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«Tan Poco» De Francisco de Goya

«Tan poco», Francisco de Goya y Lucientes, 1814 – 1822. Aguada, Pincel, Tinta de hollín sobre papel verjurado, 205 x 142 mm. Museo delPrado, Madrid. No expuesto.

El llamado popularmente «Álbum C» de Francisco de Goya y Lucientes es, en su conjunto e individualmente en cada una de sus piezas, una de las obras más complejas y ricas de Goya. En lo personal, es una de mis obras favoritas dentro del arte universal.
Fue realizado en la década de los 20 de hace dos siglos. Goya buscó, ya dentro del dolor de su época oscura, plasmar visiones de la vida cotidiana, de sus luces y sobre todo las sombras de una época complicada como lo fue aquella, con abundancia de figuras mendicantes y relacionadas con el patetismo trágico de la noche urbana española de su tiempo.

El mejor artista pare su mejor obra cuando la sangra, cuando la herida atraviesa su Ser, de arriba a abajo. La noche es perfecta para volar, pues no molestan los pájaros. Y sin oscuridad, no hay Luna.
Hoy, 200 años después, los salones son los nuevos ruedos. El cemento, el nuevo público. Sólo la musica perdura intacta, clarines y timbales de toque de queda. Algunos piden limosna, otros, se echan su hatillo a la espalda y se parten los pies buscándose un mendrugo de pan en medio de la tormenta.
Quien no ve en la noche no vive. Muchos, solo llegan a sobrevivir. Marineros no se forjan en un mar en calma. Nuestra música, callada, sigue ahí.
Nuestra música vive en unas muñecas, en el humo de un cigarro. El toro, tótem, muge a la luna, hoy azul. Aquel guerrero de carbón con el que ni reyes ni papas pudieron, sigue ahí, y nos mira.
Cuesta asimilar el silencio en la lluvia. La noche es larga y fría, qué poco, «Tan Poco» tenemos, cuánto y a cuántos hemos perdido. Tenemos mucha hambre. Pero la Fe se mantiene intacta.
Por eso saldrá el sol, y volverán a dormirse las muñecas y el cuerpo ante la fragilidad del poder y el destino. Volverán el humo, el llanto y los pañuelos a los tendidos. Volverá también el calor del sol alto, así como la sombra que abraza a las almas conmovidas. Se abrirá de nuevo la puerta de toriles, se hará el sueño pitones y capa, sangre y franela. El tiempo ahora corre. Pero cuando encontremos el reloj, lo enterraremos bajo el albero. Nunca nos fuimos.

Por Ricardo Pineda (@ricardo.pineda_ , @lanochecerrada)
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