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Rafael Gómez «El Gallo»: Una vida de anécdotas (I)

Un torero genial e irrepetible, un personaje querido por todos y odiado alguna que otra vez por el público taurino (aunque fuera de forma momentánea), que pasó a la historia por sus famosas «espantás» y por sus excelsas faenas que no tenían rival; así era Rafael Gómez Ortega, “El Gallo” o “El divino calvo”. Hermano mayor de Joselito y una de las piezas claves en la evolución de la tauromaquia, la vida de este torero, estuvo salpicada por multitud de anécdotas que el humor vivaz y la forma de ser del diestro, lo convirtieron en una leyenda. En este artículo (el primero de dos entregas), vamos a conocer algunas de las mejores ocurrencias de “Rafaé” así como la variedad de momentos y personas diferentes que vivió, desde sus miedos y supersticiones hasta su tumultuosa boda con una de las artistas más famosas de la época…

 

Rafael “El Gallo” con cara de sorpresa tras finalizar una faena en la antigua Plaza de Toros de San Sebastián (Kutxateka-Fototeka)

 

ALGUNOS APUNTES BIOGRÁFICOS

Rafael Gómez Ortega, posteriormente conocido por anunciarse así en los carteles como “El Gallo”, nace de forma casual (pues su familia residía en la provincia de Sevilla) en Madrid el 16 de julio de 1882, fue el hermano mayor de Joselito y miembro destacado de la familia de los Gallo (su madre fue Gabriela Ortega y su padre el también torero Fernando Gómez “El Gallo”).

Comenzó a torear becerradas con nueve años y consiguió tomar la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla el 28 de septiembre de 1902, con Emilio Torres, Bombita, como padrino, y Ricardo Torres, Bombita Chico, como testigo. La confirmación en Madrid se produjo en 1904 siendo su padrino Lagartijo chico.

Contrajo matrimonio con la cantaora Pastora Imperio el 20 de febrero de 1911 pero su matrimonio no duró ni un año (hablaremos de la relación más adelante). Sus mayores éxitos se produjeron en Madrid en 1912, primero con el toro Jerezano y días después, con el toro Peluquero, de la ganadería de Bañuelos. Su toreo se caracterizaba por la gran variedad de recursos artísticos que poseía en su repertorio, por lo inverosímil de sus faenas y por tener una facilidad y manejo de los trastos como pocos toreros en la historia.

Murió en Sevilla, el 25 de mayo de 1960 y sus restos descansan en el cementerio de San Fernando, junto a los de su hermano José, en el imponente mausoleo esculpido por Mariano Benlliure.

Pero si hay algo curioso en la vida del torero, fueron sus anécdotas, tanto con distintos personajes como en materia de supersticiones y creencias, así como las justificaciones de los diferentes “petardos” en las plazas de toros.

 

Garboso remate con el capote de Rafael “El Gallo” (Fotografía de Manuel Vaquero)

 

LA RELACIÓN CON OTROS PERSONAJES DE SU ÉPOCA

Hombre de su tiempo, amigo de sus amigos y líder seguido y admirado, Rafael cosechó amistades con grandes personajes de la época en la que vivió, dentro del mundo del toro e incluso fuera de él. Con muchos de ellos, se conservan anécdotas que se han transmitido de forma oral y en algunos libros y que es importante destacar.

Dentro del mundo del toro, hay que señalar el profundo vínculo que mantuvo con Juan Belmonte, que tras la muerte de su amigo y admirado Gallito (hermano de Rafael), se convirtió en una especie de tutor del Gallo y era común verlos juntos en las distintas cafeterías y tabernas de Sevilla, con especial mención a la tertulia que mantenían en “Los Corales”, lugar de peregrinación de muchos aficionados para poder admirar a las dos leyendas tras sus respectivas retiradas.

Un caso muy sonado y anecdótico en la vida de Rafael fue su boda con una de las mayores y mejores artistas de la historia, la cantaora Pastora Imperio. Un idilio de amor que no fructificó y que duró menos de un año, no por unos supuestos malos tratos o un control férreo del Gallo sobre su amada, sino porque de ninguna forma la familia de ambos (especialmente la madre de Pastora, la bailaora “La Mejorana”) aceptaba el enlace por líos anteriores entre las familias que darían para otro artículo. Lo anecdótico de este asunto, es que la boda se celebró casi de casualidad y que dicen algunos que no llegó ni a consumarse, ya que una huida a Madrid de los amantes y la noticia de que la madre de la bailaora iba de camino a la capital para llevarse a su hija de vuelta a Sevilla, hizo que se dispusiera el enlace de forma rápida y cuando llegó la madre de la muchacha, estaba todo dispuesto y en vez de llevarse a la niña (pues tenía menos de veinte años en ese momento) actúo de improvisada madrina del evento, que trascendió a la prensa de la época. (1)

