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Manuel Diosleguarde: ‘De la tarde de Cuéllar me acuerdo de todo, pero me quedo con las orejas que corté y que me sentí toreando’

El filósofo danés Søren Kierkegaard decía que la vida sólo podía entenderse hacia atrás, pero que debíamos vivirla hacia delante. Cada piedra en el camino hacia el logro de nuestras metas supone un aprendizaje. En definitiva, lo que hoy somos es gracia a todo lo que hemos vivido. La vida de Manuel Diosleguarde estuvo a punto de detenerse en la enfermería de la plaza de Cuéllar. Ocho meses después y tras una larga recuperación volverá a vestirse de luces en Guijuelo. Su optimismo, su lucha inquebrantable y sus ganas por llegar a alcanzar la cima del toreo junto a los baches pasados, lo han forjado como el matador de toros que es hoy.

Del serio percance que sufrió asegura que ‘me encuentro bien, aunque no al 100%. Sigo acudiendo a las sesiones de rehabilitación, pero la pierna tiene ya fuerza, músculo y las sensaciones son buenas’. Después de pasar 36 días ingresado comenzó ‘un proceso que ha sido largo y duro. Perdí toda la masa muscular y toda la capacidad pulmonar por lo que han sido sesiones muy intensas de rehabilitación acompañadas de otras de gimnasio y de mucho toreo de salón’.

En todo este tiempo sin pisar una plaza, Manuel sí ha tenido la oportunidad de probarse en el campo en varias ocasiones. Recuerda que la primera vez que volvió a ponerse delante de una animal ‘tuve sensaciones muy bonitas. Era como volver a empezar de nuevo. Me sentía como un niño que está en la escuela y va a torear por primera vez. Al salir de casa con la calzona puesta sentí una emoción única’.

Manuel Diosleguarde toreando en el campo

Aquella tarde del 28 de agosto en la plaza segoviana de Cúellar, vivió la cara y la cruz. Afirma que se acuerda ‘de todo, tanto de lo malo como de lo bueno. Eso es lo que quiero dejar en mi memoria. Lo malo ya pasó y hay que olvidarlo. Me quedo con que aquella tarde corté tres orejas y al segundo toro le di muletazos a gusto y como lo siento’. Un triunfo que no fue baladí en su corta trayectoria. Asiente que ‘tenía muy poco bagaje como matador de toros. Era la cuarta corrida que mataba en mi carrera y estaba anunciado ya con una del hierro de Cabada Gago, que no regala nada, pero las sensaciones fueron buenas’.

Ese día Manuel Diosleguarde no sólo se encontró en su camino con dos ejemplares de la ganadería gaditana que le proporcionaron un éxito. En la enfermería de la plaza estaba Marta Pérez. La cirujana que fue su ángel de la guarda. La que le salvó la vida. Desde entonces relata que ha ‘coincidido en varias ocasiones con ella. Es una crack como cirujana. Estoy aquí por ella, tampoco sin dejar atrás a todo el equipo que había tras ella aquella tarde en Cuéllar. Como persona, también es magnífica. El estar con ella te da un subidón de moral por la manera en la que te habla. Le estoy muy agradecido‘.

La noticia corrió como la pólvora aquella noche de domingo en la que no tardaron en sucederse numerosas muestras de apoyo y cariño de toda la familia del toro. ‘Los primeros días no me enteré de nada. Cuando fui viendo todo y mi apoderado me contó toda la gente que había llamado, los profesionales que se había preocupado, para mí fue todo un aliento muy grande en esos momentos para seguir adelante y continuar luchando por mi profesión’, cuenta el torero salmantino.

‘Los toreros sabemos que cada vez que nos ponemos el traje de luces y salimos a la plaza, nos jugamos la vida’

Pese a los momentos complicados, tirar la toalla y rendirse no fue jamás la opción. Señala que ‘nunca se me llegó a pasar por la cabeza. Fueron momentos duros, pero al final un torero tiene que estar mentalizado para estas circunstancias. Sabemos que cada vez que nos ponemos el traje de luces y salimos a la plaza, nos jugamos la vida. En ese momento estaba tanto mentalizado como preparado y no me ha hecho replantearme nada’.

Esta experiencia también le ha dejado una enseñanza más en su vida personal por lo que manifiesta que ‘vivimos y aprendemos de todo lo que nos pasa desde que tenemos uso de razón. En esos momentos te das cuenta de que hay pequeños detalles que son más importantes para la vida que cualquier otra cosa. Me ha ayudado mucho a madurar como torero y como persona’.

El pasado año tuvo muchas notas de color y de alegrías para Manuel Diosleguarde. Reconoce que ‘fue una temporada muy bonita en la que venía de sensaciones muy buenas, también de novillero con caballos, en la que corté oreja en Madrid o Valencia y pisé Sevilla. Llegó la alternativa en julio. La tarde que soñamos todos los toreros. Además, fue en una plaza de toros como es la de Santander, que es un marco incomparable y que tiene una gran afición que acoge y arropa a los toreros. Luego, fue de la mano de Alejandro Talavante, que es mi referente, en el que me fijado siempre. Un día soñado’.

Manuel Diosleguarde el día de su alternativa en Santander

Este domingo 23 de abril vuelve a los ruedos en Guijuelo en un cartel de relumbrón. La reaparición la afronta ‘con ilusión y con ganas de volver retomar lo que es mi vida: verme otra vez anunciado y volver a una plaza de toros me ha sentir vivo. Si a eso le sumas estar acartelado con dos figuras del toreo como son Morante de la Puebla y Emilio de Justo, creo que va a ser un día grande y bonito. Soy consciente de que voy a competir con dos figuras y que me tengo que apretar. Voy a darlo todo y quiero que la gente me exija‘.

Ese día tendrá espectadores de excepción. Los 60 alumnos de la Escuela Taurina de Salamanca estarán presentes, ya que Manuel ha tenido la deferencia de invitarlos. Explica que ‘me sentía muy identificado con todos ellos. Hace cuatros años salí de ella, en la que me formé y viví los momentos que están viviendo ahora ellos. Me parecía muy bonito y muy especial que estuvieran presentes en una tarde muy importante para mí’.

Sobre su futuro reflexiona que ahora mismo ‘la tarde de Guijuelo es mi siguiente meta. Quiero que salgan las cosas bien. A partir de ahí, irá rodando toda la temporada. No es momento de prisas. Hay que ir despacio e ir cogiendo sensaciones delante de la cara de los toros. Lo que tenga que venir, vendrá‘.

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