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La elegancia de un Manzanares en su mejor versión

Más estrecho de sienes, bajo, de hechuras perfectas, el cuarto fue un animal armónico, definido de salida, lo cuajó a la verónica Manzanares, muy templado en cada verónica, ganando terreno en cada lance hasta rematar en los medios. Medido de fuerza, el alicantino hizo un planteamiento de faena perfecto. Más a su aire en las primeras tandas, sin apretarlo, el animal se vino arriba y rompió a embestir con clase. Así, Manzanares lo toreó a placer por ambos pitones de mitad de faena en adelante. Tandas llenas de elegancia, buen trazo y temple. Faena rotunda y con empaque. A más el toro y, exigiéndole por abajo el alicantino, respondió. Hubo una tanda que abrochó con el cambio de mano, casi circular, y el de pecho, sensacionales. La estocada hizo que el animal doblara, y aunque el puntillero lo levantó dos veces, bastó para que le cortara las dos orejas.

 

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