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Santander: Alternativa triunfal de Diosleguarde, que pareció llevar años en el escalafón

Foto: Lances de Futuro / Arjona

Era su gran día, el más esperado, el de la alternativa. En una feria buena como es la de Santiago, con repercusión, público y buenos carteles. Santander, además, siempre apuesta por la alternativa de nuevos valores y Manuel Diosleguarde respondió con creces a la oportunidad. Su primera corrida fue su tarde más madura hasta el momento después de un largo camino como novillero. Madura, porque pareció tener el relajo y la convicción del que lleva varios años en el escalafón. Muy asentado y suelto toda la tarde, paseó un trofeo de cada toro, que pudieron ser dos del buen sexto, de no haberle hecho guardia la espada. Suya fue la faena del inicio del abono en este último, toreando despacio y profundo. Salió en hombros en una tarde que debe abrir nuevas puertas.

El otro trofeo de la tarde fue para Alejandro Talavante -que sigue macerando su toreo de figura- en el segundo, el otro toro que tuvo nobleza de una corrida a la que faltó raza de Torrealta, pero muy bien presentada, bien hecha y un punto por encima del trapío habitual en Cuatro Caminos. Pablo Aguado, con un lote muy deslucido, dejó buenos lances en el recibo al quinto, con el que hizo un esfuerzo sin botín.

Cerró plaza un colorado fino y bien hecho, aunque sin llenar, que fue el más medido de motor del envío, pero que se vino, sin embargo, arriba en el último tercio, con clase y fondo. Buen toro. Diosleguarde lo toreó con cadencia a la verónica en lances mecidos y ganando terreno hasta la boca de riego. El quite, por chicuelinas de mano baja. Tras un comienzo vibrante de rodillas, citando desde los medios, lo llevó a media altura para afianzarlo. Se le volvió a ver muy asentado y relajado al salmantino. Centrado y convencido sobre el ruedo, firmó aquí la faena de la tarde. Siempre cuidando la colocación, ligó varias tandas importantes, limpias y con hondura, muy templado. Exigiendo más al toro, que respondió. Hubo una al natural, al ralentí, que cerró con un afarolado y el de pecho a la hombrera contraria. Muy metido el público con él. Se volcó sobre el morrillo y la espada le hizo guardia, antes de una estocada algo atravesada, que fue suficiente para que doblara y afloraran los pañuelos. Oreja y Puerta Grande.

Había paseado otro trofeo del que rompió plaza, el único negro del envío. Un “Torrealta” bien presentado, bajo y lleno, serio, al que faltó algo de entrega en los primeros tercios y que marcó la contraquerencia. Dibujó el toricantano Diosleguarde varias verónicas, sueltas, de buen trazo, con gran suavidad y relajo. Echó la cara arriba en el peto y cumplió en banderillas. Tras la ceremonia, el salmantino comenzó con muletazos de rodilla genuflexa en cuyo remate echó la cara arriba y estuvo a punto de prenderlo. Pitonazo en la cara. Volvió a la cara y toreó muy asentado y sereno, toreando relajado por ambas manos en muchos compases con un animal al que faltó poder, pero que se dejó en la muleta. Ligó una tanda de naturales con el cambio de mano y uno del desdén, con desmayo, magníficos. Tras pinchazo y estocada trasera, paseó un trofeo.

 

El segundo fue un jabonero sucio, amplio de sienes, bajo y acapachado, bien hecho. Un taco. Franco de salida, aunque no pudo estirarse Talavante en el recibo y después dejó un ajustado y limpio quite por saltilleras. Miguelín Murillo protagonizó un buen tercio de banderillas. Comenzó en el tercio de rodillas, en un prólogo largo, de más de media docena de muletazos, alguno cambiado por la espalda, en el que toreó templado y con hondura. Luego, muy convencido, consiguió ligar tandas estimables, pero cortas para no exigir al toro, porque le faltó vida y poder, a pesar de su buena clase. Estocada trasera, oreja.

Más estrecho de sienes, el engatillado cuarto fue un precioso melocotón, lleno y con volumen, algo ensillado, pero de perfectas hechuras. Otro toro serio, que repitió con celo en el percal de Talavante de salida. Empujó en el caballo y no paró quieto en los primeros tercios. Esa movilidad se tradujo en cierto genio en la franela del pacense por el pitón derecho. Se violentaba al puntear el engaño. Tuvo mayor nobleza por el izquierdo, por ello, Talavante basó en esa mano un trasteo al que faltó emoción para llegar al tendido. Tras una estocada trasera, saludó desde el tercio.

Más cuestarriba y bastito, aunque suelto de carnes, el tercero fue un jabonero serio y algo acodado, que salió muy suelto de salida. Hasta en los medios, le costó sujetarlo a Aguado. Hizo sonar el estribo en la vara que recibió y se desplazó en banderillas. Comenzó por bajo el sevillano y, luego, trató de ayudar de romper a un astado que pasaba, pero que no terminó de humillar nunca. Animal sin clase y poca raza, con el defecto, además, de ser algo tardo. Serio, Aguado le buscó las vueltas, pero el trasteo no tuvo eco en los tendidos. Lo mató de estocada baja y descabello. Silencio tras aviso.

Bajo y armónico, agradable, el cornidelantero quinto fue otro toro de pelo melocotón al que Aguado fundió de salida un buen ramillete de verónicas con chicuelinas. Fue un animal deslucido y sin raza, con el que el sevillano se fajó en una labor de largo metraje. Hizo un esfuerzo Aguado, porque el de Torrealta, a partir de la segunda tanda, comenzó a defenderse. Embistió a arreones y soltando la cara en sus medias arrancadas. Necesitó de dos pinchazos, estocada corta y descabello. Silencio tras aviso.

RESEÑA

Plaza de toros de Cuatro Caminos, en Santander. Primera de la Feria de Santiago. Casi lleno. Toros de Torrealta, muy bien presentados, un punto por encima del trapío habitual en esta plaza, pero bien hecha toda la corrida. El 1º, manejable, le faltó poder; el 2º, noblón, pero le faltó vida; el 3º, sin fijeza, tardo y desrazado; el 4º, con movilidad en los primeros tercios, áspero y con genio, sobre todo por el derecho, en la muleta; el 5º, sin clase, siempre defendiéndose y a arreones; y el 6º, buen toro, medido de fuerza, pero se vino arriba en la muleta, sacando fondo y clase.

 

Alejandro Talavante (de gris perla y oro), oreja y ovación.

Pablo Aguado (de sangre de toro y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Manuel Diosleguarde (de blanco y oro), que tomó la alternativa, oreja y oreja.

 

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