spot_img
spot_img

Emilio de Justo: «Es más duro matar seis toros en Las Ventas que estar once años sin pisar esa plaza»

Imagen: EMILIO MÉNDEZ

Emilio de Justo ya no es un niño, ni el triunfo le ha llegado llovido del cielo. Dentro de siete días matará seis toros en Madrid, esa plaza en la que estuvo once años sin que lo contrataran. Pero el peso de la púrpura es más duro que varios trienios de ostracismo…

A veces pienso que no le sale la voz del cuerpo, pero no es eso. Es sólo que habla con la pausa que requiere una apuesta de esta envergadura. La noticia de esta mañana de domingo no es el triunfo de cuatro orejas y un rabo que obtuvo ayer en Almendralejo, sino que le queda un día menos para su encerrona en Las Ventas. Concretamente, siete. ¿Pasan rápido?, pregunto. «Hace dos meses que tomé la decisión y, aunque en aquel momento parecía algo lejano, la realidad es que ha llegado enseguida. Además, como mi mente está prácticamente enfocada a esa tarde, los días vuelan».

En Castellón, tuve la sensación de que toreabas con la mente puesta en Madrid, y que el jabonero ese de Juan Pedro, tan áspero y con tanto genio, te pilló de sorpresa. ¿Fue así?

Pues sí. Vas con la idea de que una corrida de Juan Pedro no va a exigir demasiado, que el bueno te va a dejar muy a gusto y que, el que no sirva, no te va a molestar en exceso, y ese toro me descolocó. Hacía mucho tiempo que un toro no me tocaba tanto la fibra, en el sentido de buscarle las soluciones y no encontrárselas. De alguna manera fue un querer y no poder porque no conseguí imponerme a él. No tuve buenas sensaciones e incluso no tuve reparo en reconocerlo en los micrófonos del Canal Toros.

¿Esas cosas generan dudas de cara a tu apuesta del Domingo de Ramos?
No, no, no… No, porque confío mucho en mí. Incluso me vino bien como enseñanza porque, por ejemplo, para la tarde de ayer me mentalicé de otra forma, en el sentido de que la afronté con la idea clara de que no se podían tirar líneas, de que tenía que salir a tope, de que, cuando acabara mi actuación, me tenía que marchar de allí con buenas sensaciones de cara a lo de Madrid. Y así fue. El lote de Cuvillo fue bueno pero exigente, corté cuatro orejas y un rabo y salí de la plaza con la moral muy arriba.

Ni eres un niño, ni el triunfo te ha llegado llovido del cielo. Toda esa experiencia te tiene que hacer, a la fuerza, totalmente consciente de la dificultad del reto del domingo. ¿Eso ayuda o atenaza?
Ser tan consciente de la dificultad genera preocupación, eso es lógico, pero es que esa preocupación es necesaria para luego poder afrontar el reto. Sé lo que me juego, lo que me va a exigir el público, lo que pesa esta plaza, la seriedad del toro… En definitiva, conozco las dificultades de la apuesta, y por tanto no me va a coger de sorpresa. Porque esto es muy bonito, sí, tengo el privilegio que no cualquier otro torero tiene, pero la mente hay que tenerla en contacto con la realidad, y la realidad es que voy a tener que superar muchos obstáculos. Esto no es ninguna broma. Si me preguntas ahora mismo, sólo puedo decirte que estoy muerto de miedo.

¿Es más duro matar seis toros en Madrid o estar once años sin torear en Las Ventas, como tú estuviste?
Yo creo que la situación actual es más dura. Esa responsabilidad es tremenda. Cuando no toreas lo pasas mal y tal, pero estás tranquilo, entrenas, vas al campo cuando puedes, la gente te arropa porque tienes ese halo de pobrecito… Pero ahora mismo la responsabilidad y la exigencia con el aficionado, con el toreo y con uno mismo es mucho más grande.

Todos, pública o privadamente, opinamos sobre tu apuesta. En general, se piensa en muchos ámbitos que estratégicamente es un error esta encerrona antes de San Isidro. Esto me lleva a recordar algo que dijo José Miguel Arroyo «Joselito», al hilo de su encerrona en Madrid. «Como salió bien, mi apoderado y yo éramos unos fenómenos. Si llega a salir mal nos hubieran dicho que éramos unos julais»…
Es que la vida es así, ¡ja, ja, ja! Es que no hay otra, no hay más explicación. En la vida, dependiendo del resultado, aciertas o te equivocas. Yo, desde luego, doy este paso sabiendo la magnitud del reto y, a la vez, con toda la ilusión del mundo. Pero qué sabe uno lo que va a suceder… ¿Que no lo necesito? De acuerdo. ¿Que, sin embargo, merece la pena? Por supuesto.

¿De esos seis toros, cuál te preocupa más a priori?
Son ganaderías que conozco bien, y también los encastes, y si las he elegido es porque confío en ellas. Algunos taurinos me han preguntado que qué pinta ahí un toro de Palha, pero a mí no me genera incertidumbre más allá de la propia de cualquier otro toro. Yo he tentado mucho en esa casa y en las últimas corridas que ha lidiado en Madrid le he visto toros muy importantes. Pero importantes y, a la vez, muy buenos para el torero.

¿Y aparte de los toros, te preocupa la respuesta del público?
Siempre quieres ver la plaza llena, con un ambientazo, y yo confío en que así sea. Lo que me cuentan es que la taquilla va cada vez mejor. Estoy tranquilo en ese aspecto y ya veremos qué sucede cuando llegue el 10 de abril. Ahora mismo todo son especulaciones.

¿Has hablado con algún torero con experiencia en encerronas de este nivel?
No. Lo que sí he hecho es ver vídeos de las de otros compañeros, unas triunfales y otras no tanto. En este tipo de corridas lo que está clarísimo es que el aspecto mental es el 90% del éxito o del fracaso. Mantener el ánimo y la serenidad si las cosas se ponen cuesta arriba será fundamental.

¿Esto es por puro compromiso y orgullo profesional o hay algo de reivindicación en ello?
No es ningún órdago, ni yo quiero rebelarme contra nadie, ni cambiar el sistema, ni nada… Yo estoy a gusto y feliz como torero, a veces me contratan en algunas plazas y a veces en otras no, como le pasa a cualquier otro torero, y no hay que darle más vueltas. Lo del día 10 de abril es una apuesta personal conmigo mismo, con mi profesión y que va a quedar ahí en mi historial como torero. Todo lo que he conseguido en mi vida como torero ha sido apostando. Y además lo hago porque a veces la Fiesta necesita arranques de pasión de este tipo por nuestra parte.

¿Desde el día que dices que sí, te cambia la vida?
Sí, porque es como si después del 10 de abril no existiese nada.

Y por último, ¿hay alguna sorpresa prevista?
No está la cosa para sorpresas… ¡Ja, ja, ja! Mira, yo soy un torero bastante clásico y Madrid es una plaza muy sobria. Luego, si surge algo improvisado estupendo, pero en principio no tengo nada previsto, aparte de intentar cogerle a los seis la mano izquierda…

Que no es poco… ¡Suerte!

 

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

RELACIONADO

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img