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Lección magistral de César Rincón en Villaseca

Imagen: JOSÉ LUIS CÁRDENAS

El maestro César Rincón fue homenajeado en Villaseca de la Sagra con motivo del XL Aniversario de su alternativa, en un acto en el que además se entregaron los premios del Alfarero de Oro y Plata de 2021. El colombiano habló de toros durante una hora para deleite del público que abarrotaba el salón municipal.

La charla fue dirigida por nuestro compañero Álvaro Acevedo, que invitó a César a hablar de muchas cuestiones, desde la dureza de sus inicios, el logro de las metas más altas, el miedo de los toreros, la otra cara de la fama, los valores de la tauromaquia, el futuro de la Fiesta, su faceta ganadera… El maestro, muy relajado en todo momento, se explayó con su sencillez característica haciendo las delicias de todos los presentes, incluidos los ganaderos y toreros de oro y plata que asistían al acto para recoger sus premios de 2021.

César habló de «la rectitud con la que le educaron sus padres» dentro de una familia humilde, y la lucha que tuvo que librar hasta llegar a aquella primera Puerta Grande de Madrid, incluido el hecho de perder a su madre y a su hermana, y aquella cornada de Palmira que le tuvo al borde de la muerte. «Sentí -dijo Rincón- que llegaba el premio después de tantísimo sacrificio, de tanta espera. Sin aquella salida a hombros con la corrida de Baltasar Ibán nada hubiera sido igual, pero luego había que seguir. A mí me costó mucho llegar, pero todavía más difícil resulta mantenerse». Y respecto al hecho de ser figura del toreo, reconoció que «una vez que llegas arriba, no todo es tan bonito como habías pensado».

Recordó por supuesto a ‘Bastonito’, con el que mantuvo una batalla épica, de las más famosas que se recuerdan, «en la que tuve que convencer a un público que empezó a la contra»; aunque confesó que el toro que más miedo le hizo pasar fue uno de Marcos Núñez en Algeciras: «Por cómo me miraba sabía que me iba a coger, y efectivamente, me cogió». Respecto a sus compañeros, no tuvo reparos en reconocer que la rivalidad con ellos fue durísima, por ejemplo con Enrique Ponce «que lo hacía todo con una facilidad portentosa mientras yo estaba con el agua al cuello», o con Joselito, «quizá el torero más incómodo con el que he competido, y tan fantástico con la espada que yo cruzaba los dedos para que pinchara»,, reconoció entre risas. Tampoco dejó atrás a su padrino de alternativa, Antoñete, ni por supuesto a Ortega Cano, Espartaco o Manzanares padre, del que recibió muchas enseñanzas.

Respecto a las plazas, aseguró que la de Las Ventas de Madrid «es una plaza muy dura, pero es la que más da del toreo y a mí me lo dio todo» y, desde su experiencia particular, dijo que «Sevilla es la plaza en la que más difícil es que se te entreguen, y de hecho yo no lo logré hasta cortarle las dos orejas a un toro de Jandilla en 2004».

César Rincón quiso destacar la labor de los ganaderos, aun más ahora, en estos momentos difíciles, y reconoció que, como torero, a veces se es egoísta y no se valora en su medida el mérito de esos hombres que crían el toro bravo. Resaltó también el compromiso y la vocación de los novilleros que hoy empiezan, en unas circunstancias y con una incertidumbre mayor que nunca. «Cuando viene un chico a decirme que quiere ser torero le digo: ¿pero tú sabes dónde te estás metiendo? ¿Estás bien de la cabeza? Y en el fondo es así: los toreros estamos todos un poco locos».

Y al hilo de la problemática de los novilleros, agradeció a Villaseca de la Sagra la labor de promoción que hace de la Fiesta. De todo esto y de mucho más reflexionó el mítico espada colombiano, en una jornada inolvidable que concluyó con la entrega de premios del Alfarero de Oro y Plata.

 

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