Víctor Hernández tiene un diamante en su mano izquierda. Madrid lo sabe. La vio ya en el primer festejo de la temporada. Marzo, mediante. Vida y media desde entonces. Aquel día salió en hombros. Hoy, cortó una convincente oreja y se le pidió con fuerza otra después de un espadazo de premios. Para el que escribe, posiblemente, hubiera sido excesivo verle calle Alcalá arriba. Aunque, también, puestos a conceder o no una oreja, a quién mejor que a un novillero. Más allá del debate, Las Ventas volvió a sentir que el alcarreño guarda un tesoro por pulir en esa zurda. Que hay que seguirle la pista. También a Álvaro Alarcón. Afirmó en este medio en la previa que venía a entregarse y vaya si lo hizo. Echó la moneda en el orientado segundo, siempre midiendo, y se llevó una cornada -superficial- de 15 centímetros en el muslo derecho. Le curaron y volvió de la enfermería para lidiar, con gallardía, sus otros dos novillos de un encierro de Fuente Ymbro -sí, otro más en Madrid- desigual en hechuras y comportamiento del que destacaron un excelente primero, de enorme profundidad y clase, y un quinto noble y con calidad, pero que duró poco.
Así, se corrió turno y salió el quinto en cuarto lugar, en espera del regreso de Alarcón desde la enfermería. Un novillo largo y con cuajo, el de más peso del envío, con alzada y muy serio por delante, estrecho de sienes. Lo recibió a la verónica Hernández con buenos lances, pese a que embistió sin excesiva codicia. Se dolió en varas y convirtió en trámite el tercio de banderillas.
En paralelo a las tablas, entre las dos rayas, el de Guadalajara hilvanó un trasteo fundamentado en el pitón izquierdo. Firmó naturales de excelente trazo, aunque eso sí, de uno en uno, por ello, no terminaron de llegar al tendido, a pesar de su excepcional factura. Limpios, con hondura, templados, echando los vuelos, con la bamba de la franela. Exquisitos. Luciendo esa zurda que ya se ha visto en Las Ventas en otras tardes con un novillo manejable, que se dejó, pero sosote, al que faltó poder y casta. Terminó con manoletinas de rodillas y hundió el acero un centímetro desprendido que, de nuevo, propició la marea de pañuelos. Esta vez, el palco -férreo en el tercero- sí la otorgó, justa oreja.
Largo, fino, sin llenar, había roto plaza un utrero de Fuente Ymbro algo cuestarriba, con las puntas hacia delante y abierto de sienes, al que recibió con un farol de rodillas Víctor Hernández. Tuvo buen son el animal en los primeros tercios, aunque medido motor. Cumplió en varas y acudió al relance en banderillas. Alarcón no perdonó en quites, por saltilleras. Brindó al cielo el alcarreño, que después le pegó dos cambiados por la espalda desde la boca de riego.
Quiso Hernández lucir la movilidad y la encastada embestida del utrero otorgándole distancia en las tandas posteriores. Novillo con mucha profundidad y humilladora embestida, el manchego, que toreó con limpieza, no siempre le cogió la distancia. Hubo muletazos de buen trazo, sobre todo, con la zurda, más rotundo, pero faltó siempre un tercero seguido que prendiera la mecha. Faena larga, con duración, el excelente novillo. En la tanda final, antes de las angostas bernadinas, hubo un natural larguísimo, circular, que avivó el tendido. La buena estocada necesitó dos descabellos y saludó desde el tercio. Ovacionado, el de Gallardo.
