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Roca, un Rey sin cruceta en tiempos de reconquista

Imagen: Litugo / Espacios Nautalia 360

El descabello lastra la sensacional tarde del peruano, que pudo cortar cuatro orejas. Buena faena de un Manzanares sin espada; Dos excelentes toros de Cortés levantan el tono ganadero de la feria

La feria cogió altura y nivel, alabáramos, la víspera del día del patrón. Roca Rey tiró de la taquilla y exhibió galones con aires de reconquista del trono perdido en favor de ese Morante en plenitud del que todos hablan. Una grave lesión de espalda y una pandemia de por medio ponían en entredicho el cetro del diestro peruano. Hoy quedó claro que ya está de vuelta, en su mejor versión, para recuperarlo. Fue un viernes de Fallas en el que Manzanares cuajó una faena marca de la casa pero la espada, su gran aliada tantas tardes, no viajó certera y le negó el triunfo. Y todo eso pudo ser con una interesante corrida de Victoriano del Río, sin toro no hay fiesta, que no fue un dechado de belleza en cuanto a su presentación pero que contó con dos toros de nota muy alta que curiosamente lucieron el segundo hierro de la casa, Toros de Cortés.

Lo de Roca Rey fue llegar y poner la plaza del revés. Por el palo del clasicismo, toreó más que bien a la verónica y abrochó con una despaciosa media su quite al tercero, “Centinela” se llamaba y fue un toro extraordinario por bravo, pronto y humillador. En el mismo platillo le presentó la muleta para principiar faena y el Toros de Cortés se vino como un tren. La gente se ya rindió en esa primera serie. El viento cabrón que sopló más que nunca en la feria seguía allí, otra cosa es que el diestro peruano le importara. Atalonado en los medios condujo las embestidas con poder, aguantó un parón de órdago y abrochó las series con los pases de pecho sin solución de continuidad. Dos pases cambiados por la espalda para que los corazones del público bombearan más rápido si cabe y la arrucina pese al vendaval. Un auténtico lío. Con las orejas ganadas, la estocada tendida y atravesada no bastó. Los tres golpes de descabello no fueron óbice para que el público pidiera el trofeo que fue concedido.

De rodillas esperó y se fue a por el suelto sexto para torearlo en redondo en el tercio como quien torea de pie en un tentadero. Acojonante. El toro, para compensar el justito trapío de alguno de sus hermanos, era directamente de Madrid. El mismo Madrid en el que se lidió aquel Cantapájaros que inmortalizó El Juli con el que compartía familia y nombre. Éste, suelto y sin fijeza, pasaba sin más, no, le llegó ni a la pezuña a aquél, pero se encontró con un Roca Rey en versión HD. Le buscó las vueltas para sujetarlo en la muleta y acabó literalmente subiéndose encima con un arrimón apabullante. Se fue tras la espada Andrés con la fe del que quiere amarrar la puerta grande, pero la travesía de nuevo no tuvo muerte. Otra vez la cruceta manejada sin precisión.

Al grandón segundo le faltaban ocho meses para cumplir seis años, como también le faltaba cuajo y remate, siendo ligeramente protestado de salida. Dos espectaculares volantines no sumaron en su contado poder. José María Manzanares, que lo recibió con recursos con el capote, porfió en faena larga, de sostener y afianzar, de pelear con el viento y seguir el poso de los papelitos para allí plantear su labor. Con todo, si le mete la espada le corta la oreja.

Con el berreón y buen quinto, Manzanares cuajó un recibo de capa vistoso y muy celebrado. Mecidos los delantales y airosa la revolera. Poderoso el inicio de faena con un cambio de mano marca de la casa. La ligazón sin acabar de soltar toro llegaba a los tendidos, que bramaron de verdad con los pases de pecho, despaciosos y largos como la puñetera pandemia. El empaque, las pausas para entrar y salir de la cara del toro. Los ayudados para abrochar su labor tuvieron D.O. Alicante y el de Cortés seguía embistiendo con ritmo y clase. Al matar, una banderilla se cruzó en el camino de la espada en el primer intento en la suerte de recibir y a partir de ahí cundió el desánimo. Buena tarde la de un Manzanares que tendrá la oportunidad de revancha en el cierre del ciclo.

Con los ecos de la enésima juampedrada presentes en corrillos y tertulias a la hora de tomar asiento en la plaza, ver moverse al primero con cierto poder y casta fue una especie de bálsamo. Cuando Diego Urdiales consiguió medio sujetarlo con el capote, ya habían sonado los clarines para el cambio de tercio. A falta de agua, el viento sopló con más fuerza que la víspera. Así es muy difícil torear y, si delante no tienes un borrico, más todavía. Cierto es que al de Victoriano le acabó faltando entrega, pero aquello transmitía y el riojano, sin acabar de sentirse a gusto, dejó pinceladas de su tauromaquia: el trincherazo del inicio y sobre todo al natural, sin ligazón, pero con emotividad. Respondió el público, qué gozo ver por fin la plaza casi llena, pero la espada lo dejó todo en una ovación.

El lavado y cornidelantero cuarto bajó el listón de la presentación. Aplomado y guardándose siempre cosas, vino a ratificar que no era el día Urdiales y que Urdiales tampoco acababa de tener el día. Se escapó el riojano de la cornada de puro milagro al perderle la cara entre serie y serie cuando no estaba pasando nada. Tremenda la voltereta saldada con una brecha. Volvió a la cara con arrestos y lo mató por arriba. Valencia sigue esperando al buen torero de Arnedo.

PD: Valga la presente como dato curioso para rematar. No se me ocurre mejor maestro posible con el descabello que Roberto Domínguez. El vallisoletano manejaba la cruceta con unas dosis de precisión y torería inigualables. Y justo en ese trance, que puede parecer cuestión menor hasta que pasan cosas como la de hoy, su poderdante perdió dos orejas, quizá tres, en la gran tarde de toros que echó en Valencia. Seguro que Andrés y Roberto han hablado de esto durante el invierno, como seguro es que se van a tirar unas cuantas horas en el carretón para que en el próximo compromiso no vuelva a suceder. En el toreo no se descansa en busca de la perfección.

RESEÑA

Viernes, 18 de marzo de 2022. Plaza de toros de Valencia. Quinta de la feria de Fallas. Toros de Victoriano del Río yToros de Cortés (3º  5º), desiguales de presencia y buen juego en líneas generales salvo el aplomado 4º. Extraordinario el 3º, bravo el 5º, noble pero sin poder el 2º. Diego Urdiales, ovación con saludos en su lote; José María Manzanares, ovación con saludos tras aviso en su lote; Roca Rey, oreja y ovación tras dos avisos.

Incidencias: Tres cuartos de plaza en tarde fría y con mucho viento. Antes de romperse el paseíllo, se guardó un minuto de silencio por Paco Ferri, asesor taurino de la plaza, recientemente fallecido.

Bien en banderillas El Víctor en el primero. Saludaron Daniel Duarte tras parear al segundo, Antonio Chacón en el tercero, Manuel Rodríguez “Mambrú” en el quinto. Se ovacionó a Paco María tras picar al quinto.

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