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Juan Pedro Domecq: «Tengo que buscar más bravura»

El ganadero ha sido el protagonista (negativamente) de la tarde tras un soberano petardo en una de las corridas de mayor expectación del ciclo isidril

La tarde se diluía entre decepciones y frustraciones. Ni una embestida franca -ya no es sólo la fuerza-. La codiciada corrida de Juan Pedro Domecq no dio opciones a la terna de artistas. La afición venía con ‘Juampedro’ en la mirilla por petardos anteriores pero los toros del hierro de Veragua echaron leña en la hoguera.

Esta tarde no pude llegar al patio de cuadrillas para recoger las impresiones de los toreros. Salieron cabizbajos, rápido y decepcionados. Morante escuchó dos broncas como las de antes, de esas que añoramos por la falta de pasión de los públicos. Juan Ortega arreó siendo consciente de que tiene que demostrar actitud por encima de toreo -todos sabemos que sabe torear como los ángeles-. Se justificó y se ciñó con el quinto. Aguado también mostró buena actitud.

A los micrófonos de Movistar Plus, Juan Pedro Domecq explicó así sus sensaciones: «Le ha faltado bravura a la corrida en general. Ha habido dos toros que sí han tenido cosas: tercero y quinto. Sin ser excepcionales, sobre todo el tercero, ha sido un toro bravo, más bien exigente. El quinto ha tenido más clase«. Sobre sus hombros cae la responsabilidad del fiasco, pero el elegante ganadero hace una lectura positiva: «Madrid es una plaza tremendamente exigente. Sigo trabajando. Tengo que buscar más bravura y más transmisión, me quedo con el fondo que han tenido tercer y quinto». Y reflexionada sobre la falta de casta en el que se encuentra la ganadería: «A la corrida en general le ha faltado bravura, es la base de esto. Cuando no hay bravura, no hay espectáculo. A seguir trabajando«.

El último compromiso de Morante en San Isidro será en la Corrida de Beneficencia con la corrida de Alcurrucén el próximo 1 de junio. Último cartucho para una de las bases del abono, que no ha tenido suerte en general. Le acompañarán Ginés Marín y un sustituto de Emilio de Justo.

Como anécdota, y tras lo mucho que se ha hablado esta semana de las almohadillas que acabaron en el ruedo durante la lidia del quinto toro en la corrida de Paco Ureña en solitario, en esta tarde un espectador desde el tendido 8 lanzó una almohadilla mientras Morante tiraba por la calle de en medio ante el cuarto. Sus vecinos de abono le señalaron acusándole por el feo gesto. El sol comenzó a vitorear: «¡Fuera, fuera!». Un acomodador le levantó de su asiento, cuando abandonaba el tendido por el vomitorio los coros se extendieron a toda la plaza pero esta vez con «¡tonto, tonto!». La plaza se rebeló a la falta de educación y de paso fue uno de los episodios más divertidos de la corrida.

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