Dos furgonetas de máximo lujo aparcadas en la puerta de la plaza cubierta de Las Moratillas, predios de Nazario Ibáñez en Yecla (Murcia), presagian que hay tentadero. De ellas se apea una cuadrilla al completo: Larita con los chismes, Fernando Roca Rey, el dircom Joserra pegado a su teléfono y a la Nikon… De una tercera, más chica, bajan ilusionados los chavales de la Escuela Taurina de Valencia. Andrés Roca Rey, el torero de los jóvenes, la figura que necesitaba el toreo para recuperar el ambiente en las plazas tras la pandemia, les había prometido unos trastos de torear en la gala de entrega de premios de la Diputación de Valencia. Y cumplió.
La familia Ibáñez estaba al completo: Nazario el patriarca, Jorge, Maricarmen, Ramón, Naza… y la tercera generación, un puñado de nietos disfrutando de lo bien ganado por sus mayores, correteaban por los aledaños de la plaza. Acogían por primera vez en su casa al diestro peruano. También se veía en ellos la cara de felicidad. Anfitriones impecables todos.
‘La gente joven, mas allá de al torero, me ve como uno más de ellos, esa es la clave‘
Valgan estas líneas para poner en contexto la entrevista que acompaña esta noticia. Por la mañana, Andrés atendió a los chicos. Por la tarde, afinó su puesta a punto para la temporada. Entre medias, atendió a Toreteate. Roca Rey impacta en la distancia corta. Primero, por su alzada. A continuación, por su impecable educación, también por su extrema timidez. Y por su humildad. Tanta, que en el tentadero de los chavales no se atrevió a corregirles ni darles consejo alguno, se limitó a animarles y darles aliento. Le pregunté sobre eso. “Todavía no soy un maestro, tampoco llevo tantos años de alternativa para considerarme como tal” fue la respuesta. Acojonante.
Como acojonante fueron las brujerías que le hizo al novillo y a las tres becerras de NZI que toreó por la tarde, pedazo de tentadero bueno por cierto. Esto lo verán la semana que viene. Hoy nos quedamos con el Roca Rey más íntimo y personal, el preocupado por el futuro, por los jóvenes, por el peso de la púrpura… Esperamos que lo disfruten tanto como lo disfrutamos nosotros haciéndolo.