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Cayetano en Paquirri y Román en Román, primeros nombres de la feria de Fallas

La feria de Fallas echó a andar en plan serio con sol y una temperatura veraniega. Esa fue la primera gran noticia, sobre todo por venir del ciclo más pasado por agua que se recuerda y porque el sol en Valencia siempre suele ser un gran aliado de la taquilla.

Dos tercios de plaza cuajada, merced al astro rey y a los compromisos en forma de entradas de la Diputación con sus ayuntamientos, por un público que asistió a la lidia de una corrida de Montalvo, bien presentada, que tuvo de todo. Fueron tres y tres, más preparados los cinqueños que cerraron el envío, pero todos con su integridad y romana. Interesante la tarde en el apartado ganadero, con un claro desafortunado en el sorteo: Ginés Marín. Cayetano y Román, por su parte, lograron pasear un trofeo para convertirse en los primeros nombres propios del ciclo josefino.

Al madrileño, lo del ADN torero le viene por dos ramas. Pero fue claramente por el palo Rivera, muy en Paquirri, por el que amarró el triunfo con el encastado cuarto. El valenciano, por su parte, fue fiel a sí mismo. Más templado con el segundo que con el bravo quinto -de premio el tercio de varas que protagonizó con él Santiago Morales “Chocolate”-, puso todo de su parte para amarrar el triunfo. La espada, una vez más, le dejó sin la anhelada puerta grande en la plaza de su tierra.

 

Tarde de matices, de contrastes, de aterrizar en una plaza con ambiente a modo de previa de una feria en la que lo mejor, seguro, está por venir. Así te la hemos contado toro a toro en TORETEATE:

Colorado, ojo de perdiz y un tanto despegado del suelo el abreplaza, lo recibió Cayetano muy pegado a tablas para protegerse de un molesto viento que llegó como convidado de piedra en una tarde espléndida. 27 grados y buen ambiente en los tendidos. El sol y los regalos de entradas de cortesía para arrancar con buen pie la feria, al rescate de la taquilla.
Fue el de Montalvo un toro de escaso poder. Pese a ello, a punto estuvo de llevarse por delante a Rafael de la Rosa en un par de ocasiones. Tesonero Cayetano, pero sin acabar de verlo. Ni al toro, ni al viento. Lo mató pronto y relativamente bien, algo que la parroquia agradeció.

La rivalidad afloró en el tercio de quites del segundo, que tampoco fue un dechado de fuerzas. Lo recibió Román animoso en el tercio y Ginés Marín se hizo presente tras el segundo puyazo. Clase y temple en el percal del extremeño, especialmente en la torera larga. Replicó el valenciano por su palo, el de los bemoles traducidos en gaoneras. Pena que el de Montalvo acabara claudicando ante tanta matraca.

Brindó Román a sus paisanos. Llegó caminando en el alambre al último tercio el de la divisa salmantina pero lo entendió a la perfección, dándole distancia en las primeras series para aprovechar inercias y que el muletazo surgiera más largo. Mejor sobre la mano derecha que al natural, surgió la versión más templada de un Román que dejó dos pases de pecho enormes. El final del trasteo, más metido entre los pitones, fue el preludio de una estocada hasta las cintas que precisó de un golpe de verduguillo. Cortó una oreja con toda justicia.

Rebujito” hizo tercero y tenía bonito hasta el nombre. Armonía en las hechuras pese a los 560 kilos que rezaba la tablilla. Embistió de salida con mayor celo que sus hermanos y llegó con motor al último tercio. Ginés Marín le planteó un poderoso inicio por abajo, visto lo que aconteció después, quizá demasiado.

El de Montalvo, encastadito, fue una prenda por el lado izquierdo, pitón por el que a punto estuvo de herir a Ginés. Por el derecho tuvo más posibilidades, pero cerró la persiana demasiado pronto. Sin opciones el torero extremeño, que lo mató pronto y bien.

El cuarto era un tren, cinqueño, agresivo por delante y despegado del suelo. Derribó con estrépito en la primera vara y le complicó la vida a las cuadrillas en banderillas. Llegó a la muleta con la incertidumbre de no haberse lidiado en condiciones. No le importó a un Cayetano que brindó al respetable e inició la faena de muleta sentado en el estribo, para acto seguido echarse de rodillas. Muy en Paquirri, muy arrebatado. Y muy celebrado aquello por el público.

Encastado el ejemplar de Montalvo, con un pitón izquierdo superior que no acabó de ser sometido. Por el derecho la faena transmitió más. Acertó el torero en el metraje y se tiró a matar tras el epílogo de hinojos. Del embroque y de su peculiar manera de ejecutar la suerte suprema, salió Cayetano encunado y con la taleguilla desmadejada. Rodó sin puntilla el astado y la gente llegó a pedir la segunda oreja con fuerza. El palco impuso su criterio con cordura.

Santiago Morales «Chocolate» se encargó de recordarle a la plaza entera que el tercio de varas no es un mero trámite. Y lo hizo tras recetarle dos soberbios puyazos a un tío de 615 kilos, bizco del pitón izquierdo y que fue bravo como un tejón. En el caballo y en la muleta. Se escapó de milagro Román de la cornada en un pase cambiado por la espalda de rodillas. Ya de pie e ileso, hubieron dos tandas de muletazos que fueron pura emoción.

Lo que iba para faena grande se interrumpió en un pase de pecho en el que el toro perdió las manos. La banda de música dejó de tocar y Román ya no fue el mismo cuando hubo que aplicar el mimo y la suavidad. Con todo, si lo llega a matar de primeras tras las ceñidas manoletinas, le corta la oreja.

No tuvo ninguna opción Ginés Marín con el sexto, muy manso y deslucido. Por mucho que quiso buscarle las vueltas, por mucho que le planteó batalla en los terrenos que buscaba el funo, aquello fue literalmente imposible.

 

RESEÑA

Plaza de toros de ValenciaEspaña. Segunda de la Feria de Fallas. Tarde espléndida en la que molestó el viento. Dos tercios de entrada. Toros de Montalvo, bien presentados. Más fuertes 4º, 5º y 6º, cinqueños. De juego desigual, destacando el 2º por su buena clase, el 4º por su encastada condición y el 5º por bravo en el caballo y en la muleta. Deslucido el 1º y manso de solemnidad el 6º.

Cayetano (de azul rey y oro), silencio y oreja con petición de la segunda.

Román (de gris plomo y oro), oreja y ovación tras aviso.

Ginés Marín (de berenjena y oro), silencio y palmas de despedida.

Incidencias: Destacó Santiago Morales «Chocolate» en el tercio de varas del quinto, al que recetó dos soberbios puyazos.

 

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