En sazón. Fernando Robleño echó hoy en Las Ventas una tarde de torero maduro, cuajado, con poso, cabeza y muñecas para cuajar a un toro en cuanto este se lo permita. Salió este domingo ‘Camionero’ y así lo hizo. Faena inconmensurable a un excelente toro de José Escolar. El madrileño demostró que es mucho más que ese especialista que sabe fajarse y entregarse en las corridas duras. Robleño también tiene gusto y sabe torear mucho, como demostró esta tarde en el Cónclave. Rugió Madrid como en los días grandes, lo reventó a golpe de toreo caro, clásico, medido, vertical… Hubo muletazos a cámara lenta con la zurda, hubo remates de oro puro, fotografías para el paraíso de la memoria. Hubo un saludo torerísimo, añejo, con la rodilla flexionada. En realidad, lo único que faltó fue la estocada.
Todos empujamos la espada con Fernando -merecida como pocas esa Puerta Grande, por esta y por ese otro puñado de tardes llenas de verdad de Robleño-, pero no pasó del hueso. Una, dos veces. Como una, dos veces dio la vuelta al ruedo con Madrid rendida a sus pies en una tarde en la que el confirmante Luis Gerpe también dejó buenas sensaciones. Manejó el percal con cadencia y dejó un notable manojo de naturales al ‘Escolar’ -el otro toro con opciones de la tarde- de la confirmación. Miguel Tendero quedó prácticamente inédito con un lote imposible.
Hondo y con romana, muy voluminoso y largo, astifino desde la mazorca, con longitud de pitón, el cuarto, de Escolar, estrecho de sienes, tuvo celo y clase en el recibo de rodilla genuflexa a la verónica de Robleño. Con sabor. La media, superior. Cumplió en varas y, luego, se desmonteraron Iván García y Fernando Sánchez con las farpas. Tras un comienzo muy torero, por bajo, para sacarlo entre las dos rayas, rompió a embestir este ‘Camionero’ con un temple extraordinario y Robleño firmó, posiblemente, la faena de su carrera en Madrid.
Medida, torerisíma y con una hondura mayúscula. Sonaron esos ‘olés’ secos, sonoros, desgarrados, de Madrid en San Isidro. Dos tandas con la diestra excelsas, pero eternas fueron las siguientes al natural. Abandonado, vertical, con un enorme relajo, siempre encajado, siempre reunido, Robleño toreó la enclasada embestida mexicana del ‘Escolar’ al ralentí. Tres tandas, no más, por ese pitón, pero Las Ventas para entonces era un manicomio. Los pases de la firma y los trincherazos, de cartel. Auténticas obras de arte. Una tanda más por bajo para cerrarlo y la Puerta Grande, la gloria, esperando. Se volcó dos veces sobre el morrillo detrás del acero, pero encontró hueso ambas, antes de una estocada que, de haber sido a la primera, lo hubiera puesto calle Alcalá arriba. Gritos de “torero, torero” desde el tendido. Pese a ello, dio dos vueltas al ruedo, entre el clamor del “7” rendido a él. ‘Camionero’ fue ovacionado en el arrastre.
Largo y hondo, con hocico de rata, estrecho de sienes, el segundo, de Hoyo de la Gitana tampoco andaba sobrado de fuerzas. A favor del toro, el recibo de Fernando Robleño. Se le protestó, pero tras un tercio de varas en el que cumplió sin más, pasó el corte. Gran segundo par de Fernando Sánchez. Comenzó Robleño por doblones para tratar de someter la casta del toro. Un animal algo remiso y de medias embestidas que, el de San Fernando de Henares, trató siempre de alargar. Estuvo valiente y con decisión para provocarle la embestida con toques fuertes y ganando siempre un paso entre cada muletazo. Así logró dos tandas postreras más rotundas con la diestra. Meritorias de verdad, porque el animal se lo pensaba en cada viaje y sabía lo que se dejaba atrás. Tras pinchazo y una buena estocada, dio la vuelta al ruedo.
Fuerte y muy serio, ofensivo y con pecho, el primero de Hoyo de la Gitana apretó para dentro de salida y blandeó una y otra vez, por lo que fue devuelto antes siquiera de ser picado. En su lugar, se corrió turno y salió el sexto, de José Escolar. Toro fuerte y lleno, con caja, por encima de los 600 kilos, abierto de cuerna y acodado, que repitió con celo en el percal de Luis Gerpe, que trazó buenas verónicas. Se arrancó de lejos con alegría en ambas varas, aunque buscó las dos veces el pecho de la montura. Se desmonteró en banderillas, donde hubo que llegarle mucho, Joao Pedro da Silva.
