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Ferrera y Bolívar, que indulta a un ‘Legionario’ de bandera, salvan de la quema a Juan Bernardo Caicedo en Manizales

La experiencia y el poso de dos toreros cuajados, maduros en sus Tauromaquias, como Antonio Ferrera y Luis Bolívar resultó clave para que la tercera de la Feria del Café en Manizales, Colombia, fuera un éxito. Ambos sacaron las virtudes y taparon los muchos defectos de la corrida lidiada esta tarde por Juan Bernardo Caicedo. El español paseó dos orejas del animal que rompió plaza, mientras que el colombiano demostró que tiene el cetro del toreo cafetero y logró tres orejas indultando, además, a ‘Legionario‘, toro de bandera que sacó la cara por la prestigiosa divisa de Caicedo. La cruz de la tarde fue para un José Arcila que se llevó el peor lote.

El quinto fue, de largo, el mejor toro del encierro de Juan Bernardo Caicedo. Acudió siempre a las telas y tuvo un fondo muy bueno de bravura. Luis Bolívar estuvo sensacional con él, ya desde el ramillete de verónicas, lentas y cadenciosas, muy templadas, del recibo con el percal. Luego, lo citó desde los mismos medios luciendo el ritmo del animal que, fruto de su codicia, se partió una mano en un comienzo de faena vibrante. No pareció apoyar nunca bien esa extremidad e incluso se le atisbó cierta cojera, pero su bravura pudo más que esa lesión.

Bolívar le alivió cuanto pudo, pero cuando vio que el animal respondía con clase y codicia, lo apretó sin titubeos viendo que el animal repetía e iba a más. Toro con mucha transmisión. Administró una faena en la que hubo ajuste y naturales de muchos kilates. Estuvo cumbre en muletazos muy ceñidos que tuvieron mucha profundidad, porque siempre recogía la embestida detrás de la cadera. De menos a más hasta que sonó el pasodoble ‘Feria de Manizales’, premio a las grandes faenas en este coso, que culminó con el indulto de este ‘Legionario‘ de bandera.

Suelto y sin fijeza, el segundo manseó lo suyo de salida. Sin codicia no paró de huir de un lado a otro del ruedo hasta que Luis Bolívar lo logró recoger con sentido y suavidad, sin apretarlo, porque, además, tampoco tenía la raza suficiente para aguantar una lidia poderosa que lo sometiera. Le consintió mucho la figura colombiana, otorgándole todas las ventajas en una faena en la que se quedó siempre en el sitio y le dejó la franela plana en la cara del animal. Consiguió así Bolívar dar celo al animal y pudo hilvanar tandas cada vez más rotundas, en las que puso siempre mucho el torero. Faena de torero cuajado, muy profesional, en la que también esbozó algunos muletazos de buen trazo, porque hubo sentido de la estética en algunos pasajes, aunque faltara esa pimienta que pone el toro bravo. Tras una estocada delantera, paseó un trofeo.

Abrió plaza uno de Juan Bernardo Caicedo, muy manso, parado y reservón, que desde que salió Ferrera lo vio claro y quiso apostar por él con paciencia. Le otorgó aire, para administrar sus tiempos, distancias, alturas, terrenos… Jugó con todo ello para sacar partido de él. Primero de uno en uno, al natural, sensacional cada muletazo. Después logró dos series excepcionales apretándole más en el tramo final. Siempre, con ese lastre del toro parado y sosito, haciendo todo el torero. Le pegó un espadazo que le dejó sin puntilla y logró las dos orejas en una faena que había brindado a Marco Pérez entre gritos de ‘Libertad‘.

El cuarto fue otro toro deslucido que, en manos de Ferrera, lució mucho mejor de lo que era. Ya con el capote, quiso hacer cosas distintas y tirar de variedad, pero el toro no respondió en los primeros envites. Por ello, lo atacó y buscó las vueltas, tapándole las salidas para que se quedara, pero las primeras series fueron inconsistentes por esa imposibilidad para ligar.

Hacia la cuarta serie, permaneció más el toro y Ferrera pulseándolo mucho, sobre todo cuando llegaba al embroque para que no se fuera, logró que repitiera más. Agradecía el toro este buen trato. y así pudo hilvanar un par de series más compactas, pero en el momento que lo atacó ya de verdad, al final, se sintió podido y no quiso responder más, pasó a defenderse mucho. Se perfiló dándole muchos metros de distancia y marró, pues necesitó de un segundo intento. Saludó desde el tercio.

Muy bajo de casta y de raza, el tercero fue un animal que puso nulo interés por los trastos desde que salió de chiqueros. Tan sólo acudía al cite y pasaba sin más, sin intención de perseguir los engaños. Entre estas idas y venidas del toro, Arcila trató de sujetarlo y extraer muletazos con empaque. Todo buscando siempre una exquisita suavidad para poder trenzar un muletazo de buen porte, pero, tras lograrlo, debía ir detrás del toro para poder repetirlo en el siguiente. Muy complicado. Así transcurrió toda la faena, como lo mató de estocada fulminante, afloraron los pañuelos y paseó un trofeo.

Cerró plaza un ‘marrajo’ sin casta alguna, muy manso y rajado. Muy huidizo en toda su lidia, José Arcila poco pudo hacer más allá de intentar sujetarlo y pegarle algún muletazo aprovechando la inercia de las tablas, siempre persiguiendo al burel para poderle ligar el siguiente. Complicado de verdad, porque acabó pegando una vuelta completa al ruedo tras el astado. Entonces, logró pegarle cinco seguidos junto a las tablas, pero topando siempre el animal, sin emoción alguna.

RESEÑA

Plaza de toros de Manizales, en ColombiaColombia. Tres cuartos de entrada. Toros de Juan Bernardo Caicedo, de correcta presentación, aunque muy desiguales todos ellos. En términos generales, de escasa raza, excepto el 5º, de nombre ‘Legionario‘, nº 179, que tuvo un gran fondo, a pesar de romperse una mano, y fue indultado. El 1º y el 2º, a pesar de su baja casta, cuando se hizo todo a su favor, resultaron manejables.

Antonio Ferrera (de grana y oro, con remates en negro), dos orejas y ovación.

Luis Bolívar (de verde botella y oro), oreja y dos orejas simbólicas.

José Arcila (de grana y oro), oreja y silencio.

Incidencias: Tras el paseíllo, fue obligado a saludar Marco Pérez, que debutaba hoy de luces en Manizales y no pudo hacerlo tras ser vetado por parte del ministerio de Trabajo del Gobierno de Gustavo Petro.

 

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