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Una alternativa accidentada: Antonio Bienvenida y los Miura

En recuerdo de una figura antológica, Antonio Bienvenida.

Es el año 2022 un tiempo lleno de efemérides, a los centenarios de las muertes de Granero o Varelito hay que sumarle el setenta y cinco aniversario de la muerte de Manolete o los cien años del nacimiento de Pepe Luis Vázquez y Antonio Bienvenida. La vida del maestro Bienvenida, una de las diez grandes figuras de la historia, está llena de anécdotas y, en este artículo homenaje a su figura, vamos a recordar la curiosa historia de su alternativa, con toros de Miura y unas noches en prisión.

Antonio Bienvenida en un retrato de estudio (Fotografía Alfonso)

 

LA PREPARACIÓN DE LA GESTA

Tras actuaciones memorables de novillero y con la fama que le concedía ya de por sí el apellido “Bienvenida”, Antonio llegaba a la alternativa con muy buen cartel y muchísima expectación. Lejos de acomodarse, el maestro nacido en Caracas (por mero azar, pues él se consideraba sevillano) decidió que ese día tan señalado pasara a la historia y puso en marcha la idea de doctorarse con los temidos toros de Miura.

Cuenta Filiberto Mira en su biografía dedicada al torero que, en el día de San José del año 1942, el torero junto a su padre acudió a la finca para ver los toros de Miura y elegir los que serían lidiados, junto a su hermano Pepote, en la fecha programada para el doctorado: el 5 de abril (domingo de Resurrección) de ese mismo año.

Como curiosidad, decir que sería la primera corrida que Eduardo Miura lidiase en Las Ventas, pues pocos meses antes había recibido la titularidad del hierro de manos de su padre y tío.

«Una locura de el Papa Negro”, se comentaba en las tertulias con respecto a la decisión de matar Miuras en día tan señalado, pero la decisión la tomó personalmente el propio matador. Una decisión tan firme, que como contaremos a continuación, le costó pasar tres días junto a su hermano en el calabozo.

 

UNA DECISIÓN TORERA QUE ACABÓ CON NOCHES EN PRISIÓN

Pero la gesta, no salió como se esperaba. Resultó que al llegar los «miuras» a Madrid, se pelearon en el desencajonamiento, unos con otros, y varios quedaron maltrechos. Los veterinarios, tras la inspección en los corrales, argumentaron que los seis no podían lidiarse, obligando a la autoridad competente que con los sobreros que se encontraban allí, se remendase el encierro y así, celebrar el festejo en la fecha indicada.

La empresa, en un ardid empresarial, opinó que, con el cartel de «no hay billetes» en las taquillas, un preventivo anuncio advirtiendo de la sustitución de parte de la corrida por no dar tiempo a traer nuevos toros desde Sevilla, quedaba todo dentro de la legalidad.

Sin embargo, los que no opinaron lo mismo fueron los hermanos Bienvenida. Para Antonio era una cuestión de dignidad profesional y un compromiso de honor con su propia historia y con la afición a la que le había prometido lidiar «miuras” en su alternativa, por lo que él y Pepote se negaron en rotundo a torear.

Y aquí es cuando se armó el revuelo: resultó que la autoridad no estimó pertinentes las alegaciones de los diestros (que ante todo manifestaban que no admitían engañar al público y que pudieran pensar que era un ardid para evitar enfrentarse a los toros del legendario y temido hierro) y ordenó la encarcelación de los espadas en la madrileña “Prisión de Porlier”.

Pepote y Antonio estuvieron en el calabozo durante tres días, y como dio tiempo, entre tanto, a traer nuevos «miuras», con las nuevas reses se completó el encierro y al fin se dio la corrida del doctorado en el coso madrileño el jueves 9 de abril de 1942.

Los hermanos Bienvenida antes de comenzar la corrida del doctorado de Antonio (Agencia EFE)

 

EL DOCTORADO DE UNA LEYENDA

En lo artístico la tarde fue de intermitencias, con ráfagas de olés y otras de hastío, como suele ocurrir, cuando el ganado embiste desigual para la lidia. No los hubo ni rotundamente peligrosos ni tampoco salió uno de esos «miuras» con sobrecarga de nobleza, que también se dan en esta ganadería, exigiendo un torero excepcional que sea capaz de estar a su altura.

Antonio que a lo largo de su vida mató medio centenar de los de este hierro, se habría de encontrar de los unos y de los otros, pero en la corrida de su alternativa se halló con un lote de los que imponen el pasaportarlos con prontitud y aseo. Aunque hasta el pase cambiado le dio al cárdeno «Cabileño» (así se llamó el que le cedió Pepote), en la jornada de su doctorado no obtuvo, ni muchas palmas ni muchos pitos.

Estuvo sobrado lidiando a tres toros ariscos y derramó, como muestra, algunas gotitas del perfume de su arte. El gesto se cumplió con el mérito de que los «miuras» no fueran cómodos ni fáciles. (1)

La historia de un matador de toros de leyenda comenzaba y, su carrera profesional y su vida personal lo hicieron convertirse con el tiempo en uno de los grandes toreros de la historia.

Cartel de la alternativa de Antonio Bienvenida (vía Todocolección)

(1) Mira, Filiberto. Antonio Bienvenida, historia de un torero. Seix Barral Hnos. S.A. Barcelona, 1977.

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