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Las claves del adiós de Enrique Ponce

El maestro de Chiva ha anunciado su despedida de forma repentina, con 30 años de alternativa a sus espaldas y grandes hitos que le han hecho entrar en la Historia de la Tauromaquia

La noticia ha sido todo un shock para el toreo. Enrique Ponce anunció este lunes 28 de junio que abandona los ruedos dejando la puerta abierta a la vuelta tras un descanso: «un alto en el camino», dice el comunicado. Toda una sorpresa teniendo en cuenta que estaba anunciado en Burgos este martes 29, en Mont de Marsan el mes que viene, Bayona y Arles en el horizonte de septiembre y más de 15 contratos apalabrados para este verano.

Una decisión complicada, que al mismo tiempo le dignifica como torero en una época en la que está cuestionado mediáticamente por su vida amorosa. Le hace grande porque Enrique Ponce es de los pocos toreros que, por su trayectoria y nombre, tenía la posibilidad de darse una vuelta a España, Francia y los países que le idolatran de América despidiéndose. No lo ha querido así. Sus dudas en la cara del toro eran cada vez más evidentes. Su amor propio le ha hecho quitarse sin previo aviso, ya no podía más.

En el pasado más inmediato su gran hazaña de echar hacia delante la temporada 2020 asumiendo el compromiso de figura que es y marcando la pauta a todas las demás, que estaban tapadas con siete mantas. Varios empresarios manifestaron que sin la presencia de Ponce no habrían podido celebrar esos festejos, con la repercusión económica positiva para la fiesta que conlleva.

En la presente temporada ha participado en ocho festejos. Probablemente, en los que más ha podido expresar el toreo como él lo siente han sido en los últimos, es decir, en Granada, en Alicante y en León. Son las tardes en las que más a gusto se le ha visto, olvidando las precauciones de otras tardes en las que navegaba para salir del paso sin relucir la grandiosa capacidad que le ha permitido tocar el cielo del toreo con las yemas de sus manos.

Enrique Ponce ha sido un torero de época. Un inteligente intérprete del toreo que ha conseguido cuajar un número muy alto de toros, probablemente al que más toros le han servido. Ha conocido el toreo por dentro, en todos sus matices, en cada una de sus claves técnicas. Ha matado todos los encastes, una de sus ganaderías predilectas ha sido la de Samuel Flores con la que ha conseguido numerosos hitos a lo largo de su carrera. Ha asumido todos los compromisos que se esperan de una figura de su talla.

Sus cifras son inalcanzables: Ponce ha toreado 2.099 corridas y matado más de 5.000 toros. Ha conseguido indultar 58 toros a lo largo de su vida torera. Una trayectoria impecable en la que cuidó su imagen como nadie: siempre se le ha considerado ‘un señor’.

De niño entusiasmó a matadores y aficionados. En el Certamen de Monte Picayo por ejemplo fue toda una revolución. Comenzó a torear con una edad insultante y muy pronto ligó su carrera a Juan Ruiz Palomares. Después se incorporaría a la gestión de su carrera su todavía suegro, el maestro Victoriano Valencia.

Tomó la alternativa en las Fallas de 1990, de manos de Joselito y con Litri como testigo. En julio de ese mismo año tuvo el primer gesto que le definiría como líder de toda una generación de toreros. Fue en la Feria de San Jaime cuando Roberto Domingo y El Soro se quitaron de un cartel porque la corrida apalabrada había sido cambiada por una del doble de trapío. Ponce asumió el reto y logró un incontestable triunfo al matar los seis toros en solitario.

Madrid, pese a su dureza con la figuras, también se ha rendido a Enrique Ponce en varias ocasiones. Para la historia queda la famosa tarde de los quites con Joselito en el 96 y unos días después la inmensa faena a Lironcito, un duro toro de Valdefresno con el que se jugó la vida a carta cabal. Muchas tardes dando la cara en Las Ventas, también algunos años de ausencia y esa última Puerta Grande en 2017 con la corrida de Domingo Hernández. Suma cuatro Puertas Grandes en su haber: 1992, 1997, 2002 y la mencionada de 2017.

Sus plazas talismán son Bilbao, Valencia y La México. Tres grandes escenarios en los que ha desarrollado toda su cátedra de maestro. Además de conseguir el cariño de innumerables aficiones como las de Sevilla -Puerta del Príncipe en el 99-, Santander, Almería, etc.

Una figura de época que muchos hemos cuestionado por su autosuficiencia, por esa facilidad para manejar los toros sin riesgo aparente. Pero también nos ha metido en el canasto a muchos de esos incrédulos con su inagotable afición, su inigualable capacidad y su inmenso compromiso con la tauromaquia.

Nadie más que él conoce los motivos de su adiós o de su hasta luego, pero en el estado en el que se estaba encontrando, tiene la lógica de ser consecuente con una trayectoria impecable y del peso de los años en la cumbre.

¡Hasta siempre maestro!

GONZALO I. BIENVENIDA

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