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Perera, templados naturales antes de poner rumbo a Venezuela

El segundo fue un precioso jabonero, algo cuesta arriba, pero bien hecho, de testuz ensortijada y bien armado, astifino, que echó las manos por delante en el capote de Perera de salida, que no se pudo estirar. Marcó mucho las querencias y hubo que llegarle muy cerca en banderillas, en ocasiones, no se iba de los vuelos de Ambel. Mantuvo esas dosis de mansedumbre en la muleta de Perera que, con inteligencia, le dejó siempre la muleta en el hocico, llevándolo tapado, porque el de Fuente Ymbro trató de rajarse en varias ocasiones. Un trasteo basado en la diestra, en el que logró algún derechazo limpio, pero sin eco en el tendido. Por el izquierdo, embestidas aún más defensivas. Si poco recorrido tuvo en uno, menos en el otro. Lo mató de estocada tras dos pinchazos. Silencio.

Toro hondo y con cuajo, tocadito de pitones, con romana, merodeando los 600 kilos, el quinto repitió sin entrega en el recibo de capa de Perera. Fue toro que escarbó lo suyo, como varios de sus hermanos, y al que, quizás, por estar algo atacado de kilos, faltó alegría y ritmo. Esa falta de emoción, obligó a Perera a poner todo en una faena de muleta que elevó su intensidad cuando se echó la franela a la zurda. Por ahí, por el derecho se quiso rajar siempre, hubo naturales de buen trazo y despaciosos, tirando siempre de la media embestida de un ‘Fuente Ymbro’ al que faltó casta y vida. Final por luquecinas, entre los pitones. Lo mató de estocada caída y saludó desde el tercio. Tras hacerlo, abandonó junto a su cuadrilla el coso, rumbo a Venezuela. 

 

 

 

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