Daniel de la Fuente se recupera de la gravísima cornada que sufrió el pasado 1 de mayo en Talamanca del Jarama. Su intención es reaparecer el domingo en Córdoba, lo que supondría una recuperación en tiempo record.
Esta tarde se pondrá delante de una becerra a modo de prueba definitiva. «Mi ilusión y mi intención es torear -explica- y muy mal tiene que estar la cosa esta tarde para caerme del cartel. También te digo que si doy el paso no valen lamentaciones. La gente, cuando te ve allí con el traje de luces, no tiene por qué perdornarte nada».
El día a día desde hace una semana consiste en sesiones de rehabilitación y fisioterapia, unas para recuperar la movilidad y la fuerza en la pierna; y las otras, para descargar la musculatura y también para evitar que se produzcan adherencias en la herida. «En el gimnasio menos, pero en el fisio lo paso muy mal. No es agradable», reconoce Daniel, que apenas ha cogido la muleta para torear de salón.
Los primeros días, con sus largas noches en el hospital, fueron duros, con fuertes dolores generados por los destrozos que produjo el pitón del novillo de La Guadamilla, pero luego fue mejorando. «Si te digo la verdad -explica el novillero- los últimos días de ingreso me los he tomado como unas pequeñas vacaciones, con mi madre a mi lado cuidándome. Además estaba orgulloso de lo que me había pasado. Estaba pletórico, como si hubiera cortado cuatro orejas. Sentía además el cariño de todos los profesionales y eso reconforta mucho».
Antes de todo eso, los momentos posteriores al percance se vivieron con una gran tensión, mitigados por la presencia y actuación del doctor Enrique Crespo, siempre un seguro de vida por su experiencia y saber hacer. «Sabía desde el primer momento -recuerda- que llevaba la cornada, y me asusté porque también me vi la sangre cayéndome por la cara, por la cornada que me había pegado en el labio, que era muy aparatosa. Me tenía que sujetar el colgajo con la mano mientras me llevaban a la UVI móvil». Pero la cornada fuerte fue la de la pierna, un bautismo de sangre muy severo. «Sólo quería que me durmieran», confiesa ahora que ha pasado lo peor, y habla con orgullo de estas primeras medallas. «Me siento más torero ahora», sentencia el joven, y además habla de la cornada de espejo que lucirá a partir de ahora. «Me han dicho que podían ponerme un tratamiento para que se note menos la cicatriz, pero ni hablar. La de la boca es una cornada muy torera».
Esta tarde la prueba definitiva y si Dios quiere, el domingo la hora de la verdad. «No tengo miedo, esto me ha reafirmado aún más en mis convicciones». ¿Torearás en Córdoba el domingo?, le insisto. «Soy novillero y la ilusión puede con todo».