 

Pastora Imperio y Rafael “El Gallo” el día de su enlace en Madrid (El Correo)

 

Como comentaba antes, mantuvo Rafael relación con numerosos personajes muy famosos de la época, de los que me gustaría destacar dos, uno extranjero y otro que es cabeza de la intelectualidad española. Sonada fue la amistad que el torero mantuvo con el barítono de enorme éxito Titta Ruffo (considerado junto a Caruso y Chaliapin la mejor trilogía de la edad de oro del <<bel canto>>), al que le regaló un capote de paseo para que lo usara en las interpretaciones de la ópera “Carmen”. En el ámbito nacional, se le atribuye (pues otros autores señalan que el protagonista e inventor fue Lagartijo) una de las anécdotas más extendidas del universo taurino con el filósofo José Ortega y Gasset, en la que dicen que, tras conocerse y presentarse Ortega como filósofo, el torero, incrédulo ante esa profesión que le era desconocida, le espetó la famosa frase de: “hay gente pa’ tó”.

Para concluir con esta parte, mencionar dos anécdotas que también tienen su fama, pues una tuvo de protagonista a un Capitán General y otra a todo un estamento nobiliario como los maestrantes de Sevilla. “Con un brindis hice yo todo el servicio al Rey” solía comentar Rafael cuando le preguntaban por su paso por el servicio militar, y es que el torero, con un brindis al Capitán General de Sevilla consiguió eximirse por completo del servicio militar, ya que, en agradecimiento, el Capitán lo libró de ello. El protagonizado por los maestrantes ocurrió tras haber toreado un festival en la Maestranza, los dueños del coso le manifestaron que estaba muy agradecidos y querían hacerle un regalo; en uno de sus geniales arrebatos, les dijo: “no se preocupen, no se gasten ustedes nada, apúntenme a maestrante”.

 

Rafael “El Gallo” con Titta Ruffo (Museo Taurino de Valencia)

 

LAS SUPERSTICIONES DE “EL GALLO”

Todos los toreros tienen sus manías, devociones y supersticiones, y un personaje sin igual como Rafael, no podía ser menos y, además, algunas son bastante curiosas. El Gallo, no temía a ningún color para el traje de luces, ni a un determinado día o mes para torear, pero sentía un verdadero pavor por los escarabajos. No iba al campo los días de corridas para no tropezarse con este insecto, “¡Como viera uno, era hombre perdío” – solía decir a sus allegados.

Otra superstición curiosa del torero era la aparición de un determinado aficionado en el tendido, al que denominaba “El tío permaso”. – En cuanto aparecía uno de esos – contaba Rafael – ya no había ná que hasé. La catástrofe era segura. En Madrid había uno que me traía la negra. Porque, para colmo de males, el pobre hombre era un gallista furibundo, que se consideraba obligado a venir a verme, apenas llegaba yo a la Corte… Y ya se sabía. Verle y comenzá a salí las cosas mal… era todo uno. ¡Para que luego digan que no hay gente con mal fario! (2)

De todos modos, el torero, que ante todo era un hombre bueno y sincero, repetía en muchas ocasiones que no tenía ninguna superstición, que lo que tenía era miedo. Su superior y supremo conocimiento del toro, le permitía percatarse antes que nadie las intenciones nada agradables de determinados astados, y de ahí, nacieron sus famosas “espantás”, ya que como él mismo contaba, “una bronca duraba cinco minutos, pero una corná duraba dos meses”.

 

Rafael “El Gallo” en México (Archivo Cassasola)

 

CONTINUARÁ…

En esta primera entrega sobre la vida anecdótica de Rafael Gómez “El Gallo”, hemos hecho un breve repaso por las protagonizadas con algunos personajes, así como mencionados las supersticiones del genial torero. En la segunda entrega, nos centraremos en las ocurrencias generales y en sus frases más célebres, así como sus gestos más polémicos y famosos por los distintos cosos en los que toreó, para terminar realizando una semblanza de lo que supuso su figura más allá de su anecdotario.

¡Nos vemos en la próxima!

 

Postal coloreada con un retrato de estudio de Rafael “El Gallo” (colección del autor)

 

(1) Para ampliar información sobre la relación con Pastora Imperio, recomiendo los artículos escritos al respecto de Manuel Bohórquez en “ExpoFlamenco” y de Álvaro Rodríguez del Moral en “El Correo de Andalucía”

(2) Anécdota recogida en “El Gallo, semblanza de un torero fabuloso” de Francisco Narbona

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