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Madrid: Alcalde y Rojo, ovacionados en una tarde a vueltas con el criterio

Vino la novillada de Conde de Mayalde -reseñada en los albores de la temporada para la terna de triunfadores del 25 de junio- para sustituir a los de Sánchez Herrero, que no pasaron el corte. La divisa toledana -con un encierro muy serio, fuerte de verdad- echó, al menos, tres novillos con posibilidades. Con equitativa justicia, se repartieron por la mañana a uno por ‘coleta’. La realidad es que ningún paseó trofeos. Mario Alcalde rozó la oreja del cuarto, que lo arrolló en el Alfa de su faena, con una luxación clavicular, pendiente de estudio radiológico, volvió a la cara y, enfibrado, firmó un puñado de naturales templados, abandonado incluso, de buen trazo. Acertó con la tizona y se le pidió el trofeo, cierto que faltó solidez al conjunto, pero hubo pasajes notables y la espada funcionó, si unimos que la petición fue mayoritaria… Pero, el palco miró para otro lado. No quiso darla. Perfecto. Pero ojalá se mantenga el criterio todo la temporada, también cuando lleguen las figuras. No sólo el rigor para los novilleros o los que ansían torear en Madrid como el maná. José Rojo saludó la otra ovación de la tarde y demostró que es un novillero rodado. Con holgado oficio y solvencia. Carlos Domínguez, sobrio pero desdibujado, completó terna.

Por encima de los 500 kilos, el cuarto fue el segundo de los ‘Chorlitos‘ -reata con alcurnia en lo de Mayalde– reseñados esta tarde. Novillo largo y con cuajo, muy rematado, coridelantero, barbeó de salida y lo recibió a pies juntos Mario Alcalde. Se dejo pegar en el peto y se desplazó en los engaños. Comenzó el manchego más allá de las dos rayas y, arrollado, sufrió una espeluznante voltereta. Lo lanzó dos metros por el aire. La caída, fea, y, desmadejado, el novillo hizo por él.

Conmocionado, tardó unos minutos, pero volvió a la cara del utrero sin la chaquetilla y se rehizo a golpe de natural. Faena prácticamente basada en ese pitón, hubo naturales largos y templados. Alcalde toreó relajado y con la figura erguida, con cierto desmayo alguno incluso, aunque faltó ligazón con un adversario que tuvo nobleza. El final, a pies juntos, también con la zurda. Cada vez más dolorido del hombro, montó la espada con celeridad y, al encuentro, hundió el acero hasta la empuñadura, algo desprendida. Sin puntilla, la petición fue mayoritaria, pero el palco no otorgó el trofeo y, tras ser ovacionado, pasó a la enfermería entre aplausos, sujetándose la articulación y el brazo.

Rompió plaza un novillo fuerte, serio, que abría mucho la cara, con longitud de pitón, lleno y muy montado, que repitió con clase en el despacioso saludo a la verónica de Mario Alcalde, que no escatimó con el percal: galleo con el capote a la espalda para ponerlo en suerte y gaoneras en el quite. Hubo otro más de Rojo por saltilleras. Ceñidos ambos. No recibió mucho castigo el de Mayalde, que calidad tuvo, pero andaba justito de fuerza. Buen tercio de Juan Carlos Rey con las farpas. Brindó al público y comenzó casi en los medios con el ‘cartucho’ de pescado. Corrió bien la mano en esa tanda, pero al rematar, el novillo se pegó un volatín, que terminó de hacer mella. Alcalde siguió en la cara buscando extraer rédito, pero ya no se mantenía en pie el animal. La estocada, en buen sitio, certera.

Tomó bien la capa de José Rojo el segundo en el entonado saludo a la verónica. Novillo castaño, más suelto de carnes, con alzada y acodado de pitones, enseñando las palas, fue un utrero muy endeble, que terminó en corrales durante el tercio de banderillas. Asomado ya el pañuelo verde, a punto estuvo de herir a Fernando Pérez al tomar el olivo. En su lugar se corrió turno y salió el, en principio, quinto, engatillado de cuerna, fuerte también, pero más agradable, largo y con cuajo, ensillado, con el que no se pudo estirar el extremeño. Hizo sonar el estribo en sus dos varas.

