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Llaguno y Ortega se adueñan de la afición capitalina

Un buen ambiente prevalecía en la plaza de toros donde se reunieron unos  5 mil aficionados para presenciar la tercera novillada de reapertura

Se lidió un encierro de Caparica, bien presentado y de gran juego para los novilleros, mereciendo el honor del arrastre lento primero, segundo y sexto de la tarde.

José Miguel Arellano, toreó con excelsitud en el primer tercio de la lidia, incluso enfrentándose en quites con un inquieto Llaguno quien lucía inspirado. Estoico y por alto inició el de Aguascalientes con la muleta para luego extenderse en largos derechazos con un magnifico astado, que derrochaba nobleza y calidad. Por el lado izquierdo le faltó templar al novillo por lo que tuvo que regresar otra vez a torear con la diestra. Con la espada no tuvo suerte y escuchó un aviso del juez y aplausos del público.

Su segundo fue un novillo reservón y poco se podía hacer con él. Arellano estuvo empeñoso pero los esfuerzos fueron en vano. Para colmo se puso pesado con la espada y acabó escuchando dos avisos.

Juan Pedro Llaguno se mostró variado con el capote aunque poco ortodoxo. Si los lances hubieran sido todos con clasicismo como algunos que instrumentó, el tercio hubiera sido de arte y esencia. Quería tener presencia en toda la faena y tomó las banderillas para colocar dos pares soberbios. Con la muleta se mostró con valentía y solera, llevando la mano muy baja. Dejó sentir la profundidad y sensibilidad en cada tanda por el lado derecho. Remató su quehacer con pases por la espalda y un desplante que hizo brotar la algarabía de los aficionados. Poco intentó por el lado izquierdo ante el novillo de solera de Caparica. Lo mató de estocada entera y recibió las dos orejas como premio a tan tenaz y artística labor. El astado fue largamente ovacionado en su arrastre lento.

Queriendo ratificar el gran triunfo de su primer novillo, Juan Pedro se mostró en el mismo tenor, valiente y espectacular con el quinto de la tarde. Variado con el capote y muy emotivo con tres pares de banderillas, intentó seguir en la tónica con la muleta pero el burel solo prodigaba medias embestidas que impedían el lucimiento. Decidido estaba a sacar agua de una roca pero literalmente le fue imposible. Mató de dos pinchazos y una estocada y saludó en el tercio tras sonora ovación.

Se presentó el tlaxcalteca José Alberto Ortega y para darse a conocer pronto y bien, recibió a su novillo a porta gayola y le ejecutó hasta cuatro largas cambiadas así de hinojos. Con la muleta se le vio muy verde pero valiente e ingenioso. Con detalles y desplantes argumentó su trasteo, pero le faltó engarzar los muletazos. Pinchazo, bajonazo y media estocada le valieron para recibir un aviso.

Y con el que cerró plaza, todo un acontecimiento. Estuvo dispuesto con el capote pero al ejecutar lances diversos el novillo le prendió de fea manera y le propinó tremenda golpiza. Parecía que estaba herido pero después de varios minutos junto a las tablas y el auxilio de las asistencias, regresó para pedir la muleta e irse a la cara del astado. Muy erguido a pesar de los golpes, se solventó por alto con gran valor y la consecuente emoción en los tendidos. Después se dio a torear con la mano derecha, sin ajustarse mucho pero con gran emotividad, lo que le valió el grito de ¡torero, torero! desde las alturas. Aderezó la faena con muletazos de rodillas y hasta en redondo. Cuando un sector del público pedía el indulto del excepcional novillo, sin miramientos el joven novillero se tiró a matar dejando una estocada caída y ante el delirio popular el juez de plaza le otorgó una oreja, no las dos que reclamaban los asistentes. Y por supuesto el arrastre lento del novillo fue motivo para un final feliz ante tan taurina tarde.

Juan Pedro Llaguno salió en hombros por la Puerta Grande y José Alberto Ortega se adueñó de la afición capitalina. La ganadería de Caparica sienta precedente de la pasión y profesionalismo de los señores Roberto Viezcas,  Manuel Muñoz Cano y Julio Muñoz Cano, orgullosos hijos de sus recordados señores padres Muñoz Cano, a quienes el covid les obligó a ver desde el tendido del cielo el triunfo de su dehesa.

RESEÑA

Domingo 5 de diciembre de 2021. Plaza de toros Plaza México (México). 6 Novillos 6, de Caparica para José Miguel Arellano, silencio tras aviso y bronca tras aviso; Juan Pedro Llaguno, 2 orejas y ovación y José Alberto Ortega, silencio tras aviso y oreja.

Incidencias: Juan Pedro Llaguno salió a hombros por la Puerta Grande.

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