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Miguelito y Diego García, orejas en la novillada de Valencia

Fotos: LITUGO / ESPACIOS NAUTALIA 360

Álvaro Burdiel abrió la puerta grande de Valencia con total merecimiento. Demostró que quiere, y puede, ser torero. Porque las dos cosas no siempre van unidas y sencillamente porque hay veces que por mucho que quiera uno, es imposible. No es el caso. Este Burdiel, nacido en Sevilla y afincado en Madrid, tiene hechura de torero y maneras que invitan a soñar. A su primero lo toreó bien de verdad con capote y muleta. Con naturalidad y pulso. Con una estructura de faena muy bien definida y con una manera de entrar y salir de la cara del toro que no se aprende. Y se la jugó como un perro con el cabrón sexto, que le quería quitar la cabeza. Se tiró a matar a carta cabal a los dos y paseó dos trofeos que debieron ser tres. Serio golpe de atención el suyo en una plaza de primera.

Joselito y Martín Arranz lidiaron una novillada, casi una corrida de toros, que fue buena en su primera mitad y deslucida en el segundo acto. Miguelito paseó un trofeo del que abrió plaza tras una labor de mucho querer y Diego García hizo lo propio tras andar a buen nivel con el segundo.

 

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