El novillero Jussef causó sensación debido a su diferente personalidad para instrumentar el toreo
En tarde apacible en la ciudad de México y ante una escasa entrada en los tendidos de la plaza (unos 2,000 espectadores), se lidió un encierro de la ganadería Villar del Águila, parejos en presentación, pero ofreciendo un comportamiento desigual. Sobresalieron el primero y el segundo del festejo que tuvieron nobleza, calidad y recorrido.
El novillero tlaxcalteca José Alberto Ortega, quien había despertado expectación cuando actuó la vez anterior en esta plaza, confirmó que es un prospecto con posibilidades en la profesión que ha elegido. Con el tercero de la tarde estuvo empeñoso con el capote pero sin lograr el lucimiento que deseaba. Ante este panorama tomó el capote para realizar un quite, pero lo manejó como si fuera la muleta, ya que a una mano y recogida la capa, dio lances cambiados por la espalda. Inició su faena de muleta de rodillas con mucho valor. Ya de pie toreó muy aseado pero sin profundidad a un novillo que se dejaba llevar. Se echó la muleta a la mano izquierda y mejoró un poco al torear al natural, pero sin reventar con las buenas embestidas del astado. Volvió a emocionar al público cuando rodillas en la arena ejecutó manoletinas con valentía. Mató de estocada entera para cortar la única oreja del festejo.
Con el sexto poco hizo con el capote. Bien intencionado con la muleta se prodigó en tandas de muletazos, tomándole la distancia al novillo, al que fue templando poco a poco. Por el lado izquierdo logró explayarse en buenos naturales. Terminó con bernardinas de gran exposición y escuchó aplausos después de un pinchazo bajo con el que liquidó al burel.
Jussef, nacido en el estado de Yucatán, es un novillero diferente. En su primer astado logró capturar la atención e interés de los aficionados al recibir en el centro del ruedo a su novillo, subido en una caja de madera para realizar la suerte del Tancredo. Y le salió perfecta, el astado pasó junto a él hasta en tres ocasiones sin embestirle ni tocarlo. Tomó el capote y lanceó a la verónica con reciedumbre. Llevó bien al astado hacia el caballo y en auténtico quite con el corcel derribado, se llevó al novillo por chicuelinas. Luego apareció la garrocha de madera. Con ella realizó un saltó recordando la vieja suerte que ahora solo se ve en los libros de historia taurina. Tomó las banderillas y cubrió el tercio con espectacularidad. Y con la muleta hizo un cambio por la espalda de rodillas que fue magistral. Siguió muy enjundioso pero no mandaba y el novillo le comía el terreno. Se alcanzó a relajar más por el lado izquierdo y ofreció una buena tanda de naturales. El burel era pronto, noble y bravo, pero Jussef dejaba pasar mucho tiempo entre tanda y tanda lo que apagaba el ánimo encendido que iba dejando. Al torear por alto fue cogido feamente pero sin consecuencias. Se perfiló a matar desde gran distancia de la cara del novillo y a media suerte tiró la muleta para llegar a cuerpo limpio hasta los pitones, y saltando sobre el astado dejó tres cuartos de estocada. Después de dos descabellos y escuchar un aviso, dio una triunfal vuelta al ruedo con mucha fuerza.
Al quinto lo toreó otra vez con gran expresión con el capote. Pero el novillo se complicó quedándose parado. Con voluntad cubrió el tercio de banderillas. Y con la muleta mostró gran disposición, pero el astado regateaba la embestida y cuando por fin la ofrecía, llevaba la cabeza alta. Echándole valor intentó la faena pero era muy difícil. Al volapié dejó una estocada entera y contraria para escuchar división de opiniones aunque al final en forma extraña, se impuso la petición de oreja que no fue concedida.
Eduardo Neyra, quien actuó como primer espada, se vio aseado al torear con el capote a su primero. Y con la muleta fue sometiendo al novillo que volteaba en corto después de cada muletazo. Entonces lo fue llevando con mando en torno a su cintura por el lado derecho. Al natural el novillo tenía recorrido pero Eduardo solo le tejió 3. Luego le perdió la distancia y la faena vino a menos. Mató de estocada y escuchó aplausos.
A su segundo se fue a recibirlo de hinojos al centro del ruedo para trazarle una larga cambiada. Y también con la muleta toreó de rodillas para no dejarse ganar la pelea por sus alternantes. Pero el novillo no cooperó con las intenciones del novillero, ya que divagaba entre largas y medias embestidas. Se prolongó el novillero en muletazos pero poco efecto causaba en los tendidos. Acaso levantó un poco el ánimo al torear por bernardinas con exposición, pero mató de dos pinchazos y media estocada para escuchar un aviso.
Al salir los novilleros por la puerta de cuadrillas, el más ovacionado fue Jussef, que impactó fuerte con su personalísimo toreo.
José Luis Ornelas