La Corrida Picassiana volvió a convertirse en todo un acontecimiento. El primer éxito fue ver que La Malagueta, engalanada para la ocasión, rozó el lleno. Una tarde entretenida en la que Juan Ortega abrió la Puerta Grande tras desorejar aun gran toro de Álvaro Núñez, que hacía su presentación en esta plaza. La entrega de Cayetano y la torería de Pablo Aguado estuvieron presentes, cortando un trofeo cada uno.
Más fino y armónico, el quinto con el que Juan Ortega se gustó con el capote. Con cuatro lances y una media muy torera, quitó Aguado. El sevillano estuvo inspirado con un animal noble, con clase y bravura. Por doblones comenzó para continuar con la zurda muy templado. Más despacio si cabe fueron los muletazos por el pitón derecho de la siguiente tanda. Le prosiguieron naturales con profundidad y belleza. Todo ello a cámara lenta y acompañándolos con la cintura. De estoconazo cayó rodado «Lanudo», que recibió una gran ovación mientras que Juan Ortega paseó las dos orejas.
Justito de fuerzas demostró estar «Laborioso» en las telas de Juan Ortega. Comenzó con despaciosidad, dibujando una trincherilla a cámara lenta. El torero sevillano estuvo siempre haciendo las cosas bien, componiendo la figura, pero le costaba romper al de Álvaro Núñez, que se defendía. Dejó una tanda de muletazos de gran plasticidad y armonía. Aunque hubo petición, todo quedó en una gran ovación.
«Rescoldito» se desplazó sin ritmo y sin entrega en el capote de Cayetano. Brindó a Domingo Zapata, el artista encargado del diseño de su peculiar traje picassiano. Sentado en el estribo, instrumentó los primeros muletazos para continuar con la pierna genuflexa. Se le coló de fea manera por el pitón derecho en uno de ellos. Cayetano, tras el aviso, decidió tomar la zurda, por donde basó su labor, para firmar naturales con mucha suavidad. Cuando la faena estaba en el punto álgido, se echó la muleta a la diestra dejando una tanda importante que culminó con un desplante de rodillas dándole la espalada al toro. Se metió entre los pitones para enterrar la espada. Los pañuelos florecieron para pedirle las dos orejas con fuerza, pero finalmente sólo se le concedió una.
Bajo, bien hecho, el precioso jabonero que abrió la Picassiana y con el que debutó como ganadero en La Malagueta Álvaro Núñez Benjumea. Saltó al ruedo distraído, marcando ya la querencia y sin emplearse en el capote de Cayetano. Quitó Ortega por chicuelinas a pies juntos con mucha suavidad. Se llevó al toro entre las rayas de picar para iniciar la faena con muletazos llevándolo por bajo. Cayetano supo ver pronto el buen pitón derecho para conducirlo por ahí con ligazón y largura. «Currillo» fue a más, sacando el fondo que tenía. Una labor medida e inteligente que no rubricó con la espada.
«Asustado», el más voluminoso del encierro, salió corretón. Hasta los medios tuvo que irse a por él Pablo Aguado para cerrarlo y recetarle un ramillete de verónicas. Sin emplearse y sin humillar salió del caballo, no sin habérselo puesto antes difícil a Mario Benítez, que estuvo a gran altura. No mejoró tampoco su comportamiento en el último tercio. Nunca fue metido en la muleta del sevillano, que se mostró muy firme y pudo verse la madurez de su toreo. Tragando mucho, le fue sacando naturales meritorios, ligando e imprimiendo torería. Tras una estocada caída, paseó la primera oreja de la tarde.
Cerró plaza «Aguilito», que pasó sin decir nada en el recibo de capa de Aguado. Lo mimó mucho en los primeros impases de faena para intentar que rompiera hacia adelante ante la falta de raza acusada. El sevillano lo citó con toque fuertes, enganchándolo desde delante. Poco a poco le fue mostrando el camino a su oponente a base de técnica, pero sin perder la estética. Se apagó pronto y tuvo que irse a por la espada.
Plaza de toros de La Malagueta, en Málaga. Tradicional Corrida Picassiana. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Álvaro Núñez, desiguales de presentación y juego. Destacó el quinto por su clase; primero y segundo nobles; tercero complicado; cuarto con fondo y transmisión; y sexto desrazado.
Cayetano (en varios colores), silencio tras aviso y oreja tras petición de la segunda.
Juan Ortega (de burdeos y oro), ovación con saludos tras petición y dos orejas.
Pablo Aguado (de catafalco y plata), oreja y silencio.
Incidencias: Tras finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio por el 50 aniversario del fallecimiento de Picasso.