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Un toro para el primer tercio

La mayor forma de incoherencia es separar el discurso de los hechos. Morante dijo que estaba aburrido de matar juanpedros pero sigue erre que erre.

Un genio tiene esa ventaja: puede decir lo que quiera, que luego pega tres lances y todo el mundo a tragar, por no utilizar otro verbo. Pero ahora que todo el mundo al fin es morantista, lo divertido es pasarse al lado contrario de vez en cuando, aunque sólo sea para incordiar. Por las cosas que le hace al toro lo tengo imposible, pero por las que dice, a veces la deja botando para darle leña al mono, que es de goma. Achacó José Antonio el parón que le pegó su primer toro en el inicio de un lance a un defecto de visión. «Burriciego» fue el diagnóstico, pero el maestro sólo llevaba razón a medias. Por lo de «burri», no por lo de «ciego».

Es cierto que fue el único ejemplar con clase de la tarde, el único que embistió con cierto estilo cuando no tropezó la muleta, pero cuando un toro se queda parado de esa manera en el embroque de un lance recién salido de chiqueros, como si llevara dos puyazos, tres pares de banderillas y cuarenta pases, entonces es que hemos llegado a un límite inconcebible (e inadmisible) en un animal al que se le supone una mínima pujanza.

Si no queremos caer en un partidismo absurdo, las ganaderías sólo han de juzgarse atendiendo al momento por el que atraviesan, y el de Juan Pedro Domecq hace tiempo que se ha convertido en un toro sólo válido para el primer tercio, salvo excepciones localizadas especialmente en plazas de escasa exigencia, con reses de menos de 500 kilos. La de esta tarde ha sido una muestra más, aunque maquillada por los toreros que había enfrente, que disimulan con la emoción estética de sus respectivos estilos la falta de esa otra emoción que aporta el toro bravo, y que en este caso no ha aparecido por ningún sitio.

Porque la tarde fue un desastre, pero los seis lances de Ortega, los tres de Morante y los doce muletazos de Aguado a ver quién los iguala. Dicho de otro modo, a ésta la cogen tres matatoros y meten fuego a la plaza con Juanpedrito dentro.

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