muchísimo. Del año pasado a este se ha visto una evolución en mi toreo. Estoy cogiendo seguridad delante de los toros. Fue una pena no matar bien en Sevilla, aunque no mate bien a los toros, Sevilla vio a un nuevo Manolo Vázquez”.
Aquel precioso festival del 2018 en el que debutó en La Maestranza fue quizá precipitado por su corta experiencia. “Cuando me lo ofrecieron fue un sueño para mí, me vi preparado pero seguramente fue algo precipitado. No obstante si el destino quiso que fuera así pues tendría que ser así”. El 2022 se plantea como una incógnita tras a ruptura con su apoderado hasta ahora, Aníbal Ruiz. “Esta temporada la verdad es que no ha pasado nada. En Sevilla no di el aldabonazo que esperábamos y ahora toca tener paciencia. Estoy esperando la persona en la que pueda confiar. Necesito una persona que me exija, por mi personalidad. No tengo ninguna prisa”, reflexiona el sevillano.
Lo mejor del año llegó en Niebla, un pueblecito de Huelva del que habló todo el toreo en verano gracias a las cámaras de Canal Sur, “una tarde muy a gusto con la novillada de Rocío de la Cámara. Ha sido lo más rotundo”. Demostró entonces su facilidad con el capote y su templado concepto con la muleta.
Entrena en el campo, en la ganadería de su padre, allí sueña que torea en blanco y negro. Algunas tardes siente en sus muñecas las embestidas, pensando en la plaza, pensando en su ascendencia. “Me gusta la ganadería, me encanta montar a caballo y las faenas de campo. La ganadería es más por afición que otra cosa. Cuando estuve en México aprendí mucho de la ganadería. Tenemos 50 vacas de procedencia Hermanos Sampedro y Fuente Ymbro”.
