El torero de Linares firma la obra de mayor relieve ante un gran toro de El Montecillo en un Domingo de Resurrección al que le faltó contenido
El gesto de Curro Díaz tras el paseíllo era un poema. Espatarrado, con el capote apoyando en sus caderas, colocándose la montera, con la mirada fija en el portón de toriles. Unos segundos que parecieron minutos. Consciente de que esta tarde tenía que pasar algo. Pasó pero no con el relieve esperado ni que necesita un torero en su situación.
Esa faena con la que titulamos fue la del cuarto toro. El Montecillo estrenaba en Madrid una nueva etapa en manos de la familia Loriente de la Ossa pero con la selección de la familia Medina (David y, de forma inderecta, de Paco). Ese cuarto, «Alcachofa» de nombre, tuvo una categoría extraordinaria. Flexibilidad en su cuello, humillación, nobleza para permitir a Curro Díaz expresarse con el desmayo propio de su personalidad. Curro lo toreó muy bien con el capote, con temple, relajándose entre lances y durmiendo la embestida en el embroque hasta que un derrote descompuso la estética de cristal del maestro de Linares. Lo lidió bien de capa Óscar Castellanos. El inicio de la faena fue un primor. Todos estábamos esperándolo tras su brindis al público. Los oles roncos de Madrid, que bien conoce Curro Díaz, despertaron de nuevo. Qué maravilla de trincherazos, de derechazos verticales con el muñecazo preciso, el pase de pecho a la hombre contraria. Precioso arranque. Mantuvo el interés en dos series sobre la mano derecha con la gran virtud del temple, esperando mucho, sin violencias. Con la mano izquierda hubo tres naturales profundos tras unos cuantos sin mucho ritmo. La faena estaba hecha, pero se enredó en dos tandas en las que todo decayó. Al buen toro de El Montecillo le costó reincorporarse de una caída y Curro Díaz se atacó queriendo recuperar el nivel alcanzado. La estocada cayó algo baja. La vuelta al ruedo reconoció su buen feeling con Madrid. Regresa a este ruedo el 15 de mayo con la corrida de El Parralejo junto a Ginés Marín y un sustituto de Emilio de Justo.
Al primero de la tarde también le dejó unas cuantas series de gusto con la mano derecha. Un toro cabezón, desagradable de cara, al que le impuso su mando bajándole mucho la mano. Respondió cabeceando y reponiendo. El feo derrote a mitad del muletazo tropezó en demasiadas ocasiones en la tela de Curro Díaz que se impuso con decisión.
Había ganas de ver a Sergio Serrano con una corrida más ‘comercial’ de lo que suele lidiar. Sin embargo, los toros pusieron a prueba su férreo valor. También el de los espectadores porque lo pasamos fatal en la portagayola del segundo. El toro salió andando, entreteniéndose en olisquear el estribo, en pasear por el anillo pegado a tablas mientras que Sergio Serrano lo citaba una y otra vez. Cuando llegó al nuevo burladero cercano a los chiqueros se dirigió hacia el albaceteño, que libró la embestida de milagro. Se llevó el capote y sumaría otros dos de los matadores y subalternos que salieron al quite. Serrano porfió con un toro reservón, que le midió y al que no dudó jamás.
Muy generoso estuvo con el quinto, al que dio distancia en el caballo en un magnífico tercio de Paco Plazas, que toreó francamente bien con el caballo y lo cogió en lo alto. Siguió con esa dinámica en el inicio de muleta dándole mucho sitio. El toro respondió con humillación y alegría hasta que se vino abajo sin más opciones. Una pena.
El toro con el que mejor se pudo expresar Tomás Campos fue ante el sexto, otro toro con buena pasta aunque debilidad de remos. Probablemente se lastimara después de su paso por el caballo. Le sirvió al extremeño para enseñar su fino concepto en una faena de sujetar al toro y mimarlo sobre la mano izquierda. Firmó carteles de toros. Se lo enroscó con ritmo y limpió los últimos muletazos.
Más atolondrado se le vio ante el tercero, un toro que embistió de forma irregular. Le dio dos verónicas con sentimiento pero le desarmó inoportunamente. Después, la faena estuvo carente de estructura también propiciado por la condición del toro que no regaló una embestida limpia y franca de verdad. Logró una buena tanda al final. Intentó unas manoletinas -perfileras como el conjunto de la faena- de las que desistió ante la incómoda actitud del toro.
Monumental de Las Ventas. Domingo, 17 de abril de 2022. Domingo de Resurrección. Un tercio de entrada. Toros de El Montecillo, de impresionante presencia, con mejores hechuras el 4º -el mejor del festejo- y el 6º que fueron los de mejor condición. Irregular el 1º, duro el 2º, probón el 3º y a menos el galopón 5º.
Curro Díaz, de azul pavo y oro. Estocada algo desprendida (saludos). En el cuarto, estocada desprendida (vuelta al ruedo).
Sergio Serrano, de caña y oro. Estocada y un descabello (saludos). En el quinto, pinchazo hondo y dos descabellos (saludos).
Tomás Campos, de azul pálido y oro. Estocada baja que hizo guardia. Aviso (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada corta (silencio).