Fue un toro agarrado al piso y reservón, con menos finales por el derecho, pero que tuvo importancia en sus embestidas, especialmente por su buen pitón izquierdo. Por ahí, de uno en uno, hubo naturales excelentes de Gerpe, echando los vuelos y enganchando cada embestida. Hubo hondura y limpieza en cada uno de ellos. Mantuvo el interés la tanda postrera con la diestra, con el toro ya más parado. Lo mató de estocada en el sitio y se le pidió la oreja, que no otorgó el palco. Dio una vuelta al ruedo.
Un precioso y muy astifino burraco de Couto de Fornilhos salió en sexto lugar, primer sobrero, tras haberse corrido turno en el primero. Muy mal picado, pareció acusar esas varas, sin embargo, cuando parecía haber pasado el corte, ¡tras el tercer par de banderillas! Fue devuelto. Salió en su lugar un bis de Casa de los Toreros, colorado y hondo, basto de hechuras y más blando que el anterior, que también fue devuelto.
Salió en su lugar, un sexto tris de Montealto, castaño cinqueño, toro con expresión de viejo y. con edad, muy serio y ofensivo por delante. Bajo y de lomo recto, muy hondo y con cuajo. Lo toreó con cadencia a la verónica en el tercio, lances templados que abrochó con una gran media. Empujó en varas, aunque se repuchó en el segundo encuentro. Luego fue un toro noble y manejable, pero al que faltó emoción. Animal de insípida embestida con el que Gerpe dejó muletazos de buen trazo, pero al conjunto le faltó transmisión, por esa sosería del burel. El confirmante estuvo hábil con la espada y dio una vuelta al ruedo, entre algunas protestas.
Más escurrido y con menos presencia que sus dos hermanos anteriores, de lomo quebrado y zancudo, el tercero y último de Hoyo de la Gitana fue un astado que no permitió el lucimiento a Miguel Tendero de salida. Derribó en la primera vara y, en la segunda, hubo que echarle encima el caballo, porque no quiso pelea. Tardo también en banderillas, cada vez más agarrado al piso, costoso para las cuadrillas. Pareció afligido, con la cabeza entre las manos y, de hecho, se echó nada más comenzar la faena el manchego. Tendero, muy contrariado, apenas pudo probarlo con ambas manos, sin pegarle una sola serie completa. Tres pinchazos y estocada corta bastaron, pues el toro incluso se echó entre los pinchazos de nuevo.
Largo, bajo y amplio de sienes, hondo y con cuajo, el quinto fue un animal áspero y complicado en los primeros tercios, que no permitió a Tendero el lucimiento. Se dejó pegar en varas el de Escolar, costoso para las cuadrillas. Cuando se quedó a solas con el torero de Albacete no mejoró, pues pareció lastimado de una de las manos y no lograba nunca apoyar con firmeza para poder ligarle los muletazos. Lo intentó Tendero, pero no había opción. Prácticamente inédito y con muy mala suerte en el lote.
Plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Un cuarto de entrada. Desafío Ganadero. Toros de Hoyo de la Gitana, José Escolar (4º, 5º y 6º, lidiado en primer lugar tras correrse turno), y un sobrero de Couto de Fornilhos (6º), bien presentados y de impecable trapío, salvo el 3º, más escurrido y con menos presencia. El 1º, agarrado al piso y reservón, pero de buen pitón izquierdo; el 2º, de media arrancada, orientado, siempre supo lo que se dejaba atrás; el 3º, afligido y muy parado, se echó dos veces incluso; el 4º, excelente toro, enclasado, pronto, con fijeza y de templada embestida, muy “mexicana”, ovacionado en el arrastre; el 5º, parado y deslucido, pareció, quizás, lastimado de una mano; y el 6º, noble y de buena condición.
Fernando Robleño (de pistacho y oro), vuelta al ruedo y dos vueltas al ruedo tras fuerte petición.
Miguel Tendero (de azul rey y oro), silencio en ambos.
Luis Gerpe (de marino y oro), que confirmó alternativa, vuelta al ruedo en ambos.
Incidencias: En banderillas, se desmonteró en el primero, Joao Pedro da Silva. En el quinto, hicieron lo propio Iván García y Fernando Sánchez.