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Volvamos más fuertes

La última del año. Y menudos 365 días. Un año para la historia en lo taurino, a pesar de las numerosas plazas de primera que se han quedado atrás en la organización de festejos. Para hacérselo mirar, no podemos permitir que esto ocurra de nuevo la temporada que viene.
Valencia, Pamplona, Bilbao, Zaragoza… el aficionado las tiene que exigir, con todo lo que conlleva.
Pero no hay que caerse en las sombras de un año con tantas luces. Volvió la Casta Navarra, primero con Reta y luego con Arriazu. Hubo novilleros, gobernando el escalafón, como Isaac Fonseca y Manuel Perera, impasibles. Volvió Talavante, solo por una tarde, poniendo Arles boca abajo. Embistieron Miuras, Victorianos, de D. Santiago Domecq y de La Quinta, entre otros tantos. San Isidro bajó a Vistalegre,  haciéndose presente en capotes como el de Aguado, en muletas como la de Ortega. Emilio De Justo mandó lo que se le entró en gana, ya fuera saliendo a hombros en Jaén, en Madrid o casi en Sevilla, proclamándose figura del toreo. Ginés tiró abajo la puerta grande de Las Ventas, reventaron también Sevilla Urdiales, Escribano, y, faltaría más, Morante. Escribir el oro en una temporada así es algo que el aficionado no olvidará nunca. La que formó en Sevilla vestido de rosa y azabache. Volver a Madrid para triunfar y llenarla. Matar todo tipo de encastes, con mayor o menor fortuna. El año ha sido suyo porque así lo ha querido, y no se hable más. Ha dejado claro cuál debe ser el papel de una figura del toreo.
Y es que este año ha sido un tiempo que debería de servirnos para reflexionar acerca de muchos factores pertenecientes a nuestra Fiesta. Se puede ser figura y matar todos los encastes. Se puede sacar rentabilidad aun con entradas con precios populares. Se pueden organizar corridas concurso arriba y abajo, se puede hablar con los antitaurinos para defender lo nuestro por la vía de la palabra. Se pueden llenar los tendidos de gente joven. Se puede, pero a veces no se quiere lo suficiente. Quizás deberíamos de querer más.
Se nos va 2021, pero se quedan muchas cosas, tantas que, difícilmente podrían resumirse en una editorial. Del maldito bicho mejor ni hablar, que suficiente tenemos todos con aguantar semejante bombardeo. Solo pedirles que se cuiden, que amen y que tengan fuerzas suficientes para aguantar lo que se venga. Que en menos que se toca un clarín, habrá terminado al menos esta sombra. Volvamos más fuertes, esta vez de verdad, en el 2022. Tengamos próspero año nuevo.
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