Fue de esas cogidas que obligan a contener el aliento. Sin respiración se quedaron todos en Beziers. La plaza francesa asistió perpleja a una voltereta espeluznante con Manuel Escribano, a merced, entre las fauces de un espectacular, rematado y muy serio toro de Miura. El sevillano quedó desmadejao en el ruedo, la taleguilla hecha jirones. Milagrosamente, libró la cornada.
Tras pasar a la enfermería y correrse turno, volvió al ruedo y se fue a la puerta de toriles a esperar a su segundo. Pero es que la heroicidad no terminó ahí, puesto que, tras el festejo, en lugar de coger el camino al hospital, furgoneta, y carretera hasta Vitigudino, donde esta tarde realizó el paseíllo y triunfó con fuerza, pues cortó un rabo. La raza de Manuel Escribano. Encomiable.