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El duende al natural de Morante y la hondura de Urdiales, que rozó la Puerta Grande, sendas orejas en Zaragoza

Morante de la Puebla y Diego Urdiales pasearon sendas orejas, esta tarde, en la novena de la Feria de El Pilar. Un espectáculo condicionado por la blanda y carente de raza condición mostrada por la pareja corrida de Juan Pedro Domecq, en la que sólo se salvó el buen fondo del cuarto y la calidad y duración del quinto. Con ellos, Morante tiró de inspiración para armar una faena con naturales de cante grande en una faena engalanada con remates caros, mientras que Urdiales construyó una faena llena de hondura y toreo despacioso que, de no haber pinchado, le habría sacado del Coso de la Misericordia en volandas. Alejandro Talavante, tras el varapalo de los tres avisos en Madrid, demostró buena actitud en el tercero, toro a menos dentro del peor lote de la tarde, que le dejó inédito en el sexto.

Toro grande, lleno y hondo, bastito, amplio de sienes, aunque agradable, el cornidelantero quinto fue un toro que tomó la muleta con cierta clase en las cadenciosas verónicas del saludo de Urdiales. Cumplió sin más en el caballo y se movió en banderillas. Fue el toro con más calidad y, sobre todo, duración. Urdiales lo hizo a fuego lento. Faena a más, arrebatada, en la que exigió por abajo al ‘juampedro‘ y dejó muletazos de una enorme plasticidad y hondura. Especialmente, una tanda en redondo con la diestra, provocando siempre la acometida del toro para después ralentizar su embestida. Lástima del pinchazo, antes de una buena estocada, porque seguramente, le hubieran pedido con fuerza la segunda oreja. Pese a ello, logró un trofeo.

El segundo fue un animal más bajo que el anterior, de lomo recto y con buen cuello, con la cara bien colocada, que repitió en el saludo de capa de Diego Urdiales. Derribó en la primera vara, derrotando al equino por el cuello, y claudicó en la segunda. Blandeó mucho desde ese primer tercio y galopó rebrincado en banderillas. Brindis sentido y de buen compañero, atento de cuidar los detalles, el del riojano a Mariano de la Viña, que cayó herido de mucha gravedad años atrás en este mismo ruedo. Fue un animal muy cogido con alfileres, que perdió reiteradamente las manos. Urdiales lo intentó con ambas manos antes de dejar una estocada efectiva.

Basto y alto, ensillado, con las puntas hacia delante, pareció salir con más bríos el cuarto. Le pegó buenas verónicas sueltas Morante, que galleó por chicuelinas con medio capote prácticamente. Fue el que más se empleó en el peto hasta ese momento, si bien, tampoco andaba sobrado de energías. Un volatín empeoró este defecto. No obstante, el animal pareció venirse arriba en el tercio final.

Morante supo administrar sus inercias y buen fondo para lograr cuajarlo por ambos pitones. Lo llevó a media altura, muy templado en derechazos limpios y despaciosos. Sin embargo, el diapasón de la faena creció con la zurda. Naturales sedosos, profundos, a cámara lenta. Los detalles, de cante grande. Pura inspiración. Ya fuera un acompasado molinete o un farol para iniciar la serie al natural. La estocada casi entera, algo tendida, resultó suficiente y paseó una oreja sin discusión, que paseó en una clamorosa vuelta al ruedo.

Rompió plaza un colorado con caja y esqueleto, grande y bastito de hechuras, cornidelantero, que salió frío y le faltó entrega en el percal de Morante en los templados lances a la verónica del recibo. Se dejó en varas y cumplió el trámite en banderillas. Después, fue un toro que tuvo bondad, pero estuvo muy al límite de fuerzas y de raza. Por ello, el sevillano lo mostró por ambos pitones y fue por al acero: dos pinchazos y estocada.

Con dos faroles en pie, recibió Alejandro Talavante al tercero, que tuvo codicia a pesar de quedarse algo corto en el posterior recibo a la verónica, primero a pies juntos, del pacense. Un toro largo, algo cuestarriba, acapachado y abierto de pitones, que no se empleó en exceso en el peto. El quite, por chicuelinas, muy jaleado. Se desmonteró Jesús Díez ‘Fini’ con las banderillas en un tercio en el que el toro galopó y tuvo ritmo. Brindó al respetable y comenzó por estatuarios, cambiando por la espalda a mitad de tanda. Con actitud, Talavante, hubo dos buenas tandas sobre la diestra, pero el animal, al que faltaron finales siempre, empezó a perder celo y la faena fue yendo a menos. Tampoco ayudó que la espada quedara defectuosa.

Cerró plaza un astado bajo y con volumen, hondo, muy rematado, bien presentado, pero sin exageraciones por delante. Enseguida, ya en el primer tercio, comenzó a mostrar su floja condición. Muy blando, pasó el corte del palco y, luego, fue imposible para Talavante poder sacar partido de él. Pasadísimo desde la primera tanda, el extremeño, visiblemente contrariado, se vio obligado abreviar. Inédito.

RESEÑA

hierro juan pedro domecq

Plaza de toros del Coso de la Misericordia, en ZaragozaEspaña. Novena de la Feria de El Pilar. Lleno de ‘No hay billetes’. Toros de Juan Pedro Domecq, parejos y de correcta de presentación. El 1º y el 2º, muy blandos y en el límite de todo; el 3º, noble, aunque le faltaron finales, fue  perdiendo celo, pronto a menos; el 4º, con inercias y buen fondo; el 5º, el de mayor clase y duración; y el 6º, blando y parado, muy deslucido.

Morante de la Puebla (de sangre de toro y oro), silencio y oreja.

Diego Urdiales (de verde billar y oro), silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Alejandro Talavante (de blanco y oro), silencio en ambos.

Incidencias: En el tercero, se desmonteró en banderillas, Jesús Díez ‘Fini’. 

 

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