Tomás Rufo se ha llevado todos los premios de la Feria de Castellón, cuyo plantel de figuras no era precisamente escaso. Era la cuarta corrida de su incipiente carrera como matador de toros, y en ella hizo lo mismo que en las tres anteriores. O sea, demostrar que no está aquí para perder el tiempo.
Porque este joven toledano que habla con naturalidad, sin creerse nada, ha puesto a todo el mundo a cavilar. Si repasan los vídeos de su actuación, observarán que nadie en el callejón le quita ojo mientras torea. «Medirte con las figuras impone -reconoce Tomás- pero también motiva una vez que empieza la tarde. Pero para mí, tener a El Juli, que ha sido un referente en mi vida, a 2 metros justo antes de hacer el paseíllo impresiona, impacta. ¡Si yo soñaba ser como él cuando era pequeño! Luego empieza la tarde y yo me meto en mi burbuja, y esa presión no me afecta una vez que sale el toro».
¿Te miran mal o todavía no?
Están muy serios pero porque la cosa no es para reírse. Yo también lo estoy porque me juego mucho cada tarde. Pero en la relación conmigo, por ejemplo El Juli siempre ha estado muy cercano y muy cariñoso.
¿Y Roca Rey, cuando le hiciste el quite a su toro?
No me di cuenta… ¡Ja, ja, ja! Yo creo que fue bonito porque el maestro luego me replicó y la gente valoró mucho ese pequeño pique que en realidad no fue ni pique. Simplemente, que yo cuando tengo ocasión y es mi turno intento aprovechar la oportunidad.
De novillero te he visto grandes tardes, pero ahora parece como si te hubieras dado cuenta de que es el momento de no dar cuartel. Sinceramente, no esperaba que fueras a arrollar de esa manera.
Es que me motiva muchísimo estar al lado de esos toreros tan grandes, y por eso saco lo mejor de mí.
¿Pero esa mentalización es cosa tuya o alguien te ha hecho ver que aquí, desde el principio, hay que dar el máximo todas las tardes?
Tienes gente al lado que te habla, los apoderados, la cuadrilla… Todos tenemos clarísimo que ésta es una temporada en la que hay que apretar, pero al final la mentalización es cosa de uno mismo. Uno tiene que tener las ideas muy claras de lo que quiere conseguir, y a partir de ello ir a por el objetivo.
¿Y tú qué quieres conseguir?
Me gustaría ser figura del toreo.
¿Pero por la vía rápida según veo, no? O sea, no cuando te toque, sino ya. Yo voy a procurar aprovechar todas las tardes al máximo para intentar llegar a mi objetivo lo antes posible, pero luego puede suceder o que tarde años en lograrlo o que no lo alcance nunca. Esta carrera es muy larga y muy complicada, pero Dios dirá.
En Castellón hubo dos faenas muy distintas, la primera de mucho valor y la otra, con otro toro más franco, toreando por momentos con mucha clase. ¿Cómo las viviste desde dentro?
La primera con mucha emoción. El toro tenía raza y su puntito de dificultad, pero de mitad de faena para delante ya lo tuve dominado. El otro toro me permitió torear más relajado, con la figura más erguida. Con la espada anduve muy bien en los dos, que también es importantísimo para remachar las cosas.
¿Con qué torero en particular te gustaría alternar que no lo hayas hecho aún?
Con todos, pero con Morante y Talavante especialmente. Me hace una gran ilusión torear con ellos.
En Sevilla por ejemplo te verás con Morante, aunque ya en septiembre, pero antes tienes otra tarde en primavera, que será además tu debut en la Maestranza. ¿Qué sientes?
Para mí cualquier tarde es de mucha responsabilidad porque estoy empezando, pero la de Sevilla si cabe todavía es más decisiva. La Maestranza es la plaza con la que todo el mundo sueña.
No fuiste de novillero por culpa de la pandemia. ¿Has estado al menos como espectador?
No, porque además me hice una promesa de pequeño, y fue que la primera vez que pisara esa plaza, tendría que ser para torear en ella, y si Dios quiere voy a cumplirla.
¿Ahora mismo, en el estado de ambición e ilusión que te encuentras, hay lugar para el miedo físico?
Hay miedo y nervios por la responsabilidad, por lo que me juego cada tarde profesionalmente, pero voy tan preparado física y mentalmente que el miedo al toro está ahora mismo en un segundo plano.
¿Aparte del toro, hay tiempo para otra cosa en tu vida?
Tengo 22 años y ahora mismo mi vida está centrada en el toro, porque después de acabar el Bachillerato no seguí estudiando. Vivo en el pueblo donde nací, Pepino, que no lo cambio por nada, y además está muy cerca de las fincas de mis apoderados. Mi día a día consiste en torear de salón, los tentaderos, los toros a puerta cerrada y salir a torear cada vez que toque.
¿No tienes ningún hobby?
Me encanta la caza, tanto mayor como menor, y cuando me sobra un poco de tiempo tiro para el monte, eso te lo reconozco.
¿Reconoces también que ligas más? Puedes contestar con sinceridad que esto no lo lee nadie, ni siquiera tus apoderados.
¡Ja, ja, ja! Aunque no te lo creas, ahora mismo no tengo la cabeza en nada de eso…
En efecto, no me lo creo. Para terminar, una pregunta seria, aunque no tanto como la anterior. Te apodera la Casa Lozano y eso hay que aprovecharlo sobre todo para hablar con don José Luis, porque don Pablo ya no está entre nosotros. ¿Lo haces?
A don Pablo lo conocí menos. Antes de que me apoderara la familia, toreé una novillada suya y ahí me lo presentaron, y enseguida me invitó a tentar a su casa. Fue para mí un privilegio pasar aquella tarde con una persona de tanta sabiduría. Y en el caso de don José Luis, ahora que tengo oportunidad de hacerlo, desde luego no la desaprovecho. Es una enciclopedia, tiene todo el toreo en la cabeza, toda la historia del toreo, y a mí me encanta que me la cuente. Si voy a la finca a tentar o a matar algún toro a puerta cerrada, cuando acabo me siento junto a él y me puedo llevar escuchando sus vivencias y sus anécdotas una y hasta dos horas.