Más lleno que los dos anteriores, con cuajo y serio, cornidelantero, el castaño tercero fue un novillo sin entrega y con poca movilidad, que no tuvo celo ni entrega en los engaños. Cumplió sin más en varas y, en banderillas, se movió. Se desmonteró Marcos Prieto. Estuvo firme Víctor Hernández, que comenzó con ayudados por alto -hubo un trinchera de cartel para abrochar esa tanda- para después acortar las distancias y sacar muletazos de las medias arrancadas de un novillo deslucido y sin transmisión. Gran actitud del alcarreño que no volvió la cara. Lo remató de un estoconazo de premios que hizo aflorar los pañuelos con fuerza. Arreció la petición, pero el palco, abroncado más tarde, no la atendió. Saludó desde el tercio.
Basto de hechuras, alto y despegado de tierra, acodado de pitones, el segundo permitió a pesar de su falta de entrega un estimable saludo rodilla en tierra de Álvaro Alarcón. Tampoco perdonó Víctor Hernández en quites con un novillo que no se empleó en varas. No paró quieto el utrero en toda su lidia. Brindó al público con voluntad el de Torrijos, pero delante tuvo un animal complicado y pegajoso, que no se iba de los vuelos. Siempre andando, siempre midiendo al novillero, que estuvo de verdad, valiente, tratando de ligarle las tandas, a pesar de que reponía. En una de ellas, se venció y lo hirió en la pierna derecha, pasando los pitones luego por el rostro como una guadaña -recibió un puntazo en la zona cervical-, mientras estaba en el suelo desmadejado. Le pusieron un torniquete y volvió a la cara del animal para darle muerte. Lo ‘despenó’ de una estocada corta que lo dejó sin puntilla y recibió una fuerte ovación camino de la enfermería.
El quinto, cuarto en el sorteo de la mañana, fue un animal lleno y rematado, más bajo que varios de sus hermanos y bien hecho. El de mejores hechuras. Fue un novillo con movilidad en los primeros tercios, pese a no permitir el brillo de Alarcón -de vuelta de la enfermería con una cornada superficial de 15 centímetros– con el percal, pues embistió algo dormido. Alarcón comenzó por estatuarios el trasteo y logró dar celo al utrero, que elevó sus prestaciones. En ese inicio hubo un par de trincherazos, de cartel. Y en la tanda siguiente, hubo muletazos con mucho relajo, incluso con abandono alguno, erguida la figura y sin perderle pasos. El novillo fue noble y con calidad, pero no hubo el mismo acople en el resto del trasteo, ya que fue una faena con altibajos en la que hubo pases de buen porte, pero sin la rotundidad de ese comienzo, pues se terminó viniendo a menos. Lo mató de una buena estocada, pese a la cual, vendió cara su muerte el ‘Fuente Ymbro’. Ovación para el animal, silencio para el toledano.
Serio y con cuajo, el sexto fue novillo largo, fuerte y lleno, bastote, que acusó mucho dos vueltas de campana en el primer tercio de su lidia. Incomprensiblemente el palco no lo devolvió y quedó visiblemente mermado el castaño, pese al buen trato dado por la cuadrilla de un Alarcón, que no se pudo lucir. El joven toledano trató de justificarse metiéndose entre los pitones delante de un animal afligido y muy deslucido, vacío, que no le deparó posibilidad alguna. El pinchazo y la estocada necesitaron de un golpe de cruceta.
Plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Primera de la Feria de Otoño. Dos tercios de entrada. Novillos de Fuente Ymbro, desiguales de presentación. El 1º, excelente novillo, pronto, con ritmo, de enorme profundidad y gran clase y con duración; el 2º, complicado y sin entrega, siempre gazapeando y midiendo; el 3º, de media embestida y sin entrega, deslucido; el 4º, manejable y con bondad, pero sosote, le faltó casta; el 5º, buen novillo, noble y colaborador, aunque duró poco; y el 6º, afligido, acusó dos volatines en varas.
Víctor Hernández (de rosa palo y oro), ovación tras aviso, ovación tras fuerte petición y oreja.
Álvaro Alarcón (de verde hoja y oro), fuerte ovación camino de la enfermería, silencio y silencio.
Incidencias: En el tercero, se desmonteró en banderillas, Marcos Prieto.