Tuvo prontitud, ritmo y transmisión el del Conde de Mayalde. Comenzó por toreros doblones tras brindar al respetable. Después le otorgó distancia para lucir su alegre embestida en dos tandas de derechazos ligadas y macizas, de buen porte. Por abajo, respondió el buen novillo. Un cambio de mano larguísimo, de cartel. Hubo una tanda más de buen trazo al natural y, tras bajar un poco la intensidad del trasteo, volvió a elevarse en una tanda postrera con la diestra y el toreo a dos manos de rodilla genuflexa del final. Con repertorio, en los remates. Se volcó sobre el morrillo y dejo una estocada algo perpendicular, que fue bastante, aunque estuvo a punto de levantarlo el tercero. Ovación para el gran novillo toledano y, tras petición, otra desde el tercio para José Rojo.

Una vez corrido el turno, salió ahora un utrero girón y salpicado de Villamarta, cornidelantero y de pitón blanco, proporcionado y bien hecho, que volvió a dejar a Rojo sin lucimiento de capa. Convirtió en trámite sus primeros tercios el burel que, luego, en la muleta, resultó un astado deslucido y sin brillo alguno. Le faltó entrega y tendió a soltar la cara y puntear los engaños siempre. El de Trujillo lo mostró por ambos pitones con solvencia antes de ‘despenarlo’ con una efectiva estocada.

Castaño salpicado, el tercero fue un sardo más bajo, de lomo recto y mejor hecho, que sus hermanos anteriores, bien armado y tocadito de pitones. Pudo dibujar algún lance bueno a la verónica Carlos Domínguez. Tomó la primera vara en el picador que guardaba la puerta y se dejó pegar en ambos encuentros. Fue un utrero con mucha movilidad en los primeros tercios. Mantuvo esa condición en la muleta del extremeño, que comenzó volcánico con dos cambiados por la espalda de rodillas en los medios. Fue lo más relevante, ese prólogo, de un trasteo el que faltó acople y entendimiento entre las prontas arrancadas del novillo toledano, noble y humillador, y el extremeño al que se vio algo amontonado en ocasiones. Sin eco, frialdad del tendido. Lo mató de media estocada, algo perpendicular, pero en buen sitio.

Cerró plaza un novillo ofensivo y algo destartalado por delante, que enseñaba las palas, muy abierto de cuerna, pero con menos remate tras su aparatosa cabeza que el resto del envío. Echó las manos por delante en los lances de recibo de Domínguez y empujó sobre un pitón en el peto. El extremeño trató de hilvanar el trasteo entre las dos rayas, siempre en paralelo a las tablas. Ganando un paso entre muletazo y muletazo, logró algún natural suelto de buen trazo, aunque sin continuidad. Y es que el de Conde de Mayalde humilló poco y siempre lanzó un molesto ‘tornillazo’ al final del viaje, que complicó mucho la limpieza de los muletazos. Tampoco tomó vuelo su obra que finalizó con una estocada corta caída.

RESEÑA

Plaza de toros de Las Ventas, en MadridEspaña. Novillada de temporada. Un cuarto de entrada. Novillos de Conde de Mayalde, y un sobrero de Villamarta, quinto, tras correrse turno en el segundo, . El 1º, con bondad, pero muy al límite de fuerzas, quiso más que pudo; el 2º, pronto y con ritmo, lo quiso todo por abajo, enclasado y con transmisión; el 3º, con prontitud y movilidad, noblón; como el 4º, de obediente nobleza; deslucido y sin entrega, tendió a puntear los engaños; y el 6º, sin entrega y siempre lanzando un molesto ‘tornillazo’ al final del muletazo.

Mario Alcalde (de blanco y y oro), ovación y ovación tras petición.

José Rojo (de berenjena y oro), ovación tras aviso y silencio.

Carlos Domínguez (de verde hoja y oro), silencio en ambos.

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