Sorprendió en su confirmación en San Isidro y, desde entonces, Leo Valadez no ha dejado de crecer. En Pamplona, volvió a puntuar. Y este domingo, en San Sebastián, paseó dos orejas y se llevó la tarde. Todo son toques de atención. Su evolución es una realidad y, sin duda, ya es una de las novedades de la temporada. En Illumbe mostró variedad, frescura y buen toreo, templado, con una corrida de Juan Pedro Domecq, noble y manejable, en distinto grado. Ginés Marín dejó claro que está en un momento dulce y paseó una oreja, que pudieron ser dos, una y una, de no tardar en doblar el quinto. Cayetano, también logró su trofeo en el cuarto.
Derrochó ganas y variedad con el percal Leo Valadez en los primeros tercios del tercero, toro bajo y serio, al que banderilleó con espectacularidad. Luego, lo toreó con entrega y sin escatimar en recursos para correr la mano por ambos pitones con temple y pureza. Tuvo enjundia su labor aprovechando un toro, medido de fondo, pero que tuvo bondad en su franela. La estocada corta puso la oreja en su mano.
Cerró plaza un toro de Juan Pedro Domecq al que faltó emoción y transmisión. Puso su amplio repertorio capotero de nuevo Valadez para suplirlo y metió, así, a la gente en su labor. Luego, hubo muletazos de buen trazo con la zurda, porque por el pitón derecho tuvo menos empuje el toro. Terminó metido en los terrenos del toro para irle robando uno a uno muletazos de buen porte. Buena estocada y oreja.
Ginés Marín sorteó un segundo armónico y bien hecho, pero bien presentado, que resultó manejable y obediente en los engaños. El extremeño, que ya se lució con el percal, firmó después un trasteo de buen trazo en el que pudo lucir su habitual buen embroque. Lo toreó con largura y temple en muletazos que, sobre todo, alcanzaron gran dimensión por el pitón derecho. Se volcó en el morrillo y hundió el acero en el sitio, demostrando el momento dulce que atesora con la espada. Oreja.
El quinto fue un animal por definir en los primeros tercios, pero que, en el último tercio, tuvo un pitón derecho manejable que, Ginés Marín aprovechó toreando con encaje en redondo. Más corto por el izquierdo, el extremeño quiso también arañar buenos naturales pese a esas mayores dificultades. Y, de uno en uno, haciendo un esfuerzo grande, lo logró. Tenía la oreja en su mano, pero la espada tendida tardó en surtir efecto. Hubo petición, pero el palco no la atendió y dio una vuelta al ruedo.
Cayetano toreó con buenas verónicas al cuarto. Fue un toro noble y de buena condición, que le permitió torear con despaciosidad y muletazos de buen trazo. Hubo reposo y buena puesta en escena, torera, que, unido al aplomo delante del toro, le permitieron pasear un trofeo después de una estocada efectiva, esta vez.
Rompió plaza un toro noble y colaborador, bajo y bien hecho, de Juan Pedro Domecq. Cayetano se hizo ovacionar con el percal y, después, estuvo práctico para aprovechar el buen pitón izquierdo del animal, por donde tuvo mayor profundidad. Buenos naturales que siempre trató de prolongar en una faena medida y convincente. El pinchazo previo a la estocada le privó de un posible trofeo.
Plaza de toros de Illumbe, en San Sebastián . Segunda de la Semana Grande. Más de media entrada. Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados. El 1º, noble y colaborador, especialmente, por el izquierdo; el 2º, manejable; 3º y 4º, nobles y de buena condición; el 5º, mejor por el derecho; y el 6º, sin transmisión, tuvo más recorrido por el izquierdo.
Cayetano (de rosa y oro), fuerte ovación y oreja.
Ginés Marín (de azul pavo y oro), oreja y vuelta al ruedo.
Leo Valadez (de agua marina y oro), oreja en ambos.