Hace poco más de una semana, Samuel Navalón, se proclamaba vencedor del certamen “Kilómetro 0” de Vistalegre, un certamen heredero de la famosa “oportunidad” que se celebraba en dicha plaza y que alumbró nombres de la talla de Palomo Linares o “El Platanito”. Un certamen, que gracias al ingenio de la familia Lozano y Dominguín, se convirtió en un imprescindible de la temporada madrileña y que causó un auténtico fenómeno social en la época. Vamos a conocer un poco su historia…
EL ORIGEN
Una tarde de finales de mayo de 1964, un grupo de taurinos reunidos en las oficinas de la plaza de toros de Vista Alegre del madrileño barrio de Carabanchel, situadas en la Gran Vía, pensaron en una idea genial, La Oportunidad, un certamen que consistía en que, durante el verano de ese año, de junio a septiembre, en Vista Alegre se celebraran 21 novilladas para los más famosos maletillas de la geografía nacional. Todos juntos dieron forma a un maravilloso sueño colectivo, heredero sin duda de los éxitos alcanzados por Manuel Benítez “El Cordobés”, el ejemplo a seguir por todos ellos.
Los hermanos José Luis, Eduardo y Pablo Lozano se habían convertido en los nuevos empresarios de Vista Alegre ese mismo año, plaza propiedad de Luis Miguel Dominguín, decididos a darle un aire nuevo a ese entrañable y ya desaparecido coso taurino. Durante el invierno realizaron una fuerte inversión y arreglaron la plaza, que desde su inauguración en 1947 (sustituyendo a la anterior, la “Chata”, destruida durante la Guerra Civil) se había deteriorado bastante. Los nuevos empresarios cambiaron la arena del ruedo, sustituyéndola por albero de una mina de Valdemorillo, se arregló el suelo del patio de caballos y de las galerías y se cambió la instalación eléctrica.
Comenzaron a organizarse festejos mayores (corridas y novilladas picadas) pero lo que verdaderamente marcó un antes y un después fue el certamen de los más valientes maletillas. Sin justificación aparente, a finales de mayo de 1964 empezó a concentrarse en Madrid un nutrido grupo de maletillas y el diario Pueblo, aprovechó la situación para entrevistar a algunos de ellos y, entre todas las preguntas, destacó una cuya respuesta sirvió como titular: ¿Qué es lo que quieren los maletillas?; Una oportunidad, dijeron.
Acompañaba al texto una fotografía de los cinco maletillas en la Gran Vía madrileña, con la Torre de Madrid al fondo (que ha servido de inspiración para el certamen de este año). Así nació “La Oportunidad”.
LA PRIMERA OPORTUNIDAD
Maquinada la idea en esas cabezas privilegiadas que tienen en la familia Lozano, se citó en el barrio de Carabanchel a todos los maletillas que quisieran probar suerte y, en pocos días, se presentaron cientos de chavales en busca del sueño. El diario Pueblo, hizo una campaña brutal de captación de abonados y venta de entradas y, se colgó el cartel de no hay billetes para todas las tardes y la reventa, algunos días, se puso por las nubes.
La primera novillada se celebró el 6 de junio de 1964. El paseíllo, encabezado por seis inexpertos torerillos, arrancó con un grupo de maletillas paseando el ruedo y portando una pancarta en la que podía leerse “Los maletillas saludan al público y agradecen al diario Pueblo y a la empresa de Vista Alegre esta oportunidad”.
Fortuna, El Coriano, El Trapense, Fernando Serrano, Alba y José Antonio Pina fueron los elegidos que recibían la primera estruendosa ovación de su vida con los tendidos llenos y numerosas personalidades en el tendido, como Orson Welles (que empezó a grabar un reportaje-película sobre estos torerillos) o Antonio Bienvenida, que incluso les ofreció clases magistrales de salón días antes. Estos seis primeros elegidos, como se reconoció después, eran los únicos que tenían los papeles en orden para poder torear y, el espectáculo, no tuvo mucho que ver con un festejo serio.
Tras este primer espectáculo, se prometió que los siguientes novilleros serían mejor seleccionados y así fue en los siguientes festejos, consiguiendo que algunos de ellos llegarán lejos e, incluso, a figura del toreo.
LOS NOMBRES PROPIOS DEL CERTAMEN: PALOMO LINARES Y ‘EL PLATANITO’
Muchos fueron los chavales (unos quinientos aproximadamente) que se quedaron el camino y a los que, “La Oportunidad” les sirvió de poco. Otros, no tuvieron suerte en el mundo taurino, pero, felizmente encontraron su sitio en otras áreas y fueron auténticas estrellas, como el caso del bailaor Antonio Gades y el cantaor Camarón de la Isla.
Pero sí que hubo otros que alcanzaron fama y gloria, como Palomo Linares, una primerísima figura del toreo, algunos banderilleros, como Federico Navalón “El Jaro” y un torero cómico de gran carisma, “El Platanito”.
El nombre más sonado de todos, el de un joven Sebastián Palomo, que posteriormente se anunció en los carteles como Palomo Linares. Harapiento y hambriento, los Lozano vieron en este torerillo un enorme potencial y, tanto fue así, que lo convirtieron en figura del toreo. El 20 de julio de 1964 se presentó en la Plaza de Vista Alegre y, desde entonces, cosechó numerosos triunfos en el mundo taurino.
Tras Sebastián Palomo, el siguiente boom de “La Oportunidad” lo protagonizó Blas Romero “El Platanito”. A nivel popular, es probable que El Platanito causara mayor sensación mediática, de ahí que llegase a hacer media docena de paseíllos a lo largo del verano del 64. A Palomo, al que los Lozano y los Dominguín vieron muchas más cualidades de ser torero importante, le apartaron pronto de “La Oportunidad”.
Su popularidad fue tal que en 1966 protagonizó la película Jugando a morir, del director José Hernández Gan. El Platanito debutó el 18 de julio, y durante los meses de agosto y septiembre hizo cinco paseíllos más.