El matador jienense hace un esfuerzo con el mejor lote de la pobre corrida de Victorino
El minuto de silencio a la memoria de Paquirri, fallecido en Pozoblanco hace 37 años, se vio interrumpido por una despistada voz que pidió un viva por España. Ya ha pasado el tiempo del himno en cada festejo. Lo que jamás pasará es el recuerdo al maestro de Barbate.
Este domingo volvió a Madrid el clásico Rastro después de la cancelación de los puestos durante más de año y medio. Todavía se encuentran carteles de seda, dibujos, cerámica y libros de temática taurina. Un paseo imprescindible para cualquier aficionado.
El lote de más opciones de la corrida de Victorino Martín fue a parar a las manos de Alberto Lamelas, que recibió a sus dos oponentes de rodillas a portagayola. Los dos tuvieron una amplísima cara. El que hizo segundo, humilló con fijeza y sin derrotes aunque faltándole un tranco. Mejoró en varas y banderillas. Llegó a la muleta con buen tranco y transmisión. El matador jienense se puso muy de verdad, logró una tanda de buen trazo yéndose detrás. Al sentir poder, el victorino comenzó a desarrollar violencia en sus arrancadas. El primer embroque de cada serie era un milagro por lo cerca que pasaba, Lamelas continuó con la misma verdad pero el toro ya no era el mismo. La estocada cayó unos dedos desprendida. Ovación con saludos tras aviso.
El quinto, muy amplio de cara también, protagonizó un emotivo saludo tras librar la portagayola. Lamelas consiguió que se encontrara el capote en la cara todas la veces. Perdió pie al rematar pero afortunadamente el toro no hizo por él. Bien picado por David Prados y con un gran par de banderillas de José Mora. Le brindó la faena a la ganadera de Mollalta. Fue un toro con humillación, con buen fondo, recorrido y nobleza. Lamelas estuvo muy dispuesto con él, entendiéndolo especialmente sobre el pitón derecho. Con el izquierdo no encontró el mismo acople pero se esforzó por agradar con gran compromiso. La estocada viajó de nuevo baja y saludó una ovación tras aviso.
La clarividencia de López Chaves quedó plasmada desde los albores de la tarde. El primero, flojo de remos, se quedó corto desde que el salmantino lo quiso empujar hacia delante. Se volvió con una ligereza que contrastaba con sus caídas. Lo cuidaron en la lidia. Chaves se fajó con él desde el principio, muy centrado en todo momento, aliviándolo por alto pero sin escatimar en su cabal colocación. Mereció más eco la profesionalidad del salmantino, que logró muletazos de considerable trazo –aunque de uno en uno– en el tramo final de la faena.
Tampoco le dio posibilidades el cuarto, un toro que no rompió en ningún momento. Resultó en muchos momentos complicado con el añadido de no transmitir ese peligro. Por el izquierdo fue soso y andarín. López Chaves se volvió a mostrar centrado, sin perder el ánimo en ningún momento. Con gran precisión en todo lo que hizo salvo a la hora de entrar a matar, que se encontró con hueso en varias ocasiones.
Jesús Enrique Colombo se encontró con la dureza de Madrid, especialmente en el sexto. Se puso la gente en contra en dos pares muy pasados aunque intentó arreglarlo en el tercero, más en la cara. Ese toro estuvo muy bien picado por Israel de Pedro y excelentemente bregado por José Manuel Mas. Fue un toro complicado, que se venía muy recto, con el que el matador venezolano estuvo francamente entregado. No fue reconocida su labor en su justa medida. Ante el soso y deslucido tercero se mostró más discreto con la muleta aunque firmó un gran tercio de banderillas.
Ficha del festejo:
Domingo 26 de septiembre de 2021. Segunda de feria. Toros de Victorino Martín, bien presentados aunque de juego desigual. Destacó el 5°.
López Chaves, silencio y silencio.
Alberto Lamelas, saludos tras aviso en ambos.
Jesús E. Colombo, silencio y silencio tras aviso.
Incidencias: 3ª de la Feria de Otoño. Al finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio por el Maestro Francisco Rivera «Paquirri».