Los astados de Núñez del Cuvillo protagonizaron un encierro rápido y limpio en el regreso de los toros a las calles de Pamplona. Una carrera que duró dos minutos y 32 segundos y que vivió su momento más peligroso en el tramo final, el de la bajada a la entrada al callejón, donde estuvo a punto de formarse un tapón, pues hubo una pequeña montonera en el lado izquierdo, por fortuna, sin corneados, a pesar de que la manada tuvo que abrirse paso por un espacio muy reducido. El balance provisional habla de cinco traslados por traumatismos y contusiones.
Con la explosión del cohete, los astados volvieron a pisar el asfalto en la cuesta de Santo Domingo con los astados por detrás de los cabestros de Macua, que lideraron la manada muy compacta y con mayor lentitud de la habitual en estos primeros metros. Precisamente, los mansos fueron protagonistas en la curva del Ayuntamiento con Mercaderes, pues dos de los cabestros no tomaron la curva y embistieron claramente hacia el lado derecho.
Justo cuando el jabonero iba a tomar la cabeza de la manada cayó en la curva de 90 grados de entrada a Estafeta y varios animales perdieron las manos, aunque rápidamente se incorporaron a la carrera. A partir de ese momento, la manada se fragmentó y se abrieron los espacios para que los mozos pudieran coger toro en carreras preciosas y con mayor velocidad.
Volvió a repetirse la imagen de un cabestro tomando recto la curva de la zona de Telefónica. En la bajada de entrada al callejón, se formó una pequeña montonera en el lado izquierdo, si bien, por suerte, hubo un mínimo espacio para que pudieran entrar los astados con cierta limpieza al coso pamplonica.