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Manuel Escribano: «Siento orgullo más que miedo»

Imagen: SARA NAVARRO

Vídeo de la preparación de Manuel Escribano para su encerrona con Miura en Sevilla.

Galería de imágenes de la preparación de Manuel Escribano para su encerrona con Miura en Sevilla.

Quedan 72 horas para que Manuel Escribano se enfrente a seis toros de Miura en la plaza de Sevilla. La cuenta atrás parece ir más rápida estos últimos días, pero el torero no siente miedo, sino orgullo.

La Feria de Sevilla sigue en la plaza y en las casetas. Vuelan los volantes y corre el rebujito, y hay tertulias, comidas, reuniones y alguna borrachera. Mucha gente. Pero Manuel Escribano no se ha dejado ver por ninguna parte salvo el día de los seis toros para los seis toreros de Sevilla. Recluido en el campo y en su casa de Gerena, cuenta las horas que faltan, y ya van faltando pocas, pero sigue tranquilo. «Esto es como el chiste del mono -bromea- que se tiró de un edificio de veinte plantas y cuando iba por la décima dijo: De momento voy bien».

La verdad, no esperaba que lo primero que me fuese a contar Escribano fuese un chiste, yo que pensaba hacer un reportaje intentándole meter el miedo en el cuerpo a la gente, pero así está el panorama… «Parece mentira -desvela- pero estoy muy tranquilo, disfrutando cada momento, muy metido en toda la preparación de una cita de esta exigencia. No tengo ni esa cosa en el estómago que te quita las ganas de comer. Imagino que ya llegará el sábado o el mismo domingo, pero de momento, quillo, estoy fenomenal. Ojalá sea capaz de trasladar a la plaza esa calma y esa felicidad que tengo ahora mismo».

escribano

A esas sensaciones ayuda también el calor externo. Todos, absolutamente todos, están con él: taurinos, prensa, aficionados y, por supuesto, los toreros: «Siento el apoyo de mucha gente empezando por mis propios compañeros: toreros retirados, las figuras, los que no lo son… Todos están conmigo. El otro día me encontré a Jesulín en un sitio y le decía a la gente: ‘Este tío va a matar la corrida de Miura, con dos cojones. Si yo tuviera que hacer eso estaría muerto ahora mismo’. Sé que será una tarde de apretar un huevo contra el otro, pero merecerá la pena. Tengo orgullo más que miedo».

La preparación ha sido intensa, pero a nivel físico no más que otras veces. Este hombre que parece de hierro, castigadísimo por los toros pero fuerte como un roble, se prepara con el rigor de un atleta de élite, y llega a la cita como un reloj. «Esta tarde -comenta- torearé las últimas becerras. Iba a cortar antes, pero estoy teniendo tan buenas sensaciones que quiero prolongarlas. Del planteamiento de la corrida no he pensado nada. Sé que banderillearé varios toros y que pegaré algún chiquerazo (se refiere a irse a portagayola), porque son cosas que forman parte de mi tauromaquia, pero no hay nada premeditado».

TEMPLE FRENTE A FUERZA

¿Cómo puede uno vencer a seis toros de Miura? No parece que a base de fuerza, sino de inteligencia. Lo dijo Eduardo Miura Martínez en la charla de la Maestranza. «Los toros de Miura no quieren voces ni carreras». Y yo recuerdo el día que a Manuel Escribano le cambió la vida, en esta misma plaza, frente a una corrida de Miura sustituyendo a El Juli. Estuvo delante de sus toros con la templanza y aplomo del que se enfrenta a dos añojas. Ahora tendrían que ser seis… «Empecé a ir a lo de Miura -recuerda Manuel- cuando estaba en la escuela taurina y el director era Pepe Luis Vázquez, y yo veía cómo le andaba a las becerras, con esa suavidad y esa sutileza, casi sin hablarles, colocándose perfecto, prácticamente sin mover los chismes, y cuando maté aquella primera corrida de Miura en Sevilla me acordé del maestro e intenté, aunque a mi forma, andar de la misma manera».

De los seis toros que le aguardan dice que no ha hablado nada con los ganaderos, pero que los ha visto y le gustan. Varios en particular le encantan y ninguno se le ha atravesado. Y además, recuerda con agrado sus hermanas de camada, cuando las tentó hace dos años. «Era el año de la pandemia -explica- y esa camada de eralas salió cumbre. Éstos son sus hermanos».

LLORAR EN UNA CAPILLA
Ha matado bastantes corridas de Miura, pero no lleva la cuenta, y ha hablado mucho con Espartaco, que pasó por un trago de esta magnitud. «El maestro me ha confesado que fue la única vez en su vida que lloró en la capilla de una plaza de toros, justo antes de hacer el paseíllo. No sabía si era del miedo, de la emoción, de la soledad… Pero así fue. Y si a un tío de estos le sucede algo así, te das cuenta de la naturaleza de una apuesta de esta magnitud».

La diferencia entre Manuel y Juan Antonio es que, el de Espartinas, antes que esos seis toros de Miura no se había puesto delante de ninguno. «Él me cuenta -dice Manuel- que con más experiencia en este hierro, algunos de los seis toros que lidió le hubiesen servido más. Fíjate que después de aquella tarde mató alguna corrida de Miura en la propia plaza de Sevilla, en Valencia, en Nimes… y ya siempre cortó alguna oreja. Yo eso lo llevo ganado porque he matado muchas corridas de Miura».

Pero por encima de todo, la clave de esta tarde es la cuestión mental en una corrida en la que tendrá que soportar toda la presión:

«El maestro me ha hecho hincapié en la necesidad de aprovechar al máximo cada toro, independientemente de los que me queden dentro. Y que si las cosas no salen al principio, debo mantener la calma porque eso puede ser normal en una corrida de Miura. He de tener la mente limpia y disfrutar de la tarde sabiendo que si se pone cuesta arriba, se le puede dar la vuelta en cualquier momento».

Le deseamos suerte al héroe y, la verdad, también le damos la enhorabuena de antemano. Ser capaz de esto ya es un triunfo enorme.

 

 

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