Restablecido de su malestar digestivo, el chaval salmantino Marco Pérez, de 15 años de edad, recibió a su primero, soso, pero, toreable, con un farol de rodillas y, de pie, instrumentar tersas verónicas. Lo llevó al caballo por rítmicas chicuelinas caminándole y mejor quitó por chicuelinas. Con la tela escarlata, comenzó vaciando por alto, seguido de derechazos estéticos y aguantando en tres series. En un momento de gozo torero se vio en apuros y supo resolver. Mas derechazos y naturales valientes. Aliñó y dejó una estocada casi entera entre gritos de ¡torero! El astado no dobló, falló al descabellar, le sonaron los tres avisos, se le fue vivo a los corrales y, el chaval enrabietado, se metió al callejón en medio de una gran ovación.
En su segundo, Marco volvió a recrearse en lances a la verónica y lances a pies juntos. Con la muleta, tras brindarle a su maestro José María Manzanares, inició doblándose de manera torera con el soso y rajado astado. Aun así, le dio la lidia adecuada para engarzar derechazos y pases en redondo, naturales con oficio, más toreo diestro empeñoso y en redondo de mucha importancia. Volvió a estar mal al matar y le sonaron un aviso, además de aplausos.
Regaló el tercer novillo, de la misma casa ganadera titular, al que Marco recibió con verónicas a pies juntos y quitar vistosamente por navarras, todo hecho con mucho empaque al soso, pero, noble ejemplar, Su quehacer muleteril, previo brindis a la familia Barba, lo inició con ayudados por alto, un cambiado por la espalda, el de trinchera y el de pecho para continuar por derechazos y naturales que emocionaron a la gente. Vinieron detalles de evidente torería, apareció su toreo circular, manoletinas y serie de trincherillas para abrochar la faena. De nuevo no acertó con la espada y el público lo llamó a dar la vuelta al ruedo.
Las mejores instantáneas del festejo, a continuación:
